¿Ayuda la manzanilla a dormir mejor o es un mito sospechoso?

Flores de camomila, también llamada manzanilla romana. (Crédito imagen Wikimedia Commons).
Flores de camomila, también llamada manzanilla romana. (Crédito imagen Wikimedia Commons).

En España, y supongo que en otros países de habla hispana, el “abc” fundamental de la farmacopea de la abuela, o si lo preferís de los remedios naturales a base de hierbas e infusiones, lo componen la terna formada por la tila (indispensable como calmante), la manzanilla (ideal para suavizar la digestión de comidas copiosas reducir los gases) y la valeriana (sin rival para eso de dormir bien cuando llega el temido insomnio). Las propiedades terapéuticas de estas tres plantas se conocen desde hace siglos, sino milenios, pero al parecer existe también un poso cultural que cambia de país en país.

¿Qué se tomaría un anglosajón si quisiera dormir mejo? Una taza de manzanilla (Chamamelum nobile) en infusión. No me malinterpretéis, en la piel de toro también hay quien se toma una bebida caliente a base de manzanilla y miel para relajarse y dormir mejor, pero para este fin preferimos las infusiones a base de valeriana y anís (la segunda para suavizar el sabor amargo de la primera).

Sea como sea, es innegable que la manzanilla tiene propiedades relajantes y calmantes, de modo que en efecto podríamos pensar que una taza de esta hierba perenne de la familia de las asteráceas, tan fácilmente reconocible por sus florecillas (similares a margaritas) y su penetrante y agradable olor, realmente debería ayudarnos a dormir mejor. ¿Pero esto es así o se trata de un mito sin fundamento?

En LiveScience se han puesto manos a la obra y el resultado es sorprendente. Hasta el momento, se han realizado muy pocos estudios a gran escala sobre la supuestas propiedades relajantes de la manzanilla, y los que se han hecho arrojan resultados poco claros y no demasiado significativos.

Por ejemplo, en un estudio piloto realizado en 2011 con pacientes de insomnio crónico, se hizo tomar a los participantes una cápsula de extracto de camomila (o un placebo) dos veces al día durante un período de 28 días. Es estudio se realizó sobre una muestra realmente pequeña (34 pacientes con edades comprendidas entre los 18 y los 65 años) aunque se seleccionaron los dos grupos totalmente al azar y el experimento se controló por el método de doble ciego. ¿El resultado? No se encontraron evidencias concluyentes de que la camomila hubiera ayudado a los pacientes a dormirse antes o a levantarse menos veces por la noche que los que ingirieron el placebo. En efecto hubo una mejora modesta sobre estos últimos, pero nada significativa desde el punto de vista estadístico.

En 2016 un estudio realizado por un equipo diferente descubrió que los voluntarios que tomaron infusión de manzanilla a diario durante dos semanas, dormían mejor y tenían menos síntomas de depresión que aquellos que no la tomaban. Un año más tarde, en 2017, un nuevo estudio descubrió que las personas mayores que tomaban extracto de manzanilla (en dosis superiores a las empleadas en el estudio de 2011) dormían significativamente mejor que los que no la tomaban.

¿Entonces qué debemos creer? Bien, vistos los resultados contradictorios, los investigadores prefieren no arriesgar y probablemente no te darán una respuesta definitiva, aunque hay una cosa que es totalmente cierta: la manzanilla puede ayudarte a dormir si tú estás convencido de ello. Y es que creer que algo te ayuda a dormir puede – ciertamente – ayudarte a dormir.

Esta especie de círculo retroalimentado funciona, y no se basa en “energías místicas” o en las propiedades de la manzanilla, sino simplemente en tu cerebro. Así es, cuando uno cree que al hacer algo concreto se mejoran las posibilidades de dormir, entonces sentirá menos presión sobre la idea de dormir. Todos sabemos que muy a menudo, la cabeza no ayuda durante las noches de insomnio, y que buena parte de nuestra incapacidad para dormir proviene de la preocupación generada por no poder dormir.

Si esta preocupación disminuye tomando manzanilla, contando ovejas, o cantándose nanas a uno mismo, adelante con el remedio.

Me enteré leyendo LiveScience.