Ayrton Senna, a 30 años de la muerte: cómo lo recuerdan otras figuras y cómo cambió la seguridad de la Fórmula 1
Una leyenda intacta. Tres décadas después de su muerte, sucedida a los 34 años en el circuito de Imola, Italia, el 1 de mayo de 1994, el brasileño Ayrton Senna sigue siendo idolatrado, y su fallecimiento contribuyó a reforzar la seguridad en Fórmula 1. Las mejoras puestas en marcha han hecho que desde entonces tan un solo piloto falleciera como consecuencia de un accidente: el francés Jules Bianchi, que pereció en julio de 2015 como consecuencia de una tragedia ocurrida en el Gran Premio de Japón de 2014.
La seguridad ya había hecho avances en los veinte años precedentes al fatídico incidente de Senna, por iniciativa de pilotos como Jackie Stewart, pero el deceso del brasileño impulsó un mayor esfuerzo, como lo prueban las estructuras deformables, el equipamiento de los pilotos y las zonas de escapatoria en los circuitos.
En la víspera de la muerte del brasileño durante el Gran Premio de San Marino, otro piloto, el austríaco Roland Ratzenberger, falleció a raíz de un despiste en las prácticas del sábado. Y un compatriota de Senna, Rubens Barichello, sufrió otro accidente impresionante, del cual salió milagrosamente intacto.
“Hubo tres grandes accidentes y creo que aquello conmocionó a la Fórmula 1. No sé si fue un desencadenante, pero es verdad que a menudo cambiamos cuando hay un accidente. Por ejemplo, después de Jules, hicimos el halo”, observó el francés Fréderic Vasseur, hoy jefe de la escudería Ferrari. El halo es el arco que está encima del habitáculo y protege la cabeza del piloto.
En la película 1, life on the limit (1, la vida al límite), estrenada en 2023 y dedicada a la seguridad en la Fórmula 1, el periodista especializado británico Maurice Hamilton indica: “la muerte de Senna fue retransmitida en los livings de millones de personas que no sabían mucho del automovilismo pero si lo conocían. Y querían saber quién era el culpable”. Una larga investigación permitió saber que el accidente fue provocado por la rotura de la barra de dirección de su Williams y que una rueda impactó su casco. Después, un brazo de suspensión perforó el habitáculo tras el impacto a gran velocidad del auto contra un muro de cemento.
Con tres títulos de campeón del mundo, 41 victorias y 65 pole positions, Senna cuenta con uno de los mejores palmarés de la Fórmula 1, en una elite que conforman también Lewis Hamilton, Juan Manuel Fangio, Michael Schumacher, Max Verstappen, Sebastian Vettel y Alain Prost. La figura del francés, ciertamente, sigue siendo inseparable del recuerdo a Senna. Ambos fueron no solamente compañeros de equipo, sino que además establecieron una de las rivalidades más feroces de la historia de la categoría reina del automovilismo.
El francés puso fin a su trayectoria de piloto tras la temporada de 1993 y su última coronación como campeón del mundo, pocos meses antes de la desaparición de Senna. “No guardo ningún mal recuerdo de él”, comentó en 2018 a Motorsport.com. “Guardo los seis últimos meses de su vida en mente. Fueron el momento en el que lo conocí mucho mejor que antes. Era alguien completamente diferente. Entendí quién era realmente y por qué a veces jugaba a ser actor”, añadió Prost.
El aura de Senna sigue siendo inmensa. Schumacher era todavía un joven piloto en aquel Gran Premio de San Marino. El alemán iba unos metros detrás de Senna en el momento del despiste. En 2000, al ser preguntado por sus sentimientos tras igualar la línea de 41 triunfos conseguidos por Senna (el récord era de Prost, con 51), el Káiser lloró delante de las cámaras, pese a cierta frialdad para los sentimientos negativos.
Hamilton, un admirador del paulista, que llegó a utilizar un casco igual al de su ídolo en una carrera en Brasil, un emotivo recuerdo de aquel día fatídico. “Tenía nueve años y mi padre me dijo que Ayrton Senna había muerto en un accidente. Como niño era difícil entender qué quería decir realmente, pero fui detrás del coche y lloré”, recuerda el heptacampeón en un testimonio en 1, life on the limit.
Senna dejó un recuerdo imborrable como piloto, y también se preocupaba por la pobreza en su país natal. Hoy, la fundación Instituto Ayrton Senna, dirigida por su hermana, Viviane, y su sobrina Bianca, se ocupa de niños desfavorecidos, a los que el deportista, que nunca tuvo hijos ni se casó, quería ayudar.