Las autoridades investigan la muerte de un niño inmigrante de 5 años mientras el pastor dice que los padres siguen devastados

Las autoridades investigan la muerte el domingo de un niño de 5 años que había permanecido en el interior de un almacén del Lower West Side que albergaba a varios miles de inmigrantes.

Los padres de Jean Carlos Martínez Rivero están devastados, dijo Matt DeMateo, director ejecutivo y pastor de New Life Centers, que está consolando a la familia y mediando en su comunicación con los funcionarios de la ciudad mientras continúa la investigación de la muerte de su hijo.

DeMateo ha estado al lado de la familia desde que el niño fue trasladado al hospital el domingo, “y sigo aquí”, dijo al Tribune.

Para los defensores de los inmigrantes, la muerte del niño marcó el punto de inflexión del sistema de albergues de la ciudad, desbordado por la demanda. Más de 26,000 inmigrantes han llegado a Chicago en los últimos 16 meses, y los que lo han seguido afirman que llevaban semanas preocupados por la posibilidad de que ocurriera algo así.

Los especialistas en atención sanitaria han cuestionado tanto las condiciones como la coordinación de la atención no sólo en el almacén del 2241 S. de la calle Halsted, sino en todo el sistema de 27 albergues.

“La malnutrición, sumada a las condiciones de hacinamiento en invierno, cuando hay todo tipo de afecciones respiratorias, puede tener muy malos resultados”, afirma Minal Giri, presidenta de la Iniciativa de Salud Infantil para Inmigrantes Refugiados de la sección de Illinois de la Academia Americana de Pediatría.

Afirmó que el sistema de atención sanitaria de la ciudad en los centros de acogida está desorganizado y descentralizado.

Jean Carlos llevaba enfermo un par de días antes de morir, según dijeron sus padres a la policía. La familia había salido a pedir dinero el domingo, pero volvió a casa después de que el niño de 5 años vomitara.

En el centro de acogida, sus labios se pusieron morados, según dijeron sus padres a la policía. Los familiares del niño dijeron a la policía que el personal había dicho que la decoloración era “probablemente por el frío”.

Pero después de que el chico se quejara de que le dolía el estómago y se le pusieran los ojos en blanco, el personal empezó a hacerle compresiones torácicas y llamó a una ambulancia.

El niño fue declarado muerto en el Hospital Infantil Comer y la causa de la muerte está bajo investigación, dijeron las autoridades. El Departamento de Salud Pública de Chicago seguirá evaluando la situación, según un comunicado emitido el martes por la oficina de prensa del alcalde Brandon Johnson, que siguió culpando de la crisis migratoria al gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, que desde agosto de 2022 traslada en autobús a los inmigrantes a Chicago y otras ciudades liberales.

“Muchos recién llegados sobreviven a viajes brutales y peligrosos a los estados fronterizos y son transportados de forma rápida e inhumana sin apenas triaje. Los estados fronterizos no toman las medidas adecuadas para garantizar la seguridad de las personas que suben a los autobuses”, según el comunicado de la alcaldía. “Como resultado, ciudades del interior como Chicago están recibiendo nuevas llegadas con necesidades médicas más graves, ya que muchos solicitantes de asilo pasan la noche a la intemperie sin acceso a servicios sanitarios, agua potable o alimentos inmediatamente antes de sus viajes.”

Según el ayuntamiento, la familia Martínez Rivero llegó a Chicago el 30 de noviembre y desde entonces se alojaba en el almacén.

El miércoles a las 6 p.m. está prevista una vigilia por Jean Carlos cerca del refugio. Los voluntarios piden a los asistentes que lleven medicamentos para compartir.

Sara Izquierdo, cofundadora y directora del Equipo Móvil de Salud para Migrantes, un grupo de estudiantes de medicina que acudía a las comisarías de policía para prestar atención médica cuando los inmigrantes se alojaban allí, realizó el lunes una evaluación del lugar en el refugio con funcionarios municipales y empleados del refugio.

Calificó las condiciones del interior de “muy, muy preocupantes”.

Cuando atendía a inmigrantes en comisarías, decía que les prometía mejores recursos una vez que entraban en el sistema de albergues de la ciudad.

“Ahora me siento como si les hubiera mentido”, afirma.

Los responsables municipales afirman que el departamento de salud pública de la ciudad apoya la atención en los albergues a través de sus socios, lo que incluye revisiones in situ, prevención de infecciones y vacunaciones.

“Los equipos de choque de UI Health y Rush se han desplegado en los refugios en función de las necesidades para abordar las respuestas a los brotes, y actualmente visitan el refugio Halsted dos veces por semana para proporcionar pruebas y vacunaciones adicionales”, dice la declaración del alcalde.

El lunes, tras la muerte del niño, los bomberos trasladaron a cinco personas con fiebre a hospitales desde el refugio, que alberga a 2,414 inmigrantes. Entre los enfermos había niños de 1, 4, 8 y 9 años, según explicó Larry Langford, portavoz del Departamento de Bomberos.

“Los casos no parecen estar relacionados, aparte de haberse originado en el mismo refugio, y los síntomas son coherentes con las tendencias respiratorias estacionales en curso. Seguiremos proporcionando actualizaciones a medida que dispongamos de más información”, dice el comunicado de Johnson.

La llamada a la ambulancia no es un incidente aislado y, desde la muerte del niño, las llamadas al EMS (Servicios Médicos de Emergencia, por sus siglas en inglés) no han cesado.

Langford explicó el martes que el lunes a última hora se habían recibido dos avisos de urgencias para inmigrantes: un niño de 7 años con una infección de oído y otro de 3 años que estaba vomitando. Ambos fueron trasladados a urgencias del Hospital de la Universidad de Illinois.

Una mujer de unos 40 años fue trasladada al hospital a primera hora del martes por “molestias en el pecho”, dijo Langford.

El martes por la tarde, el Tribune vio llegar al refugio dos ambulancias en el transcurso de tres horas.

Langford dijo que sólo ha visto un aumento de las llamadas de emergencia desde el refugio de la calle Halsted, a pesar de que otros 26 lugares albergan a casi 11,500 inmigrantes por toda la ciudad.

“No sé por qué, pero ese ha estado recibiendo muchas”, dijo.

Los inmigrantes que se reunieron fuera del refugio el martes por la tarde dijeron que se sienten como si estuvieran durmiendo en un refrigerador. Euglimar Ramos, de 30 años, de Punto Fijo, Venezuela, dijo que estaba en la misma sección del refugio que el niño que murió.

“Es muy triste”, dijo, mirando a su hijo Lenin, de 11 años. “Le he visto morir. No debería haber muerto tan joven”.

Giri dijo que ha oído y visto informes preocupantes sobre las condiciones dentro del refugio de Halsted. Pero su mayor preocupación, dijo, es la falta de transparencia del mayor contratista de la ciudad para manejar la crisis de los inmigrantes, Favorite Healthcare Staffing.

“Favorite cerró la puerta para que nadie pudiera ver realmente lo que ocurre en estos refugios. ... Y es horroroso”, dijo.

“¿Dispone Favorite de un protocolo para tratar a los niños enfermos? ¿Tienen a alguien con experiencia en pediatría? ¿Tienen acceso regular a visitas de enfermos?”, preguntó.

Los inmigrantes declararon el martes al Tribune que en los centros de acogida reina un ambiente general de miedo. Están preocupados por lo que pueda ocurrir cuando se les acabe el tiempo en los refugios y tengan que salir a la calle.

El martes por la tarde, decenas de inmigrantes bajaron de un autobús de la CTA y entraron en el refugio. Las madres sostenían a sus hijos envueltos en mantas. Se rodeaban con los brazos para mantenerse calientes.

A las 4:30 p.m., un autobús escolar que transportaba inmigrantes se detuvo en el refugio al mismo tiempo que una ambulancia. Las sirenas parpadean en rojo en las ventanas fluorescentes del gran edificio industrial de ladrillo.

Lupe Guadalupe Rivera, una profesora voluntaria que ayudaba a los inmigrantes en la comisaría del Distrito de Gresham (6º), acudió el sábado al albergue del Lower West Side para repartir regalos de Navidad a los niños allí alojados. Se necesitaban más de 1,000 regalos, dijo.

Dice que los niños inmigrantes a los que dio regalos llevaban chanclas y no tenían abrigos. Sus necesidades sanitarias son enormes.

“Estoy segura de que, a medida que empeora el tiempo, las familias se enfermarán más”, afirma. “Tienen muchas alergias. Necesitan muchos medicamentos para el estómago. ... Y puede ser difícil seguirles el ritmo”.

El volumen de inmigrantes que vio el sábado le confirmó las dificultades de la ciudad para atender a todo el mundo.

“Creo que la ciudad ha intentado hacerlo lo mejor posible con los recursos de que dispone, pero hay tanta gente que es difícil de manejar”, afirmó.

-Traducción por José Luis Sánchez Pando/TCA