Australia afronta una amenaza que preocupa más que el coronavirus: no hay agua

La expansión del coronavirus se ha convertido en una de las mayores preocupaciones para muchos países del mundo. El elevado número de contagios y víctimas ha obligado a confinamientos masivos y medidas restrictivas para frenar la pandemia. Sin embargo, en Australia existe un tema mucho más urgente que tratar que el COVID-19. Se trata de la escasez de agua.

Mientras que naciones como Estados Unidos, Brasil, España o Reino Unido han sufrido la propagación de la enfermedad, en el gigante oceánico ha habido poco más de 7.000 contagios y un centenar de muertes. Un impacto limitado que no ha distraído la atención del asunto más acuciante: el preciado líquido está desapareciendo rápidamente como consecuencia del cambio climático y la sobreexplotación agraria, tal y como revela Bloomberg.

Australia sufre la falta de agua por las sequías. (Photo by Jenny Evans/Getty Images)
Australia sufre la falta de agua por las sequías. (Photo by Jenny Evans/Getty Images)

Un ejemplo paradigmático de lo que ocurre es la cuenca del Murray-Darling, considerada como el corazón agrícola de Australia y que es la confluencia de dos de los ríos más importantes del país. Da agua a tres millones de personas diarias y es fundamental para la alimentación de casi 40 millones más, no solo australianos, sino también en naciones del sudeste asiático.

Durante décadas este lugar fue la vanguardia de la economía australiana y símbolo de prosperidad. Tanto la exportación de lana como la industria minera se desarrollaron mucho generando riqueza para la región. Sin embargo, desde hace unos años el panorama es mucho más sombrío.

El aumento de las temperaturas, como consecuencia del cambio climático, ha provocado sequías salvajes que han dejado secciones secas de los ríos. Los incendios por el calor se han vuelto más comunes y las precipitaciones más escasas. Las pocas lluvias que se producen no tienen excesivo impacto porque rápidamente el agua vuelve a evaporarse por las altas temperaturas.

2019 fue el año más caluroso y seco registrado nunca en Australia y nueve de los diez con temperaturas más altas se han producido desde 2005 hasta la actualidad. Las predicciones de los científicos no apuntan al optimismo, ya que consideran que a medida que siga extendiéndose el cambio climático, las sequías en la cuenca serán más largas y duraderas.

Las ovejas en las cercanías de un río que está seco en la cuenca del Murray-Darling. (Photo by Jenny Evans/Getty Images)
Las ovejas en las cercanías de un río que está seco en la cuenca del Murray-Darling. (Photo by Jenny Evans/Getty Images)

Al problema del calentamiento global se une la sobreexplotación de los recursos. Durante muchos años la cuenca del Murray-Darling se ha visto afectada por la explotación de combustibles fósiles (Australia es el segundo mayor exportador de carbón del mundo) y por las granjas industriales que consumen mucha agua, ya sea en los cultivos o con la ganadería tradicional de la región, especialmente las ovejas. T

ambién ha proliferado la producción de productos intensivos en agua como las nueces o el algodón. Son muy lucrativos, pero requieren de la acumulación del preciado líquido.

Las consecuencias de la unión de estos dos factores son visibles y están teniendo mucho impacto sobre el entorno. Los lagos se secan, como por ejemplo el Yelta, que no ha tenido agua desde 2014, y las especies marinas están muriendo debido a las escasas precipitaciones y a las extracciones para riego. Hoy en día son llanuras cubiertas de maleza en las que el ganado se afana por beber el escaso líquido que queda.

La situación actual pone en peligro a toda la vida silvestre de la región y a todas esas granjas industriales que durante tanto tiempo han definido al país. Solo con la protección de ríos y lagos y enfrentándose al problema del cambio climático se podrá salvar una cuenca que durante décadas ha sido fuente de vida y hoy lo es de muerte.

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