Asia central, una región pacífica y casi desconocida a la que España se acerca sin miedo

La necrópolis de Shah-I-Zinda, en Samarcanda (Uzbekistán), está incluida en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. <a href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/shah-zinda-memorial-complex-necropolis-samarkand-276155870" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:Evgeniy Agarkov / Shutterstock;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">Evgeniy Agarkov / Shutterstock</a>

En el año 1991 desapareció poco a poco la Unión Soviética. Aquel sistema que parecía imbatible, que había puesto, por primera vez, a orbitar alrededor de la Tierra a un perro, a un hombre y a una mujer, se deshacía como un azucarillo en una taza de café. Aquel año nacieron quince nuevas repúblicas, entre ellas cinco en Asia central, esa inmensa masa de tierra entre Rusia y Afganistán, entre el Caspio, Irán y China.

El Gobierno español supo ver en aquellas cinco naciones nuevas –Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán– una nueva oportunidad de hermanamiento con países que salían de una dictadura y podían comenzar una transición a la democracia.

La verdad sea dicha, a pesar del carácter estepario y seminómada de los del norte y otro más sedentario de los del sur, podrían parecer muy distanciados de la idiosincrasia hispánica, pero en realidad no son tan diferentes.

Mapa político de Asia central. <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Central_Asia_-_political_map_2008-es.svg" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:Themightyquill / Wikimedia Commons;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">Themightyquill / Wikimedia Commons</a>, <a href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:CC BY-SA;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">CC BY-SA</a>

Por allí también han pasado grandes imperios y han dejado su poso. Allí han florecido grandes pensadores, artistas y científicos, quizás menos conocidos que los españoles, como Al-Maturidi, Al-Bujari, Al-Biruni, Baha ad-din Naqshband (fundador de una rama del sufismo), Al-Juarismi o Ibn Sina (más conocido como Avicena), entre otros muchos.

El primer contacto entre España y Asia central se lo debemos a Enrique III el Doliente, rey de Castilla, quien envió una embajada encabezada por Ruy González de Clavijo (1403-1405) ante el gran Tamerlán.

Retrato del líder militar y político turco-mongol Tamerlán, también conocido como Timur.
Retrato del líder militar y político turco-mongol Tamerlán, también conocido como Timur.

Tras la muerte del emir Timur, las relaciones entre ambas regiones se estancaron hasta el siglo XX. Entonces, como parte de la Unión Soviética, se involucró en la guerra civil española y en la Segunda Guerra Mundial, dejando tras de sí un reguero de historias personales, entrañables unas, otras menos agradables en los gulags de Kazajstán –sobre todo el infierno del de Karagandá–.

En aquellos campos de trabajo concentró Stalin a pueblos de diferentes etnias y religiones, no solo con el inocente objetivo de repoblar aquellas estepas semivacías, sino para generar un avispero y tenerlo bien controlado. El resultado es que en la actualidad conviven pacíficamente allí más de 130 etnias y más de 40 confesiones religiosas distintas.

¿Cuándo normalizamos las relaciones?

Habría que esperar a finales del siglo XX para normalizar esas relaciones.

Kazajistán y Uzbekistán son los países más poblados, además de ser los más ricos en hidrocarburos junto con Turkmenistán. Estos tres son los que más atrajeron desde el inicio la atención española, mientras que Kirguistán y Tayikistán –azotada por una guerra civil (1992-1997)– ofrecieron, a priori, menos incentivos para sobreponerse a la distancia que los separa de España, que es física –unos 6 000 Km de media–, pero también cultural y lingüística. Sus idiomas, de raíz túrquica, excepto el tayiko, que es de origen persa, conviven con el ruso, auténtica lingua franca de la región. No obstante, crece paulatinamente allí el interés por aprender inglés, alemán, español, italiano, pero también chino, coreano y árabe.

Quizás para romper con la hegemonía rusa –pues son conscientes de que no pueden depender en todo de su vecino del norte– han buscado diversificar socios comerciales. Eso ha hecho que las nuevas generaciones aprendan a hacer negocios con inversores extranjeros en la propia lengua del que viene con proyectos bajo el brazo.

Desde hace años, España tiene embajada en Astaná –con embajador acreditado ante Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán–, pero no en Taskent. El embajador español ante Rusia también está acreditado ante Uzbekistán y Turkmenistán.

Sin embargo, la expulsión de 27 diplomáticos españoles de Moscú al hilo de la guerra de Ucrania ha posibilitado que se establezca en Taskent una representación diplomática permanente –que depende formalmente de la embajda española en Moscú–, compuesta por cuatro diplomáticos (un encargado de negocios ad interim, un consejero económico y comercial, un agregado comercial y un analista de mercado) y un becario, para intentar impulsar el negocio perdido con Rusia. Así, se ha pasado de no tener representación residente allí desde el siglo XV a tener la oficina comercial más potente de cualquier país miembro de la UE en Uzbekistán.

Vistas de Astaná, capital de Kazajistán. <a href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/astana-kazakhstan-585990431" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:Evgenykz / Shutterstock;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">Evgenykz / Shutterstock</a>
Vistas de Astaná, capital de Kazajistán. Evgenykz / Shutterstock

Los intereses de España en la zona

Ya sea de manera unilateral o haciendo frente común con la UE, los intereses españoles allí giran en torno a dos ejes: el económico-comercial y el de seguridad y defensa. La inmensa mayoría del saldo comercial español se debe a la cantidad de fuentes de energía que importamos de allí.

Por otro lado, algunas empresas españolas de reconocido prestigio han contribuido al crecimiento y el desarrollo del país: Talgo unió Taskent con la mítica Samarcanda y esta con Bujara, además de enlazar Astaná con Almaty.

Maxam, empresa de explosivos y de fertilizantes hasta hace poco de titularidad española, también ha generado ingresos en aquella región. Airbus también ha venido aviones a estos países.

Empresas de tratamiento y depuración de aguas como ACIR o Tedagua también tienen presencia en esos cinco países. Y otras muchas pymes –como Gedepsa– emprenden negocios en la región.

El fútbol español es todo un espectáculo allí. Todo el mundo sabe cuándo se jugará el próximo “clásico” y no es difícil encontrar pegatinas y carteles con sus ídolos del Real Madrid o el Barça.

Fuera temores y prejuicios

También los españoles han empezado a pasar por encima de temores, prejuicios y barreras idiomáticas y comienzan a explorar aquellos países como lugar donde ampliar sus estudios o marcharse a trabajar. Incluso algunos han sido invitados por los gobiernos centroasiáticos para observar procesos electorales o para participar en congresos de alto nivel. Eventos todos ellos en los que intenta demostrar que son países abiertos al mundo y deseosos de fomentar relaciones pacíficas.

En definitiva, el número de turistas españoles que visitan estos países de Asia central se va incrementando cada año, así como el de centroasiáticos que vienen a España a hacer lo mismo o a estudiar y trabajar. Asia central está dejando de ser una completa desconocida para España, y estamos descubriendo que sus habitantes ya han puesto su mirada en España como un destino de llegada donde comenzar una nueva vida.