El asesinato de John F. Kennedy: sesenta años después, en Estados Unidos pocos creen que un solo hombre mató al presidente

El presidente John F. Kennedy en Dallas, Texas, minutos antes de su asesinato
El presidente John F. Kennedy en Dallas, Texas, minutos antes de su asesinato - Créditos: @Dallas Morning News/Wikimedia

Pasaron seis décadas de esos días de vértigo en Estados Unidos en los que los estadounidenses recibieron la noticia del asesinato de su presidente, John F. Kennedy, en la ciudad de Dallas, Texas, y, casi 48 horas después, vieron en vivo por televisión la muerte por un disparo del principal acusado del magnicidio, Lee Harvey Oswald.

Pasaron seis décadas de aquel 22 de noviembre y, sin embargo, el escepticismo sobre el relato oficial de lo que pasó aquellos días sigue siendo alto. Apenas un 29% de los estadounidenses cree que Oswald actuó solo, mientras que un 65% considera que hubo otras personas involucradas en el asesinato del 35° presidente de Estados Unidos, según una encuesta difundida esta semana por la consultora Gallup, a raíz de un nuevo aniversario del crimen que todavía despierta sospechas y preguntas.

Los resultados de la encuesta demuestran que las teorías conspirativas siguen vigentes, e incluso un poco más que la última vez que se hizo esta pregunta, diez años atrás, cuando un 61% creía en que varias personas participaron del asesinato, a pesar de que solo una fue acusada oficialmente. Sin embargo, la escasa diferencia está dentro del margen de error del 4%, por lo que “no representa un cambio estadísticamente significativo”, dice a LA NACION Megan Brenan, editora senior de Gallup.

Gallup consultó a la sociedad por primera vez sobre el magnicidio apenas días después del asesinato. Entonces, el mismo porcentaje que ahora (29%) creía que Oswald –un ex marine estadounidense que había desertado a la Unión Soviética y luego regresado a Estados Unidos– había actuado solo, pero un número menor que el actual (52%) se sumaba a la teoría conspirativa. Un 19% decidió no opinar, el porcentaje más alto hasta el momento.

El presidente de los Estados Unidos, John F.Kennedy y la primera dama Jacqueline Bouvier Kennedy caminan por las escaleras del Air Force One cuando llegan al Love Field en Dallas, Texas, menos de una hora antes de su asesinato el 22 de noviembre de 1963
El presidente de los Estados Unidos, John F.Kennedy y la primera dama Jacqueline Bouvier Kennedy caminan por las escaleras del Air Force One cuando llegan al Love Field en Dallas, Texas, menos de una hora antes de su asesinato el 22 de noviembre de 1963

En diciembre de 1966, se realizó la encuesta por segunda vez, y los números se vieron afectados por el informe de la Comisión Warren de 1964 –la investigación ordenada por el sucesor de Kennedy, Lyndon B. Johnson–, que concluyó que Oswald mató a Kennedy solo, disparando tres tiros con un rifle desde el sexto piso del depósito de libros escolares en el que trabajaba en Dallas, y que descartó cualquier tipo de conspiración. Entonces, un 36% apoyó la idea de que hubo un solo tirador; y un 50% creía en la teoría del complot, el porcentaje más bajo en estos sesenta años.

También a finales de 1966, el fiscal de Nueva Orleans Jim Garrison acusó al gobierno de encubrir una conspiración en el asesinato del presidente demócrata, mientras sospechaba de la CIA y de una operación anticomunista en plena Guerra Fría. En el juicio –que fue retratado en la emblemática película de Oliver Stone JFK, de 1991–, el fiscal ridiculizó la idea de la “bala mágica”, que según las conclusiones de la Comisión Warren, impactó en siete lugares distintos a Kennedy y al gobernador de Texas, John Connally Jr., también herido en el tiroteo. Garrison incluyó como prueba judicial la grabación casera de Abraham Zapruder, que registró el momento en el que Kennedy recibió la bala que impactó en su cráneo, y que, tras ser resguardada durante años, se difundió masivamente en 1975. Para algunos, ese video demostraría que la bala impactó de frente y no desde atrás, desde donde disparó Oswald. La hipótesis de un segundo tirador lo ubica en la loma conocida como “Grassy Knoll”, delante de la limusina donde se movía Kennedy.

En la siguiente encuesta de Gallup, en 1976, el porcentaje de encuestados que consideraba que el asesinato contó con otros participantes se disparó al 81%, el número más alto hasta ahora, también registrado en 2001.

“En 1976, una posible explicación del aumento es que fue poco después del Watergate [el escándalo político por el que renunció el presidente Richard Nixon], en un momento de creciente escepticismo hacia el gobierno, y un año después del final de la guerra en Vietnam”, explica a LA NACION Matt Dallek, historiador y profesor de Gestión Política de la Universidad George Washington.

En las ocho encuestas realizadas de 1946 hasta la actualidad, el porcentaje de personas que cree que hubo un complot para matar a Kennedy siempre superó el 60%.

La última encuesta, realizada el mes pasado y difundida este lunes, se realizó después de que se terminara la desclasificación de documentos secretos vinculados con el crimen y la revelación de un exagente del Servicio Secreto, que contó recientemente que encontró la supuesta “bala mágica” en el asiento del auto donde viajaba Kennedy y la dejó en la camilla donde –hasta este año– se creía que había caído.

Diferencias ideológicas

La encuesta de Gallup encontró que las percepciones sobre el crimen de quien hoy es valorado como el expresidente mejor calificado en Estados Unidos varía según la identificación partidaria del encuestado: entre los demócratas, un 55% considera que hubo una conspiración y un 39% cree en el relato oficial; mientras que, entre los republicanos, un 71% considera que más de una persona participó del asesinato y un 25% se alinea con las conclusiones de la Comisión Warren, números similares a los votantes independientes.

Sobre este sesgo partidario, Dallek señala que “los demócratas tienden a creer en el gobierno y a confiar en los principales medios de comunicación más que los republicanos”.

“Los republicanos ven al gobierno como el ‘problema’ (una palabra de Reagan) o como la amenaza número uno para Estados Unidos (en un tono más trumpiano). Debido a que el Partido Republicano tiene una visión tan sombría del gobierno y cree en los males de un ‘Estado profundo’, se deduce que sería más probable que creyeran que la Comisión Warren estaba mintiendo y que una conspiración (quizás perpetrada por los liberales en el gobierno) estuvo detrás del asesinato”, analiza.

A 60 años del crimen, el magnicidio todavía tiene repercusiones en la política, sobre todo cuando ya comenzó la campaña para las elecciones presidenciales de 2024.

En julio, poco después de que el gobierno de Joe Biden anunciara que concluyó la desclasificación de los documentos secretos vinculados con el crimen –a excepción de un 1% que sigue resguardado por motivos de seguridad nacional–, el expresidente Donald Trump hizo una llamativa declaración en su red social, Truth. “Cuando regrese a la Casa Blanca, desclasificaré y abriré todos los documentos relacionados con el asesinato de JFK”, escribió Trump, quien se había sumado a teorías conspirativas en el pasado. “¡Han pasado 60 años, es hora de que el pueblo estadounidense sepa la VERDAD!”.

¿Por qué es llamativa? Porque la Ley de Colección de Registros de Asesinatos del Presidente John F. Kennedy, de 1992, ordenaba la publicación de todos los documentos vinculados al magnicidio en un plazo máximo de 25 años. El límite era el 26 de octubre de 2017. Sin embargo, cuando llegó esa fecha, Trump decidió postergar la publicación por pedido de las agencias de inteligencia.

Joe Biden y Donald Trump, durante un debate en la campaña de 2020
Joe Biden y Donald Trump, durante un debate en la campaña de 2020 - Créditos: @Morry Gash

“El presidente Trump había indicado que iba a revelar todo lo que aún quedaba, pero, en última instancia, el problema es que la CIA es realmente reacia a que se publique casi cualquier cosa. Entonces los agentes van a ver a los presidentes y los convencen de que el país se vería perjudicado si se publica algo”, dice a LA NACION el juez federal John Tunheim, quien fue el presidente del Panel de Revisión de los Archivos sobre el Asesinato (ARRB, por sus siglas en inglés), el organismo que entre 1994 y 1998 se ocupó de reunir y revisar todos los documentos.

Una de las principales voces en contra del hermetismo alrededor de los documentos siempre fue la de Robert F. Kennedy Jr., sobrino del presidente Kennedy y controvertido candidato a la presidencia, que afirma que hay “evidencia abrumadora” de que la CIA estuvo detrás del asesinato. Kennedy, un prominente antivacunas durante la pandemia, se había postulado dentro del Partido Demócrata en el que su apellido es histórico, pero luego anunció que sería un candidato independiente, despertando un fuerte rechazo de cuatro de sus hermanos. Según el promedio de encuestas de Real Clear Politics, Kennedy tiene una intención de voto del 15% frente a los potenciales candidatos republicano, Donald Trump (39,2%) y demócrata, Joe Biden (36,5%).

¿Quién mató a JFK?

Las teorías conspirativas que se reprodujeron en las últimas seis décadas incluyen un complot de las agencias de inteligencia y fuerzas conservadoras contra el presidente demócrata; la influencia del complejo militar-industrial que estaba en contra de la intención de Kennedy de retirarse de Vietnam; las mafias activas a lo largo de Estados Unidos en esa época y contra las que luchaba el fiscal general de Estados Unidos, y hermano del mandatario, Robert Kennedy; además de la pista cubana, vinculada al fracaso de la invasión de Bahía de Cochinos de 1961, y la operación Mangosta para derrocar a Fidel Castro. Esta pista tomó fuerza con la revelación de un viaje a Oswald a México semanas antes del asesinato, en el que visitó las embajadas de Cuba y de la Unión Soviética.

Actualmente, la mayor desconfianza entre los estadounidenses recae sobe el gobierno federal (20%) y la CIA (16%), mientras que en tercer lugar apuntan contra las mafias (11%). Hace diez años, la mira estaba puesta sobre el gobierno y las mafias (13%) y la CIA, muy por debajo, con 7%. El FBI pasó de ser apuntado por un 1% a un 6%. En los dos años, un 40% no supo a quién mencionar.

En total, un 38% de quienes piensan que Oswald no actuó solo sospechan del estado federal y sus agencias; esto representa un aumento de 13 puntos en comparación con 2013.

“Si bien son menos los que se suscriben a una teoría de la conspiración que en el pasado, quienes lo hacen tienen más probabilidades hoy que hace una década de pensar que el gobierno federal estuvo involucrado de alguna manera”, menciona Megan Brenan, de Gallup, quien asocia esta tendencia a otra: la de la pérdida de confianza en el gobierno, actualmente debajo del 50%, un descenso impulsado principalmente por las respuestas de los votantes republicanos (20% de confianza).

En esta foto de archivo tomada el 24 de octubre de 1962, el presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy firma la orden de bloqueo naval de Cuba, en la Casa Blanca
En esta foto de archivo tomada el 24 de octubre de 1962, el presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy firma la orden de bloqueo naval de Cuba, en la Casa Blanca - Créditos: @-

Dallek considera que, si bien hubo otros momentos que pusieron en jaque la confianza de los estadounidenses hacia su gobierno, el asesinato de Kennedy, que demostró “la incapacidad del gobierno para proteger a la persona más poderosa de Estados Unidos”, sembró “una gran desconfianza en las instituciones estadounidenses y en el gobierno federal”.

Mientras tanto, el nuevo aniversario del crimen promete dar nuevos argumentos para quienes creen que hubo una conspiración. En un nuevo documental, por ejemplo, los médicos que atendieron a Kennedy aquel día en el hospital Parkland Memorial afirman que el presidente tenía un orificio de entrada en el cuello, algo que solo sería posible de haber habido un tirador adelante del auto. Incluso, el doctor Robert McClelland recuerda que el médico que ofició de vocero aquel día, Malcolm Perry, mencionó aquella herida de entrada en una conferencia de prensa, y luego recibió una advertencia: “Nunca más debes volver a decir que esa fue una herida de entrada si sabes lo que es bueno para ti”.