Asado gratis y un bidé azul: viendo la Copa del Mundo en la casa de Maradona

Fanáticos argentinos de fútbol ven el partido contra Croacia en la antigua casa de Diego Maradona en Buenos Aires, Argentina, el 13 de diciembre de 2022. (Sarah Pabst/The New York Times)
Fanáticos argentinos de fútbol ven el partido contra Croacia en la antigua casa de Diego Maradona en Buenos Aires, Argentina, el 13 de diciembre de 2022. (Sarah Pabst/The New York Times)

BUENOS AIRES, Argentina— Argentina acababa de asegurar su boleto a la final de la Copa del Mundo con una victoria de 3 a 0 sobre Croacia el martes 13 de diciembre, pero la mayoría de los argentinos presentes en la fiesta solo querían examinar la casa de este extraño.

Un jubilado se hacía selfis en un bar esquinero con espejos. Un limpiador de casas se asomaba por la ventana de un dormitorio vacío. Una tatuadora revisaba un inodoro tapado en el piso de arriba. El dueño de un hotel que había venido con su suegra se paseaba por el lugar descalzo.

“Cuando entré, me puse a llorar”, afirmó Osvaldo Bonacchi, un reparador de aires acondicionados de 52 años, quien comenzó a llorar de nuevo en la escalera de caracol que conducía al ático alfombrado, donde, según alguien, solía haber un sauna. Había vivido cerca de allí durante 15 años y siempre se había preguntado cómo era por dentro.

“Estar aquí es un sueño”, afirmó.

El maltrecho chalé de ladrillos de tres pisos en un tranquilo barrio de Buenos Aires solía pertenecerle al héroe del fútbol argentino Diego Maradona y, en esta Copa del Mundo, se ha convertido en uno de los lugares más populares en Argentina para ver un partido.

Un empresario local compró la casa el mes pasado y ha abierto sus puertas durante los últimos juegos del Mundial. Ha pagado las bebidas y más de 450 kilogramos de carne para cientos de amigos, vecinos y extraños que se han apiñado alrededor de la piscina del patio trasero de Maradona para animar a la selección nacional.

“Cuando comenzamos a dejar pasar a la gente, empezaron a llorar y a desmayarse de la emoción”, contó el nuevo propietario de la casa, Ariel Fernando García, de 47 años, sobre la primera fiesta. “Para mí, Maradona era un extraterrestre. Ningún hombre les ha dado más alegría a los argentinos”, afirmó.

Fanáticos del fútbol argentino se reúnen en el patio trasero de la antigua casa de Diego Maradona durante una fiesta para ver un partido del Mundial en Buenos Aires, Argentina, el 13 de diciembre de 2022.  (Sarah Pabst/The New York Times)
Fanáticos del fútbol argentino se reúnen en el patio trasero de la antigua casa de Diego Maradona durante una fiesta para ver un partido del Mundial en Buenos Aires, Argentina, el 13 de diciembre de 2022. (Sarah Pabst/The New York Times)

Maradona murió de un infarto en 2020 a los 60 años, pero sigue siendo una de las figuras más importantes de Argentina. Su historia de un niño pobre de Buenos Aires que llegó a convertirse en uno de los mejores jugadores de fútbol de la historia y en el líder de la selección argentina que ganó la Copa del Mundo de 1986 lo ha convertido en una especie de deidad en esta nación de 46 millones de habitantes.

De hecho, la Iglesia Maradoniana es una religión legalmente reconocida en Argentina, donde ya tiene 25 años y cuenta con decenas de miles de miembros con sucursales en todo el mundo. Algunas búsquedas de Google mostrarán algunas preguntas que otras personas han realizado en el motor de búsqueda, comenzando con: “¿Es Diego Maradona un Dios?”.

Es por eso que el martes, mientras cientos de personas ingresaban en la antigua casa de Maradona, con sus vitrales y candelabros de cristal, se sentía un ambiente de fe, devoción y santidad, mezclado con el aroma de dos enormes cortes de carne cocinándose en un asador en el patio.

“Realmente puedes sentir su presencia aquí”, afirmó Roxana Orio, una tatuadora de 35 años que tiene el 10 de Maradona —el número que usaba cuando competía— grabado en su tobillo izquierdo, mientras recorría la casa con su hija de 8 años.

Subiendo una escalera estrecha, Orio encontró un baño descuidado con un bidé y un inodoro dañado del color azul celeste de la selección argentina. Luego entró a un cuarto de almacenamiento con un agujero en el techo y una caja con viejos libros infantiles y tareas escolares. Uno de los cuadernos parecía ser de una de las hijas de Maradona. “Necesito tomarle una foto a esta reliquia”, afirmó Orio.

Maradona compró la casa a principios de la década de 1980, principalmente como un regalo para sus padres, pero vivió allí en varias ocasiones durante varias décadas, según informes de noticias locales y García, quien habló con la familia Maradona sobre la historia de la casa durante la compra. (Es una de varias casas que Maradona poseía en Buenos Aires).

García creció cerca de allí durante la época en la que la familia Maradona vivía en la casa. Contó que cada vez que podía intentaba dar un vistazo dentro de la casa y que celebró frente a ella en 1986, cuando Argentina ganó la Copa del Mundo, y en 1990, cuando llegó a la final.

A principios de este año, leyó una noticia que decía que la casa había estado a la venta durante un año y que, si no era adquirida en una semana, sería vendida a un desarrollador que planeaba demolerla y construir una torre residencial en su lugar.

García llamó al agente de bienes raíces que estaba vendiendo la casa y accedió a comprarla sin una inspección. Para asegurar la venta, le pidió un préstamo de 50.000 dólares en billetes de 100 dólares a un amigo (los acuerdos inmobiliarios en Argentina suelen realizarse en la fuerte moneda estadounidense debido a la volatilidad del peso argentino) para el pago inicial. El precio final fue de 900.000 dólares.

“Esta es solo otra de las locuras de mi marido”, aseguró su esposa, Marcela Vozza, de pie en un balcón repleto de personas sobre un mar de fiesteros que se habían congregado en la calle tras la victoria del martes.

García ha tenido un camino complicado para llegar a ser dueño de la casa de una leyenda argentina. Cumplió dos años de prisión de 2002 a 2004 en relación con una agresión que, según García, cometió para proteger a un familiar.

En prisión terminó la carrera de derecho y, desde que salió en libertad, se ha convertido en un prolífico hombre de negocios: compra y vende restaurantes, edificios y otros negocios. Hoy dirige una empresa fabricante de productos farmacéuticos, una empresa de alimentos y una compañía que fabrica alambres y cables baratos.

Tras comprar la casa de Maradona, la primera idea de García fue convertirla en una especie de museo. Pero luego tuvo otra idea cuando su familia la vio por primera vez hace tres semanas, cuando García recibió las llaves.

García contó que su hijo se había estado recuperando de un ataque con un cuchillo en un club nocturno y, por primera vez desde el incidente, su rostro se iluminó apenas entró a la casa. De inmediato, García decidió que permitiría el acceso a la casa durante los partidos. “Todo comenzó con esa sonrisa”, afirmó, refiriéndose a su hijo.

Al principio, el acceso fue para familiares y amigos, pero con el tiempo las fiestas se expandieron a medida que las personas fueron invitando a otras personas. Ya para el juego de Argentina contra Polonia se presentaron unas 700 personas, contó García. El nuevo dueño contrató empresas de banquetes para cocinar carne de res, cerdo, mollejas y los famosos choripanes argentinos hechos con chorizo. Sirvió gaseosas y agua, pero nada de alcohol.

“Estoy convencido de que hay señales de que Maradona me eligió para que esta casa brindara felicidad, como la que él transmitió en la cancha”, aseguró García, quien planea abrir la casa nuevamente para la final de la Copa del Mundo entre Argentina y Francia este domingo 18 de diciembre.

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