Arturo Márquez evoca sueños, justicia... y a Malala

José Quezada, enviado

GUANAJUATO, Gto., octubre 28 (EL UNIVERSAL).- El compositor sonorense Arturo Márquez (Premio Nacional de Bellas Artes 2009) presentó su suite "Sueños" (2005) y la canción "Alas (a Malala)", para coro mixto y orquesta sinfónica, un homenaje a la activista pakistaní a Malala Yousafzai, en el Teatro Juárez de Guanajuato, el jueves, como parte del Festival Internacional Cervantino.

El concierto estuvo a cargo de la Orquesta Filarmónica de Sonora; con la argentina Laura Cmet como directora invitada y el Coro del Teatro del Bicentenario, bajo la batuta Jaime Castro Pineda. El concierto abrió con piezas de Venus Rey Jr y Nubia Jaime Donjuan, que presentó, en el escenario, el propio Márquez. Su presencia en el Cervantino no es casual, pues este año, el Estado invitado es Sonora y él nació en la villa de Alamos. El compositor presentó la función y anunció a Nubia Jaime Donjuan, ganadora del Concurso de Composición para Orquesta de Cámara Arturo Márquez.

Guanajuato, como ciudad cervantina por excelencia, dijo Márquez, le hizo recordar que don Quijote fue un gran soñador y que los sueños no son una utopía, sino la justicia por sí misma. El 25 de octubre, en rueda de prensa, el compositor dijo que desde hace décadas le preocupan las causas sociales y que el arte es un camino para hallar eco en los demás.

El concierto arrancó con la "Suite Sonora", de Venus Rey Jr., obra de temperamento nacionalista, afín al trabajo de Márquez, que va de la esperanza emotiva al dramatismo profundo. La siguiente obra, "Maso Ye'eme" ("Danza del venado"), danzón para orquesta sinfónica con el que Nubia Jaime Donjuan ganó el Concurso Arturo Márquez 2021, tuvo momentos con rasgos cinematográficos; zonas donde se descendió a la calma hasta que los instrumentos regresaron poco a poco.

El principio de "Alas (a Malala)" para coro mixto y orquesta sinfónica marcó el turno de Márquez. Tras una breve introducción, con el sello del compositor sonorense, los cantantes se abrieron paso detrás de los músicos. Eran, tal vez, 50 artistas que se formaron en filas escalonadas. La frase "Alas dignas de esperanza" se repitió como si fuera un estribillo a lo largo de la obra.

Con la suite "Sueños", cuya letra escribió el poeta Eduardo Langagne, enfatizó la búsqueda de ciertos ideales. El primer movimiento tomó como punto de partida una décima de Guillermo Velázquez en la que el coro exploró el significado de la justicia en el siglo XXI. En "Sin lamento", inspirada en una famosa carta del jefe Seathl a Franklin Pierce, se trató la relación del ser humano con la naturaleza; la suite la narró, por cierto, Lily Márquez, hija del compositor. El barítono Juan Carlos Heredia habló de "la oscuridad de la noche del indio" y lo imposible de ponerle precio a lo inmaterial. En la obra de Márquez, el piel roja se volvió encarnación de un ideal alto: "La tierra no es del hombre, el hombre es de la tierra".

Al término y después de agradecer al público, a las autoridades y a Márquez, Cmet afirmó que el legado del compositor sonorense le pertenece a México, pero también al mundo; se dijo honrada de poder tratarlo en persona. Entonces, Márquez salió a escena y Cmet anunció un pequeño homenaje, un bis dedicado a él: el "Danzón No. 2".