Art Acevedo: Mi mandato como jefe de policía de Miami fue breve y ahora sé por qué | Opinión

Hace más de dos años, acepté la oferta de convertirme en el jefe de policía de la ciudad de Miami. Aunque amaba mi trabajo como jefe de policía en Houston, la oportunidad de dirigir el departamento de Miami era un sueño hecho realidad.

Nací en La Habana, pero mi padre, un feroz luchador contra el comunismo, llevó a nuestra familia a Estados Unidos para escapar de la tiranía de Castro.

El 26 de diciembre de 1968, mi familia y yo llegamos a Miami como refugiados políticos. Recuerdo claramente estar alojado en La Casa de Libertad, barracones de la Segunda Guerra Mundial junto al Aeropuerto Internacional de Miami (MIA), en donde nos procesaron. El 31 de diciembre, dejamos a mis tías, tíos y primos en busca de oportunidades en Los Ángeles, California.

Dada mi historia, había pocas cosas que pudiera hacer en mi carrera de 37 años en la aplicación de la ley que honraran más a mis padres que el servir a la diáspora cubana que mi familia amaba visitar y consideraba nuestro hogar lejos del hogar.

Como hijo y sobrino de luchadores anticomunistas, presos políticos y miembro de la heroica Brigada 2506, me atrajo la idea de estar cerca de la familia, reformar el departamento y retirarme en la ciudad en donde empezó mi viaje estadounidense.

Mucha gente me advirtió sobre la tóxica política de Miami, pero, habiendo lidiado con funcionarios electos y burocracias durante décadas, asumí incorrectamente que Miami no sería diferente a otros lugares.

No pude estar más equivocado.

En cuestión de días después de convertirme en el jefe de policía de Miami, noté que ciertas personas en la ciudad operaban sin respeto por la ley o su juramento de cargo.

En esencia, algunos funcionarios actuaban como una mafia, por lo que su comportamiento me recordaba las historias que mis padres contaban sobre nuestra patria isleña que fue destruida por un autoritario que se proclamó a sí mismo gran liberador, para luego convertirse en un dictador que explotó a los cubanos para su propio beneficio: El Diablo, Fidel Castro.

El comportamiento nefasto que presencié me llevó a escribirle un memo al alcalde y al administrador de la ciudad expresando mi preocupación; también proporcioné el memorando a funcionarios estatales y federales.

Lamentablemente, la única consecuencia de enviar el memo en ese momento fue mi humillación pública y despido, orquestado por el comisionado Joe Carollo.

Pero finalmente parece que las cosas están cambiando y espero haber desempeñado algún pequeño papel en ello.

En junio, un jurado civil federal le ordenó a Carollo pagar $63 millones en daños por usar los recursos del gobierno de la ciudad para su deseo personal de infringir los derechos de libertad de expresión de dos empresarios de la Calle Ocho, quienes tuvieron la determinación y los recursos financieros para defenderse, y esas mismas acciones de Carollo son la base para otra demanda contra la ciudad que tiene el potencial de costar a los contribuyentes millones más en daños.

Recientemente, se reportó que el alcalde Francis Suarez está siendo investigado por aceptar al menos $170,000 en fondos ilícitos de un urbanizador. Luego, hace dos semanas, el comisionado Alex Díaz de la Portilla fue arrestado por cargos de soborno y lavado de dinero.

Nada de esto me sorprende.

Aunque mi mandato como jefe de policía de Miami fue breve, mi historia de reconocer lo que podría ser conducta criminal es larga. He llegado a darme cuenta de que la ilegalidad y la falta de respeto hacia los constituyentes están profundamente arraigadas en unos pocos políticos poderosos de la ciudad.

Por temor a represalias, los honestos servidores públicos y ciudadanos continúan mirando hacia otro lado en lugar de plantarse contra la corrupción.

Creo de todo corazón que los ciudadanos nunca deberían temer a su gobierno y que los funcionarios de Miami no deberían poder abusar de los contribuyentes impunemente.

Los acontecimientos de los últimos meses sugieren que la marcha hacia la rendición de cuentas ya empezó. Por el bien de los trabajadores de Miami y de todas las personas amantes de la libertad, es imperativo que los miembros de la comunidad en todo Miami se unan para exigir y garantizar la rendición de cuentas.

Mi más sincero agradecimiento va a Fiscalía Estatal de Broward y al Departamento de Aplicación de la Ley de la Florida (FDLE) por sacar de las calles y del Ayuntamiento a un funcionario que abusó de su poder.

En el camino hacia la justicia en Miami, esperemos que esto sea solo el principio.

Art Acevedo es ex jefe de policía de Miami.

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