Ari Borovoy y la hipocresía de criticar a los artistas que quieren ser políticos

Ari Borovoy durante una conferencia de prensa. (Medios y Media/Getty Images)
Ari Borovoy durante una conferencia de prensa. (Medios y Media/Getty Images)

Ari Borovoy quiere incursionar en la política como diputado. Así lo anunció él mismo en Twitter y la bomba le estalló en la mano. “Contenderé para diputado este año. Hoy quiero representarte a ti como ciudadano, espero contar contigo. Cada like, cada comentario positivo o negativo, cada mensaje que compartas será un paso más para consolidar nuestra meta juntos” dijo el cantante en un video. No especificó cuál sería su partido ni tampoco la entidad a la que buscaría representar, pero no hacía falta. El juicio llegó al instante.

Aunque ya deberíamos estar acostumbrados, este tipo de candidaturas siempre traen consigo los mismos lamentos. Tal pareciera que la postulación de una celebridad es el pináculo de la vergüenza política. Como si no existieran motivos suficientes para ruborizarse de la clase política que tenemos en este país, porque la verdad es esa: los políticos “de verdad”, esos que tienen decenas de grados y diplomas para aventar al cielo, no se han caracterizado precisamente por hacer política sofisticada. ¿Cuál es el problema entonces con que un artista se postule a un cargo público?

Que está de moda. Sí, lo está. ¿Es nuevo? No, durante la última década ha sido cada vez más normal que a celebridades de distintos ámbitos les pique el mosquito de la política. Cantantes, actores, exfutbolistas, bailarines. Hay de todo, sí. ¿Existe alguna ley que lo prohíba? No. Un cantante, en este caso Ari, tiene tanto derecho como usted o como yo de contender por una diputación, que para eso son cargos públicos. Pú-bli-cos. Y podría ser tan simple como eso, pero en política siempre hay que complejizar hasta aquello que no requiere de mayores explicaciones.

Los analistas políticos, por ejemplo, se suelen indignar cada vez que esto pasa. Ya es muy normal, pero nunca es mal momento para sacar a cuento las enseñanzas que recibieron en Cambridge University. Por lo tanto, los faros de la democracia mexicana suelen cumplir con su cuota de indignación en su tribuna de preferencia, donde publicarán una columna del tipo: “La podredumbre de la política”, “La política y su trivialización” o alguna variante por el estilo.

Siempre es más sencillo enfocar la crítica en esos “agentes extraños” que perturban la cordialidad de la vida política. Cómo no va a ser placentero regodearse de la ignorancia de aquellos que nunca han leído Leviatán de Hobbes y ahora quieren legislar. Y, desde luego, la gente se une a ese coro sin reflexionar que la misma censura que se ejerce contra un exfutbolistas podría ser también aplicable para cualquiera de nosotros. ¿Qué resultados excepcionales, brillantes y envidiables han brindados los diputados que se preparan durante toda su vida para ocupar un curul?

OV7 durante una conferencia de prensa en enero de este año. (Adrián Monroy/Medios y Media/Getty Images)
OV7 durante una conferencia de prensa en enero de este año. (Adrián Monroy/Medios y Media/Getty Images)

En el caso de Borovoy, se ha dicho, a modo de sentencia condenatoria, que no se puede esperar mucho de alguien que ha tenido tantas peleas con sus compañeros de OV7. Tras bambalinas, en la vida personal de cada diputado, ¿no existirá ninguna historia que involucre discusiones y pleitos de cualquier tipo?

Finalmente, extrapolar peleas de ese tipo a su faceta política no sirve de nada para pronosticar cómo será su desempeño potencial, porque, por si hacía falta aclararlo, apenas se encuentra en el punto de partida: sólo ha anunciado que quiere competir. Igual y fracasa, como le ha sucedido a Alfredo Adame y tantos más.

La tendencia seguramente seguirá siendo esa. Así que es mejor acostumbrarse y tomar al toro por los cuernos. Es momento de olvidar los topes en la pared y aceptar que todos los ciudadanos, sin importar oficio ni profesión, tienen el mismo derecho de optar por un cargo público, porque tampoco es como que la política de corbatas y diplomas nos haya hecho muy felices.

Por cierto, un día después de anunciar sus supuestas intenciones políticas, él mismo aclaró que todo se trató de una broma, o más bien de una estrategia de promoción para su famoso show 90's Pop Tour. De forma intencional logró la atención de todos y de manera fortuita destapó la hipocresía con la que juzgamos en México. Porque todos quieren políticos perfectos, pero siguen votando por los mismos de siempre.

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