Arabia Saudí ejecuta a un filipino condenado por asesinato pese a petición del presidente filipino
MANILA, Filipinas (AP) — Arabia Saudí ha ejecutado a un ciudadano filipino condenado por asesinato pese a años de esfuerzos de Filipinas por evitar la ejecución, lo que incluyó una petición del presidente, según dijeron autoridades el lunes.
Ni el presidente, Ferdinand Marcos Jr., ni otros funcionarios dieron detalles como la identidad del reo y la naturaleza del caso, alegando que la familia había pedido privacidad.
Sin embargo, un funcionario filipino con conocimiento del caso dijo que la persona fue detenida por las autoridades saudíes en 2020 tras ser acusada del asesinato. El año pasado recibió una condena a muerte firme, que se aplicó el sábado, indicó.
El funcionario habló bajo condición de anonimato porque no tenía autoridad para comentar los detalles.
Cuando periodistas le pidieron comentarios, Marcos dijo que la ejecución era “muy desafortunada” y que su gobierno prestaría ayuda a la familia de la persona ejecutada.
“Apelamos al lado amable, supongo, de nuestros amigos en Arabia Saudí, quizá, para que echaran otro vistazo y lo hicieron”, dijo marcos. “Por desgracia, la ley allí es muy estricta y, al parecer, la condena se ha mantenido y uno de los nuestros ha sido arrebatado”.
El Departamento de Asuntos Exteriores en Manila dijo que el gobierno filipino había prestado asistencia legal “y agotado todas las posibles soluciones, incluida una carta de petición presidencial” para tratar de impedir la ejecución, pero que la familia de la víctima había rechazado aceptar “dinero de sangre”, un acuerdo financiero para conseguir el perdón.
Arabia Saudí ha sido criticada por grupos de derechos humanos por sus métodos de pena capital, que incluyen decapitaciones y ejecuciones masivas. En el pasado, las autoridades saudíes exponían públicamente en postes el cuerpo y la cabeza de los reos ejecutados como advertencia a otros.
Al menos 86 filipinos —63 hombres y 23 mujeres— enfrentan condenas a muerte en todo el mundo, muchos por asesinato y delitos relacionados con drogas ilegales, según las autoridades filipinas.
Millones de filipinos trabajan en países en todo el mundo para escapar de la pobreza y el desempleo en su país y para mantener a sus familias.
La gran cantidad de dinero que envían a casa ha mantenido la economía de consumo filipina durante décadas, pero la marcha de un gran número de trabajadores ha tenido costes sociales como familias rotas, tráfico de personas y abusos de los empleadores, especialmente a empleadas domésticas en Oriente Medio.