Arévalo, con el gran reto de restaurar

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José Meléndez, corresponsal

SAN JOSÉ, Costa Rica, enero 14 (EL UNIVERSAL).- César Bernardo Arévalo de León tendrá que vestirse de electricista, fontanero, soldador, metalero, albañil, ebanista, jardinero, pintor, carpintero, vidriero, ceramista, tapicero, costurero, arquitecto, ingeniero civil y de otros oficios y profesiones para intentar restaurar el maltrecho edificio y los derruidos mobiliarios, ropajes y jardines de la democracia y la institucionalidad de Guatemala.

Guatemalteco nacido en Uruguay por exilio forzoso de sus progenitores -Juan José Arévalo Bermejo (1904-1990), presidente de 1945 a 1951, y Margarita de León- y con infancia en México, Chile y Venezuela para llegar a vivir desde 1973 a su país en sus días de quinceañero, Arévalo asume hoy la presidencia de Guatemala. Deberá empezar a recoger los escombros luego de más de 200 días de desplome del aparato democrático e institucional.

De 65 años, casado tres veces, sin hijos, antropólogo, filósofo y sociólogo y centroizquierdista, Arévalo logró derrotar la guerra jurídica lanzada en su contra por las fuerzas de la extrema derecha guatemalteca a partir de que, el 25 de junio de 2023, quedó de segundo en la primera ronda de las presidenciales de Guatemala y avanzó como favorito para la segunda, del 20 de agosto, en la que se convirtió en presidente electo.

Arévalo jurará hoy, 14 de enero, a las 14:00 horas (mismo tiempo del centro de México) con la socióloga, politóloga, química bióloga y ambientalista centroizquierdista Karin Herrera como vicepresidenta; iniciarán un cuatrienio que se perfiló como tormentoso y repleto de obstáculos.

El Pacto de Corruptos, alianza de las fuerzas tradicionales políticas, militares y empresariales de Guatemala que le lanzó toda clase de trabas judiciales y electorales en ruta a la presidencia y con unos 20 años de operar abierto o encubierto, tampoco cesó en preparar las maniobras que colocará desde hoy en su camino.

Los cambios

Arévalo apuntó a que será una ruptura en casi 70 años de turbulenta vida política de su país bajo dominio de la derecha en múltiples personajes, rostros y partidos con un régimen militar que se instaló en 1954.

En medio de una guerra civil, de 1960 a 1996 y cuyas heridas siguieron abiertas, la nación comenzó a retornar en 1986 a la democracia y quedó atrapado en 2023 en una aguda y generalizada inestabilidad institucional sin precedentes en el siglo XXI.

Arévalo sucederá al derechista Alejandro Giammattei y tomará posesión para acatar la voluntad popular expresada en las urnas y derrotar al empecinamiento de la derecha: bloquear su camino hacia la silla presidencial, asestar un golpe de Estado y romper la democracia.

"El reto que enfrentará Arévalo para desarticular [a los] corruptos en Guatemala es enorme, un gran desafío", alertó la abogada venezolana Tamara Taraciuk, directora del Programa sobre Estado de Derecho del (no estatal) Diálogo Interamericano, de Washington. "Es importantísimo que Arévalo pueda avanzar en una agenda de fortalecimiento institucional y esa va a ser una tarea cuesta arriba. La democracia está en juego no sólo en Guatemala, sino en América Latina y el Caribe", dijo Taraciuk a EL UNIVERSAL.

"Si la presidencia de Arévalo sale bien, el mensaje de que se puede responder ante las necesidades de la gente desde adentro del sistema democrático va a salir enormemente fortalecido", sugirió.

Para la comunicadora social guatemalteca Iduvina Hernández, directora ejecutiva de la (no estatal) Asociación para el Estudio y Promoción de la Seguridad en Democracia (Sedem), de Guatemala, “Arévalo recibe de Giammattei un Estado en ruinas y una democracia destruida por este y los gobiernos anteriores”. "No es sano pretender que el gobierno de Arévalo, en cuatro años, vaya a reconstruir totalmente la institucionalidad destrozada y a recuperar totalmente el espacio social y civil aniquilado", declaró Hernández a este diario.

"Máxime que llega sin que su partido [Movimiento Semilla] ni las corrientes democráticas cuenten con una mayoría en el Congreso de la República. Tampoco se cuenta con un sistema de justicia apegado al Estado de derecho", destacó.

"Ante las grandes expectativas sociales y ciudadanas, es importante que el gobierno sea claro y transparente con la sociedad. Es necesario entender que se trata de un gobierno de transición y que, lamentablemente por el profundo deterioro de la institucionalidad, apenas podremos empezar el proceso de recuperación", narró. El objetivo será "recuperar la democracia y reconstruir el Estado de derecho", precisó.

Las trabas

Arévalo chocará con la fiscal general de Guatemala, Consuelo Porras. Designada por EU en 2021 en una lista de actores corruptos y no democráticos, Porras encabezó la batalla contra Arévalo y desplegó un vasto menú de hostilidades. Porras argumentó reiteradamente que actuó apegada a la ley y negó operar al servicio de intereses políticos. El asedio de Porras incluyó, sin éxito, anular las dos vueltas electorales de 2023 y abarcó recursos judiciales, electorales, constitucionales y legislativos, entre otros, para atacar a Arévalo.

También contempló un abanico de medidas (algunas aún en debate), como los cuestionamientos al Movimiento Semilla por presuntas fallas o errores de inscripción, o el pedido de levantar la inmunidad a Arévalo y a Herrera por supuestos daños materiales a la (estatal) Universidad de San Carlos (USAC) de Guatemala.

Todo evidenció la inquietud acerca de si las tradicionales fuerzas económicas, militares y políticas de Guatemala que preservaron el poder en la dictadura militar, de 1954 a 1986, y en el lento regreso a la democracia, a partir de 1986, permitirían a Arévalo llegar a la presidencia.

Educador y elemento central de la primavera, que se abrió con una junta revolucionaria en 1944 e impulsó reformas socioeconómicas internas, el padre de Arévalo atestiguó una época sustancial. El proceso fue interrumpido en 1954 con una intervención armada del gobierno de EU y de fuerzas guatemaltecas por presiones de la transnacional United Fruit Company, que explotó la producción bananera en el país. El lío se agravó en 1953, cuando el gobierno confiscó 96 mil hectáreas de tierras ociosas de United para cumplir con una ley de reforma agraria aprobada en junio de 1952 por impulso del entonces presidente, general Jacobo Árbenz (1971-1971), sucesor de Arévalo padre por la vía electoral para gobernar hasta 1957.

Los sucesores

Los portadores de las banderas de 1954 demostraron en este mes que jamás cesarán en su afán de estrecharle el cerco político a Arévalo, al acusarlo de cometer fraude electoral y otras supuestas irregularidades.

"Clarísimo: Arévalo NO puede tomar posesión el 14 de enero, ni nunca", proclamó el empresario ultraderechista guatemalteco Ricardo Méndez Ruiz, presidente de la derechista (no estatal) Fundación Contra el Terrorismo (FCT), el 10 de este mes en X (antes Twitter).

Vinculado a veteranos de guerra y ámbitos militares guatemaltecos, el 9 posteó: "Un silencio inquietante y armas preparadas: la tensa espera de los soldados en las trincheras", advirtió, sin entrar en detalles.

El 10 comentó que "está demostrada hasta la saciedad la responsabilidad" de Herrera "en la toma y destrozos" en el campus de la USAC. "Si debe ser sometida a la justicia penal, que así sea. Mientras más pronto, mejor. Nadie por encima de la ley", ratificó. El 3 se refirió a “la inminente posibilidad de que Arévalo no tome posesión”. El 2 remitió en X a una entrevista que concedió a "El Diario", de Nueva York, que se publicó el 1 de este mes y en la que aseveró: "No sabemos quién va a ser el nuevo gobernante pues Arévalo no va a tomar el poder por todos los problemas jurídicos que enfrenta". Al ratificar que hubo fraude en las elecciones de 2023, subrayó que "hay muchas pruebas de ello".

Los incendios

Arévalo lidiará con otros incendios: un país de unos 18 millones 100 mil habitantes, con más de 55% hundido en la pobreza y olvido socioeconómico, sumido en la corrupción y la impunidad y generador de una masiva y cotidiana corriente de migrantes irregulares a EU vía México.

Guatemala se afianzó como plataforma del narcotráfico internacional: productor de marihuana, de amapola (materia prima de heroína), y de hoja de coca (materia prima de cocaína), y puente para recibir y almacenar precursores químicos y generar fentanilo (opiode sintético) y otras drogas de diseño para exportarlas a México y EU. Para reconstruir la democracia y la institucionalidad de Guatemala, Arévalo debería vestirse con uniformes de oficios tradicionales. Y para combatir al crimen organizado, ¿tendrá que ataviarse de policía... o de militar?