Anti trumpistas vs 'magazolanos': la polarización por las elecciones en EEUU crispa aun más a los venezolanos

La polarización que carbura Trump desde su campaña, prende carbones en una comunidad ya iniciada en eso, la venezolana

Twitter y Facebook eliminaron un video posteado por Trump, por considerar que contenía información falsa sobre el nuevo coronavirus y sobre curas y tratamientos para la covid-19 (AFP/Archivos | Nicholas Kamm)
La polarización que carbura Trump desde su campaña, prende carbones en una comunidad ya iniciada en la polarización, la venezolana (AFP/Archivos | Nicholas Kamm)

Sus detractores los llaman los "magazolanos", un término despectivo que está compuesto por las siglas de la campaña trumpista "Make America Great Again", y la denominación de su gentilicio. Son venezolanos señalados por ser seguidores de Trump a toda costa, discutir emocionalmente en las redes, acusar de comunistas, globalistas u otra etiqueta que usen como insulto, para desprestigiar y estigmatizar todo lo que pueda oponérsele a la candidatura de Donald Trump u ose apoyar a Joe Biden, candidato demócrata.

Del otro lado están los antiturmpistas mismos, víctimas de la polarización y las permanentes provocaciones del presidente, no solo lo odian, sino que lo satanizan, y han puesto en él un antes y un después, un signo indispensable para seguir o colapsar.

El antitrumpismo, como en todos los fenómenos polarizadores, es el resultado prístino de lo que su supuesto antagónico propone: así como Trump, de perfil populista clásico, establece que el bien, Estados Unidos, o "nosotros" depende de que se detenga el daño que "ellos" (los extranjeros, los negros, los pobres, los europeos, o cualquier otro "ellos" que él disponga), asimismo sus opositores reaccionan como si el resto del mundo, su viabilidad y su pertinencia, dependieran de que él se encuentre o no en el poder.

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En esa atmósfera, la cultura política venezolana, viciada e intoxicada con dos décadas de la polarización con que, otro populista, Hugo Chávez, dividió y destruyó la democracia, activa muchas veces sin notarlo el mismo mecanismo: la pertinencia de mi existencia depende de que no existas tú. A lo que paradójicamente se yuxtapone: mi existencia es tal en tanto que tú existas y yo me oponga a ti y tú te opongas a mi.

La Historia está llena de líderes que logran dividir pueblos, regiones y culturas, y en esa medida, en la medida en que no nos vemos como un todo, sino como seres cuya pertinencia son excluyentes, también llega la destrucción.

En todo caso, es interesante que el fenómeno de la polarización que propone y ha prendido a causa del liderazgo de Donald Trump y sus adeptos en la sociedad estadounidense, haya prendido también en este grupo tan particular, el de algunos venezolanos, muchos de ellos viviendo en el exterior, en Estados Unidos mismo o en Venezuela, con una convicción ardida y emocional a favor o en contra del presidente de cabellera anaranjada.

Por una parte es comprensible: hasta los más radicales opositores al republicano han reconocido que, erráticamente o no, el gobierno estadounidense ha volteado a ver con deferencia la abominable situación política que sufre Venezuela, con el poder usurpado, la situación sanitaria y alimentaria más grave que ha vivido el continente en décadas y un acabose económico tal que además de habitar en la hiperinflación ha terminado por desaparecer la moneda nacional, en vista de su precaria pertinencia.

Ese hecho es el dique para que algunos venezolanos (los que son acusados por los antirumpistas de "magazolanos"), señalen a los compatriotas que no apoyen a Trump de no querer a su país, presumiendo que el mandatario estadounidense invadirá o acometerá alguna otra acción en su próximo periodo (de ser reelecto) para sacar al chavismo del poder. La premisa dilemática y un poco chantajista es algo así como: si no apoyas a Trump es porque no quieres la libertad de Venezuela.

En la cacería, los antitrumpistas llevan tomates de todo tipo: no sólo son tildados de antipatriotas, sino que también de cómplices de comunistas, de colaboradores de la agenda globalista internacional (que es una suerte de anatema reciente) y, en el mejor de los casos, de ovejitas inocentes.

Pero la caza es bidireccional. Gente muy preparada o no tanto, que trata de defender ideas y optar por una opción menos atribulada que la que ha traído Trump hasta ahora, con frecuencia derriba sus barricadas y va en busca de quienes llaman "los magazolanos", a quienes ofenden por ignorantes, tildan de desconocer la política americana, les acusan de chavistas inconscientes y otro largo etcétera que sin querer, o queriendo, no hace sino, de nuevo, reproducir la dinámica que Hugo Chávez exacerbó y Donald Trump usa tan bien (ninguno de los dos es su creador, este tipo de líderes y sentimientos colectivos existe desde tiempos tribales y son más tribales que otra cosa).

Es difícil discutir en estos tiempos con alguna frialdad el panorama político que confrontamos, sin duda complejo y lleno de retos, mucho más ahora que la pandemia ha puesto en cuestionamiento todos los supuestos y prioridades que tenía la civilización. Ose usted reconocer algún logro de la administración Trump o darle el beneficio de la duda en algún aspecto, y espere baldes de improperios, prepárese para ser tildado de colaboracionista, ciego o racista.

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Atrévase a ser crítico con Trump y sus formas, rechace sus políticas y las consecuencias de sus 3 años de gestión, y traiga sus mangueras contra incendio, puede que los magazolanos lo prendan en fuego.

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