Los antiguos orígenes del vidrio

Hoy en día, el vidrio es un material ordinario, de estantería. Pero en los primeros tiempos de su historia, el vidrio era una joya para los reyes.

Hace miles de años, los faraones del antiguo Egipto se rodeaban del material, incluso en la muerte, dejando impresionantes ejemplares para que los arqueólogos los descubrieran. La tumba del rey Tutankamón albergaba una paleta de escritura decorativa y dos reposacabezas de cristal macizo de tonos azules, que quizá en su día sostuvieron la cabeza de los miembros de la realeza que dormían. Su máscara funeraria presenta incrustaciones de vidrio azul que se alternan con el oro para enmarcar el rostro del rey.

En un mundo repleto de las tonalidades beige, marrón y arena de los materiales más utilitarios de la Edad de Bronce tardía, el vidrio —saturado de azul, púrpura, turquesa, amarillo, rojo y blanco— habría proporcionado los colores más llamativos aparte de las piedras preciosas, dice Andrew Shortland, científico arqueológico de la Universidad de Cranfield en Shrivenham, Inglaterra. En una jerarquía de materiales, el vidrio se habría situado ligeramente por debajo de la plata y el oro y se habría valorado tanto como las piedras preciosas.

Pero aún quedan muchas preguntas sobre este preciado material. ¿Dónde se fabricó el vidrio por primera vez? ¿Cómo se trabajaba, coloreaba y se distribuía por el mundo antiguo? Aunque muchas cosas siguen siendo un misterio, en las últimas décadas las técnicas de la ciencia de los materiales y un nuevo análisis de artefactos excavados en el pasado han comenzado a completar los detalles.

Este análisis, a su vez, abre una ventana a la vida de los artesanos, comerciantes y reyes de la Edad de Bronce, y a las conexiones internacionales entre ellos.

El vidrio del pasado

El vidrio, tanto el antiguo como el moderno, es un material normalmente hecho de dióxido de silicio, o sílice, que se caracteriza por sus átomos desordenados. En el cuarzo cristalino, los átomos están fijados en posiciones regularmente espaciados en un patrón repetitivo. Pero en el vidrio, los mismos bloques de construcción —un átomo de silicio unido a oxígenos— están dispuestos en desorden.

Arqueólogos han encontrado cuentas de vidrio que datan de una época tan temprana como el tercer milenio antes de Cristo. Los esmaltes basados en los mismos materiales y la misma tecnología datan de una época aún más temprana. Pero fue en la Edad de Bronce tardía —entre el 1600 y el 1200 a.C.— cuando el uso del vidrio parece haber despegado realmente, en Egipto, la Grecia micénica y Mesopotamia, también llamada Oriente Próximo (situada en lo que ahora es Siria e Irak).

A diferencia de hoy, el vidrio de aquellos tiempos era a menudo opaco y saturado de color, y la fuente de la sílice eran las piedrecitas de cuarzo trituradas, no la arena. Los antiguos, muy astutos, descubrieron cómo reducir la temperatura de fusión del cuarzo triturado a la que se podía alcanzar en los hornos de la Edad de Bronce: utilizaron las cenizas de las plantas del desierto, que contienen altos niveles de sales como el carbonato de sodio o los bicarbonatos. Las plantas también contienen cal —óxido de calcio— que hacía que el vidrio fuera más estable. Los antiguos vidrieros también añadían materiales que daban color al vidrio, como el cobalto para el azul oscuro, o el antimoniato de plomo para el amarillo. Los ingredientes se fundían en la mezcla, aportando pistas químicas que los investigadores buscan hoy en día.

“Podemos empezar a analizar las materias primas que entraron en la producción del vidrio y luego sugerir de qué lugar del mundo procedían”, dice el científico de materiales Marc Walton, de la Universidad Northwestern de Evanston, en Illinois, coautor de un artículo sobre la ciencia de los materiales y los artefactos arqueológicos y las obras de arte en el Annual Review of Materials Research  de 2021.

Pero esas pistas han llevado a los investigadores solo hasta cierto punto. Cuando Shortland y sus colegas investigaban los orígenes del vidrio hace unos 20 años, el vidrio de Egipto, Oriente Próximo y Grecia parecía ser químicamente parecido, difícil de distinguir según las técnicas disponibles en ese momento.

La excepción fue el vidrio azul, gracias a los trabajos del químico de origen polaco Alexander Kaczmarczyk, que en la década de los años ochenta descubrió que elementos como el aluminio, el manganeso, el níquel y el zinc acompañan al cobalto que da al vidrio un tono azul abisal. Al examinar las cantidades relativas de estos, el equipo de Kaczmarczyk llegó a rastrear el mineral de cobalto utilizado para la coloración azul hasta su fuente mineral en determinados oasis egipcios.

Retomando el trabajo donde lo dejó Kaczmarczyk, Shortland se propuso comprender cómo trabajaban los antiguos egipcios con ese mineral de cobalto. El material, un compuesto que contiene sulfato llamado alumbre, no se incorpora al vidrio. Pero en el laboratorio, Shortland y sus colegas reprodujeron una reacción química que los artesanos de la Edad de Bronce tardía podrían haber utilizado para crear un pigmento compatible. Y crearon un vidrio azul intenso que, de hecho, se parecía al vidrio azul egipcio.

En los primeros años de este siglo, un método relativamente nuevo ofreció más información. Denominada espectrometría de masas de ablación por láser, o LA-ICP-MS, la técnica utiliza un láser para extraer una diminuta porción de material, invisible a simple vista. (“Eso es mucho más aceptable para un museo que sacar el gran martillo y quitarle un pedazo”, dice Shortland). Luego, se utiliza la espectrometría de masas para medir un conjunto de elementos, creando una huella química de la muestra.

Basándose en este método, en 2009 Shortland, Walton y otros analizaron cuentas de vidrio de la Edad de Bronce tardía desenterradas en Grecia, país que, según algunos investigadores, tenía sus propios talleres de producción de vidrio. El análisis reveló que el vidrio griego tenía firmas del Cercano Oriente o de Egipto, lo que apoya la idea de que Grecia importó vidrio de ambos lugares y, aunque pudo haber trabajado el vidrio, no lo fabricó localmente. Los vidrios egipcios solían tener niveles más altos de lantano, circonio y titanio, mientras que los vidrios del Cercano Oriente solían tener más cromo.

Orígenes oscuros

Pero ¿dónde nació el vidrio por primera vez? A lo largo de al menos 100 años, los investigadores han debatido sobre dos contendientes principales: el Cercano Oriente y Egipto. Basándose en algunos bellos y bien conservados artefactos de vidrio que datan de alrededor del año 1500 a.C., al principio se favoreció a Egipto. Pero en los años ochenta, los investigadores apostaron por Oriente Próximo después de que los excavadores encontraran montones de vidrio en Nuzi, una ciudad provincial de la Edad de Bronce tardía en el actual Irak, que se cree que data del año 1500 a.C.

Sin embargo, por esas mismas fechas, un nuevo análisis de los textos arqueológicos reveló que Nuzi era entre 100 y 150 años más joven de lo que se estimaba, y que la industria egipcia del vidrio de esa época parece haber sido más avanzada — lo que volvió a favorecer a Egipto—.

Pero ahí no acaba la historia. El vidrio puede degradarse, especialmente en condiciones de humedad. Los objetos de las antiguas tumbas y ciudades de Egipto han durado milenios, ayudados por el entorno de conservación casi ideal del desierto. En cambio, el vidrio del Oriente Próximo, procedente de tumbas de las llanuras aluviales de Mesopotamia, se enfrentaba con más frecuencia a los ataques del agua, que puede lixiviar los compuestos estabilizadores y convertir el vidrio en polvo escamoso.

Este vidrio deteriorado es difícil de identificar e imposible de mostrar, lo que significa que mucho vidrio de Oriente Próximo pudo haberse dejado pasar por alto. “Creo que gran parte del vidrio ha desaparecido efectivamente”, dice Shortland. “Las primeras excavaciones se preocuparon menos por este ex-vidrio escamoso que por otras cosas”.

El resultado final: “De momento, uno realmente no puede decidir cuál es el más antiguo”, dice Shortland.

Encontrar la fabricación de vidrio

Resulta incluso complicado determinar dónde se fabricaba el vidrio. Eso se debe en parte a que el material se intercambiaba con frecuencia, tanto en forma de objetos acabados como de vidrio en bruto para ser trabajado en cuentas o recipientes.

El vidrio ayudaba a unir a los antiguos imperios, dice Thilo Rehren, un científico de materiales arqueológicos del Instituto de Chipre en Nicosia que ha examinado la artesanía detrás de los objetos de la tumba de Tut, entre otros. Los reyes enviaban materiales a otros gobernantes, esperando bienes o lealtad a cambio, dice. Los inventarios antiguos de la Edad de Bronce tardía revelan un intercambio de marfil, gemas, madera, animales, personas y más, y aunque el papel del vidrio en esta convención de regalos y tributos no se entiende del todo, la composición de los artefactos también admite los intercambios de vidrio.

En un collar de cuentas de vidrio excavado en Gurob, Egipto, en una zona que se cree que fue un palacio del harén, Shortland y sus colegas encontraron la firma química asociada a Mesopotamia: niveles relativamente altos de cromo. La ubicación de las cuentas implicaba que probablemente las joyas fueron regaladas al faraón Tutmosis III junto con las mujeres del Cercano Oriente que se convirtieron en las esposas del rey. Con la química aplicada al caso, “ahora estamos empezando a ver algunos de estos intercambios entre Egipto y otras zonas”, dice Shortland.

A principios de la década de los años ochenta, los buzos encontraron la veta madre de estos intercambios frente a la costa de Turquía, en un barco hundido del año 1300 a.C. llamado el Pecio de Uluburun. El análisis de su contenido revela una economía global, dice Caroline Jackson, arqueóloga de la Universidad de Sheffield en Inglaterra. Posiblemente un barco fenicio en una expedición para hacer regalos, el buque transportaba artículos de todas partes: marfil, cobre, estaño, incluso ámbar del Báltico. De los restos del naufragio, los excavadores recuperaron un cargamento de vidrio coloreado —175 bloques inacabados, llamados lingotes, para trabajar el vidrio—.

La mayoría de los lingotes eran de color azul oscuro cobalto, pero el barco también transportaba lingotes de color púrpura y turquesa. Jackson y sus colegas desmenuzaron algunos pequeños fragmentos de tres lingotes y reportaron en 2010 que los bloques de vidrio en bruto eran de origen egipcio, basándose en la concentración de trazas de metales.

Rastreando la fabricación de vidrio

Otra razón por la que es difícil identificar los lugares de fabricación de vidrio es que el proceso produce pocos residuos. “Se obtiene un objeto acabado y eso, por supuesto, va al museo”, dice Rehren. Eso lo llevó a él y al arqueólogo Edgar Pusch, que trabajaban en una casa de excavación llena de pulgas en el delta del Nilo hace unos 20 años, a analizar las piezas de cerámica en busca de signos de un antiguo taller de fabricación de vidrio. El lugar, cerca de la actual Qantir, en Egipto, fue la capital del faraón Ramsés II en los años 1200 a.C.

Rehren y Pusch vieron que muchas de las vasijas tenían una capa rica en cal, que habría actuado como una barrera antiadherente entre el vidrio y la cerámica, permitiendo que el vidrio se levantara fácilmente. Algunas de estas presuntas vasijas para hacer vidrio —incluida una jarra de cerveza reutilizada— contenían vidrio semiacabado de color blanco y aspecto espumoso. Rehren y Pusch también relacionaron el color de las vasijas de cerámica con la temperatura que habían soportado en el horno. A unos 900 grados Celsius, las materias primas podrían haberse fundido, para hacer ese vidrio semiacabado. Pero algunos crisoles eran de color rojo oscuro o negro, lo que sugiere que se habían calentado al menos a 1.000 grados Celsius, una temperatura lo suficientemente alta como para terminar de fundir el vidrio y colorearlo uniformemente para producir un lingote de vidrio.

Algunos crisoles contenían incluso restos de vidrio rojo, coloreado con cobre. “Pudimos identificar las pruebas de fabricación de vidrio”, dice Rehren. “Nadie sabía qué aspecto debía tener”.

Desde entonces, Rehren y sus colegas han encontrado pruebas similares de fabricación de vidrio y producción de lingotes en otros yacimientos, incluida la antigua ciudad desértica de Tell el-Amarna, conocida como Amarna para abreviar, que fue brevemente la capital de Akenaton durante el siglo XIII a.C. Y observaron un patrón interesante. En los crisoles de Amarna, solo aparecían fragmentos de vidrio azul cobalto. Pero en Qantir, donde también se trabajaba el cobre de color rojo para fabricar bronce, los crisoles excavados contienen predominantemente fragmentos de vidrio rojo. (“Esa gente sabía exactamente cómo trabajar el cobre esa era su habilidad especial”, dice Rehren). En Qantir, el egiptólogo Mahmoud Hamza llegó a desenterrar un gran lingote de vidrio rojo corroído en la década de los años veinte del siglo pasado. Y en un yacimiento llamado Lisht, los crisoles con restos de vidrio contienen principalmente fragmentos de color turquesa.

Los hallazgos monocromos en cada yacimiento sugieren que los talleres se especializaban en un solo color, dice Rehren. Pero parece que los artesanos tenían acceso a un arco iris. En Amarna, las varillas de vidrio excavadas en el yacimiento —probablemente fabricadas a partir de lingotes refundidos— presentan una gran variedad de colores, lo que apoya la idea de que los lingotes de colores se enviaban y comerciaban para trabajar el vidrio en muchos lugares.

Vidrio en el suelo

Los arqueólogos continúan persiguiendo la historia del vidrio en Amarna y, en algunos casos, repitiendo con más cuidado las exploraciones de arqueólogos anteriores.

En 1921-22, un equipo británico dirigido por el arqueólogo Leonard Woolley (más famoso por sus excavaciones en Ur) excavó en Amarna. “Digámoslo sin rodeos: hizo un desastre total”, dice Anna Hodgkinson, egiptóloga y arqueóloga de la Universidad Libre de Berlín. Con prisas y centrado en hallazgos más vistosos, Woolley no actuó con la debida diligencia en la documentación del vidrio. Excavando en 2014 y 2017, Hodgkinson y sus colegas trabajaron para recoger las piezas perdidas.

El equipo de Hodgkinson encontró barras y astillas de vidrio por toda la zona de Amarna que excavaron. Algunas se desenterraron cerca de hogares de estatus relativamente bajo sin hornos, algo que llama la atención por el supuesto papel del vidrio como significante de estatus. Inspirados por el arte egipcio aún más antiguo que representaba a dos trabajadores del metal soplando en un fuego con pipas, los arqueólogos se preguntaron si se podrían utilizar pequeñas fogatas para trabajar el vidrio. Sudando e impregnándose del olor alrededor de las llamas, descubrieron que podían alcanzar temperaturas lo suficientemente altas como para formar cuentas en fuegos más pequeños que los típicamente asociados con el trabajo del vidrio. Es posible que los primeros excavadores no hayan visto estos pequeños fogones, dice Hodgkinson, por lo que tal vez el trabajo del vidrio era menos exclusivo de lo que los investigadores siempre han pensado. Quizá también participaban mujeres y niños, especula Hodgkinson, al reflexionar sobre las muchas manos que se necesitaban para mantener el fuego.

También Rehren se ha replanteado para quién era el vidrio, ya que las ciudades mercantiles de Oriente Próximo tenían mucha cantidad y se enviaban grandes cantidades a Grecia. “No me parece que se trate de una mercancía real muy controlada”, dice. “Estoy convencido de que, dentro de 5 ó 10 años, podremos argumentar que el vidrio era una mercancía cara y especializada, pero no muy controlada”. Élite, pero no solo para la realeza.

Los investigadores también están empezando a utilizar la ciencia de los materiales para rastrear un posible comercio de colores. En 2020, Shortland y sus colegas informaron de la utilización de isótopos —versiones de elementos que difieren en sus pesos atómicos— para rastrear el origen del antimonio, un elemento que puede utilizarse para crear un color amarillo o que puede hacer que el vidrio sea opaco. “La gran mayoría de los vidrios muy primitivos —es decir, los comienzos de la fabricación de vidrio— contienen antimonio”, afirma Shortland. Pero el antimonio es bastante raro, lo que llevó al equipo de Shortland a preguntarse de dónde lo sacaban los antiguos vidrieros.

Descubrieron que los isótopos de antimonio del vidrio coincidían con los minerales que contenían sulfuro de antimonio, o estibina, de la actual Georgia, en el Cáucaso —una de las mejores pruebas de un comercio internacional de colores—.

Los investigadores siguen examinando la época del primer vidrio. Aunque Egipto ha acaparado gran parte de la atención, hay muchos yacimientos en Oriente Próximo que los arqueólogos aún podrían excavar en busca de nuevas pistas. Y con las restricciones actuales sobre el traslado de objetos a otros países o incluso fuera del lugar para su análisis, Hodgkinson y otros arqueólogos están trabajando para aplicar métodos portátiles en el terreno y desarrollar colaboraciones con investigadores locales. Mientras tanto, muchos objetos antiguos pueden arrojar nuevas pistas al ser analizados de nuevo con técnicas más potentes.

A medida que nuestro conocimiento histórico sobre el vidrio sigue conformándose, Rehren advierte que no hay que tener certeza en las conclusiones. Aunque los arqueólogos, ayudados por los registros y por lo que se sabe de los contextos culturales, infieren cuidadosamente el significado y la saga de los artefactos, solo una fracción del porcentaje de los materiales que antaño poblaban cualquier yacimiento sobrevive en la actualidad. “Se obtiene información contradictoria, ideas contradictorias”, dice. Todos estos fragmentos de información, de vidrio, “se pueden ensamblar de diferentes maneras para hacer diferentes cuadros”.

Artículo traducido por Debbie Ponchner

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Carolyn Wilke es una periodista científica independiente que reside en Chicago y a la que le fascina cómo la química y los materiales se entrecruzan con las sociedades tanto antiguas como modernas. Encuéntrela en Twitter @carolynmwilke.

This article originally appeared in Knowable Magazine, an independent journalistic endeavor from Annual Reviews. Sign up for the newsletter.