Estos fueron los animales que hicieron más interesante el 2024
Por Emily Anthes
Cada año tiene sus estrellas revelación, y 2024 ofreció una cosecha abundante: Glen Powell, Chappell Roan, el chico del caballo con arcos. Pero solo una de esas estrellas tenía un cuerpo que se comparó incesantemente con una papa. Era escurridiza, enérgica y tenía el nombre de un tipo de albóndiga de cerdo. Era, por supuesto, Moo Deng, la hipopótama pigmea que saltó a la fama tan rápido que con solo 2 meses de edad inspiró un personaje de Saturday Night Live.
Ella no fue la única criatura no humana que llegó a los titulares este año. De hecho, 2024 fue un año en el que los animales parecen haber hecho de todo, convirtiéndose en celebridades de alto nivel, íconos políticos e historias aleccionadoras. Y, en el camino, a menudo sirvieron como distracciones del caótico mundo humano… aunque también fueron claros reflejos de él.
Las estrellas de las redes sociales
Cada vez es más común que cuando nace una cría en un zoológico, la cría aparece en internet, y luego se vuelve viral. Este año, un enorme polluelo de pingüino rey llamado Pesto —un suave montón de pelusa marrón de 22,6 kilos que vive en el acuario Sea Life de Melbourne, Australia— se convirtió en un caso ejemplar.
Pero Moo Deng, quien nació en el Zoológico Abierto de Khao Kheow, en Tailandia, pareció tocar algo más profundo. Claro, era adorable. Pero cuando no estaba durmiendo (que era a menudo), parecía perpetuamente enfadada, haciendo berrinches, mordiendo a sus cuidadores y parecía que gritaba en silencio. En internet la aclamaban como “ingobernable” e incluso la mostraban como un modelo a seguir para las mujeres, con su actitud sin complejos y su envidiable piel hidratada.
Sin embargo, Moo Deng era una elección incómoda como icono feminista. Pertenecía a una especie en peligro de extinción -solo quedan unos cuantos miles de hipopótamos pigmeos en libertad- y vivía en un zoológico, donde los visitantes habían empezado a arrojarle objetos. Su nombre, que significaba literalmente “cerdo saltarín”, se refería a un tipo de carne. Y su imagen se utilizó para vender de todo, desde maquillaje hasta criptomonedas.
Aunque el estrellato de las redes sociales puede aprovecharse para apoyar esfuerzos de conservación, también puede tener el efecto contrario. “Siempre que hay una celebridad animal muy destacada, sobre todo si es un animal salvaje, aumenta el deseo de poseerla”, dijo Siobhan Speiran, geógrafa y especialista en bienestar animal de la Universidad de York, en Canadá. Ese era el sentimiento que Moo Deng solía suscitar entre quienes hacían comentarios en línea: “Suele ser: ‘Oh, quiero tenerla’”.
Las maravillas marinas
Es posible que Moo Deng fuera difícil de manejar, pero al menos solo había una como ella. En Oklahoma, la familia Clifford descubrió que Terrance, su nuevo pulpo mascota, no solo había sido identificado erróneamente como macho, sino que había puesto 50 huevos fecundados. La familia atrajo la atención de una gran cantidad de personas en internet al relatar sus hercúleos esfuerzos por mantener con vida a las frágiles crías.
Sin embargo, en lo que a sorpresas se refiere, Terrance no se comparaba con Charlotte, una raya que parecía haber quedado embarazada a pesar de la ausencia de rayas macho en su tanque del Aquarium & Shark Lab, en Carolina del Norte.
El acuario planteó dos posibles explicaciones. La primera era la partenogénesis, un fenómeno bien documentado en el que los huevos de algunas especies pueden convertirse en embriones viables sin ser fecundados por el esperma. La segunda era que Charlotte se había apareado con uno de los tiburones macho que compartían su tanque y ahora estaba embarazada de “una especie completamente nueva”.
La teoría del apareamiento con el tiburón era “obviamente, ridículamente absurda”, dijo David Shiffman, biólogo de conservación marina. “A los tiburones y las rayas los separan tantos años de evolución como a los humanos y las serpientes. Si un humano intentara aparearse con una serpiente, no tendría como resultado un híbrido humano-serpiente”.
Sin embargo, la idea desencadenó un frenesí mediático. Tras meses sin señales de crías de raya, el acuario anunció que Charlotte había “desarrollado una rara enfermedad reproductiva”, luego que “ya no estaba preñada” y después que había muerto.
En un correo electrónico, Brenda Ramer, quien dirige el acuario, dijo que una autopsia había confirmado la enfermedad reproductiva, pero no dio más detalles ni respondió a preguntas sobre si Charlotte había estado embarazada en algún momento (algunos expertos han especulado con la posibilidad de que Charlotte tuviera una enfermedad que imitara los signos del embarazo).
“Desde luego, nunca estuvo embarazada de un híbrido mitad tiburón y mitad raya”, dijo Shiffman.
“Este año se han producido muchas historias importantes sobre la conservación de los tiburones, que son el grupo de animales vertebrados más amenazado del mundo”, señaló. Y sin embargo, añadió, “la noticia más difundida sobre los tiburones trata de algo que en realidad no ocurrió”.
Los animales políticos
Las mascotas no habían recibido tanta cobertura mediática durante una contienda presidencial desde que Mitt Romney fue criticado por llevar a su perro en una transportadora en el techo de su auto.
La gobernadora Kristi Noem, de Dakota del Sur, vio cómo disminuían sus perspectivas vicepresidenciales cuando se jactó de haber matado de un balazo a su joven perro indisciplinado. El vicepresidente electo JD Vance fue atacado por calificar a los demócratas de “señoras con gatos y sin hijos”. En un debate televisado a nivel nacional, el presidente electo Donald Trump repitió las afirmaciones falsas de que los inmigrantes se robaban y se comían a las mascotas. Y los republicanos convirtieron a una ardilla mascota llamada P’Nut, a quien funcionarios del gobierno estatal habían sometido a eutanasia, en un símbolo de la extralimitación gubernamental.
Si aquí había un mensaje político coherente, no era fácil de discernir. Pero una constante fue que Estados Unidos es, en gran medida, una nación que ama a sus mascotas. Incluso para Trump -un presidente sin mascotas, algo poco común- la historia de Noem parecía cruzar “este límite invisible”, dijo Clive Wynne, experto en comportamiento canino de la Universidad Estatal de Arizona.
Y luego estuvo Robert F. Kennedy Jr., quien confesó haber dejado un osezno muerto en Central Park y de quien se dijo que había utilizado una motosierra para decapitar a una ballena muerta. (Supuestamente, Kennedy después ató la cabeza de la ballena a la parte superior de su coche y condujo hasta su casa, en una horripilante versión cetácea de la historia de Romney).
Aún no está muy claro lo que podemos aprender de estas historias. “¿Con qué tendencia histórica o cultural podemos relacionarlo?”, preguntó Wynne. “Son solo los inmensamente privilegiados haciendo cosas inmensamente estúpidas”.
Rayando en lo salvaje
En un mundo transformado por los humanos, la línea que separa a los animales cautivos de los salvajes puede llegar a ser muy difusa. Un ejemplo es Nibi, un castor macho que fue hallada sola en la naturaleza cuando era demasiado joven para valerse por sí misma.
En el centro de rescate Newhouse Wildlife Rescue, en Massachusetts, Nibi desarrolló gusto por los pistachos, afición por los humanos y un aparente desprecio por los de su especie. (En un video, parece construir una presa en la entrada de la sala de rehabilitación del centro para mantener a raya a otro castor joven).
Al final, la organización de rescate dijo que era una “diva” imposible de poner en libertad, tan inadecuada para la vida en la naturaleza que acudió a los tribunales cuando un organismo estatal ordenó su liberación. Finalmente, el gobernador intervino y permitió que Nibi permaneciera en el centro.
En Nueva York, la vida de un búho real euroasiático llamado Flaco tuvo un destino diferente cuando escapó del zoológico de Central Park. Flaco había vivido toda su vida en cautiverio, pero demostró ser un depredador experto, ayudando a mantener a raya a la población de ratas de la ciudad.
En febrero, un año después de haberse fugado, Flaco murió. La causa inmediata parecía ser que se estrelló contra un edificio, pero la necropsia reveló que Flaco también tenía niveles peligrosamente altos de rodenticidas tóxicos en su organismo. Estos compuestos, muy utilizados para el control de ratas, son una conocida amenaza para las aves de rapiña.
Este otoño, el Ayuntamiento aprobó un proyecto de ley que pedía una prueba piloto de control de la natalidad de roedores, que podría ser una alternativa más segura. La gente se refería al proyecto como la ley de Flaco.
“El clamor que se produjo tras su muerte… fue como el de una figura humana querida”, dijo Rita McMahon, directora del Wild Bird Fund, un grupo local de rescate que respondió cuando Flaco fue hallado gravemente herido. “Ha dejado un legado para nosotros y para sus congéneres”.