Estos son algunos de los animales que cambian de sexo


El reino animal es un mundo a la vez maravilloso y extraño, repleto de seres que poseen todo tipo de habilidades peculiares, desde caminar sobre el agua y aguantar la respiración mientras nadan muchísimos kilómetros bajo la superficie del mar hasta sobrevivir en el vacío del espacio exterior. Ahora bien, muchos animales tienen un “superpoder” muy especial, el cual consiste en la capacidad de cambiar de sexo en algún momento de sus vidas. Es decir, pueden pasar de machos a hembras y viceversa, e incluso presentar los dos sexos al mismo tiempo.

Esta particularidad caracteriza a muchas más especies de lo que cabría imaginar: según el diario español El País, hasta 5 por ciento de todos los animales pueden cambiar de sexo. Esto equivale a cerca del 30 por ciento de las especies que no son insectos.

El “género fluido” de los animales se expresa de dos maneras: como hermafroditas simultáneos (es decir, individuos que poseen rasgos sexuales masculinos y femeninos al mismo tiempo); o como hermafroditas secuenciales (los que son machos o hembras en distintas etapas de la vida).

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La primera categoría se compone, eminentemente, de invertebrados —como los gusanos y los caracoles—, mientras que la segunda está mucho más extendida y abarca desde los peces hasta ciertas especies de ranas y reptiles.

“Los hermafroditas secuenciales son animales que inician la vida con un género sexual y luego cambian al género contrario (de manera secuencial)”, explica a Newsweek el Dr. Stuart West, profesor de biología evolutiva en el Departamento de Zoología de la Universidad de Oxford.

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Lábrido de cabeza azul. Estos peces cambian de sexo, y cuando el macho dominante muere, la hembra más grande se vuelve macho. (Istock / Getty Images Plus)

“Por ejemplo, [algunos] camarones inician como machos, pero luego cambian de género y se vuelven hembras. Lo mismo hacen muchas especies de peces de arrecife, pues inician la vida como hembras y luego cambian a machos (como es el caso de Thalassoma bifasciatum o lábrido de cabeza azul)”, añade.

Los animales que cambian de sexo pueden reproducirse como machos o como hembras tanto antes como después del cambio. No obstante, también manifiestan conductas que corresponden al nuevo género, de suerte que se comportan de manera muy diferente antes y después del cambio.

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“Los individuos que inician la vida como machos y más tarde se vuelven hembras —por ejemplo, el pez payaso, inmortalizado en la película de dibujos animados Buscando a Nemo—, reciben el nombre de ‘protándricos’”, informa el Dr. Andy Gardner, profesor de evolución y selección natural en la Escuela de Biología de la Universidad de St. Andrews, Escocia, Reino Unido.

“En cambio, los ‘protóginos’ son individuos que inician la vida como hembras y luego se transforman en machos, como hacen muchas especies de lábridos (familia de peces de intenso colorido)”, agrega el experto.

Aunque aún se desconoce cómo surgió este rasgo evolutivo, y tampoco se ha precisado qué precipita el cambio en las distintas especies, algunos científicos han propuesto una explicación posible conocida como “la hipótesis de la ventaja del tamaño”.

Dicha hipótesis postula que el cambio de sexo ocurre cuando el género favorece la reproducción de los animales más jóvenes o pequeños, o bien cuando el género aumenta la eficacia reproductiva de los más viejos o grandes.

El secreto del Harén

“El cambio ocurre cuando un género específico se traduce en una ventaja para los animales más grandes y viejos”, comenta West. “Por ejemplo, los machos del lábrido de cabeza azul forman harenes de hembras, pero solo los más grandes y viejos pueden conservar esos harenes. Esto significa que la aptitud del macho (su éxito reproductivo) depende, en gran medida, de la edad.

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En tanto, indica el especialista, “la aptitud de un macho joven es menor porque no puede formar un harén, mientras que el éxito reproductivo de un macho viejo (y grande) es mucho mayor debido a que dispone de un harén con numerosas hembras”.

Como es de esperar, el éxito reproductivo de una hembra de lábrido de cabeza azul también aumenta con la edad y el tamaño, pero no tanto como en los machos. “Las hembras producen más huevos conforme aumentan de tamaño. Si bien las hembras de menor tamaño también tienen oportunidad de reproducirse, el éxito reproductivo de las más grandes es mucho mayor”, explica West.

Y añade al respecto: “A resultas de estos patrones, un individuo joven tendría mayor éxito reproductivo como hembra que como macho, en tanto que un lábrido más viejo tendría mayor éxito reproductivo como macho que como hembra. Esto ha resultado en una selección natural que propicia el cambio de género, de modo que los individuos suelen madurar como hembras, pero en un momento posterior de la vida cambian de género a machos”.

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Peces payaso en una anémona. Los que inician la vida como machos más tarde pueden volverse hembras. (Istock / Getty Images Plus)

El cambio de sexo en el sentido opuesto —de macho a hembra— es más frecuente en los animales cuyas hembras son más exitosas conforme envejecen y aumentan de tamaño. Con todo, este cambio también puede estar determinado por la dinámica social de la población.

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“Desde la perspectiva darwiniana, el cambio de sexo puede ser una respuesta adaptativa cuando la relación entre tamaño y éxito reproductivo difiere entre los géneros”, interpone Gardner.

“Pongamos como ejemplo una población de peces en la que solo los machos más grandes logran reproducirse, mientras que todas las hembras, independientemente del tamaño, tienen el mismo éxito reproductivo. En tales circunstancias, es evidente que resulta más ventajoso iniciar la vida como hembra para luego cambiar de género conforme el individuo aumenta de tamaño”, agrega.

Por otra parte, añade, “también puede intervenir un elemento social. Supongamos que muere el individuo más grande de la población. Este evento podría desencadenar el cambio de género del segundo individuo en tamaño, en vez de que el cambio ocurra de manera automática cuando dicho individuo alcanza un tamaño particular”.

Por supuesto, hay varios otros factores que pueden precipitar el cambio de sexo. Entre ellos, el hecho de que la población empiece a tener más individuos de un mismo género. Esto quedó demostrado en un artículo publicado en 1989 en la revista Copeia, cuyos autores documentaron una población de ranas del junco en que los individuos comenzaron a cambiar de hembras a machos.

Factores para el cambio de sexo de los animales

“Muchos factores son capaces de desencadenar el cambio de género. En algunas especies, el cambio podría ser consecuencia de la edad, mientras que en otras podría tratarse de una respuesta a las condiciones locales. Por ejemplo, algunas poblaciones de peces consisten de un solo macho y varias hembras, de modo que, si el macho del grupo desaparece, la hembra más grande cambia de sexo a macho”, detalla West.

Un ejemplo típico es el pez payaso, el célebre Nemo que vivía en una anémona. Como se dijo antes, esta es una especie protándrica, pero su organización social es un matriarcado. Por ello, cuando la hembra dominante muere o abandona el grupo, el macho dominante cambia de sexo, se vuelve hembra y ocupa la posición vacante.

Algunas especies (para ser exactos, 66 especies de peces) pueden incluso cambiar de sexo en ambas direcciones: primero en un sentido y luego en otro. Esto se observa en el gobio pigmeo rojo-anaranjado o gobio de escombros de Okinawa (Trimma okinawae). En esta especie, cuando muere el macho dominante, una de las hembras cambia de género para reemplazarlo. Sin embargo, si otro macho dominante se integra al grupo, el “macho interino” cambia nuevamente de género y se vuelve hembra.

“Las especies cuyos individuos pueden cambiar de sexo varias veces a lo largo de sus vidas están clasificadas como ‘hermafroditas bidireccionales’”, informa Gardner.

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Ya que los caracoles de jardín son hermafroditas simultáneos, tienen la capacidad de fecundarse uno al otro y al mismo tiempo. (Istock / Getty Images Plus)

La aparente facilidad con que los gobios cambian de género se debe a que las hembras poseen gónadas femeninas activas y también gónadas masculinas, pero inactivas. Aun así, estos peces tienen la capacidad de producir una hormona que activa los testículos e inhabilita los ovarios, lo cual contrasta con otras especies que experimentan cambios sexuales mucho más permanentes y no pueden volver al género inicial.

Algunos animales son hermafroditas simultáneos; es decir, tienen tanto órganos reproductivos masculinos como femeninos y, además, ambos funcionales.

“Los hermafroditas simultáneos son individuos que tienen órganos reproductores masculinos y femeninos, así como la capacidad de producir tanto células sexuales masculinas como femeninas”, explica Gardner. “Por ejemplo, las babosas y los caracoles suelen ser hermafroditas simultáneos y, cuando dos individuos se aparean, pueden fecundarse mutuamente. Esto significa que el primero aporta los espermatozoides que fecundan los óvulos del segundo, mientras que el segundo contribuye con los espermatozoides que fecundan los óvulos del primer individuo”.

Hay ciertas especies que, al aparearse, compiten para determinar cuál de los dos individuos actuará como “padre”. Esto es común en los platelmintos (gusanos planos), los cuales se enfrentan en una especie de “esgrima de penes” que concluye cuando uno inserta el pene en el abdomen del otro y fecunda sus óvulos.

Pero hay más: existen especies capaces de fecundarse por sí solas, como es el caso de las tenias. En vista de todo lo anterior, no podemos más que concluir que el mundo natural dista mucho de ser tan blanco y negro como pensamos. N

(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek).

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