Anderson Daronco, el árbitro musculoso y polémico, que es feliz con la firma de Messi

Anderson Daronco será el árbitro de Ecuador-Argentina
Anderson Daronco será el árbitro de Ecuador-Argentina

Fue el árbitro del polémico Nacional vs. River por la Copa Libertadores y es un personaje muy peculiar: dice ser “un dulce” y habló de su entrenamiento de los últimos 20 años, aunque señala que nunca lo hizo para desafiar a los futbolistas.

Anderson Daronco mide casi 1,90 metro, llama la atención por su físico y en estas horas está en el centro de la polémica por el partido de Copa Libertadores en el que Nacional, de Uruguay, empató 2-2 contra River. Está catalogado como uno de los mejores cinco árbitros de Brasil y uno de los más destacados del continente. Aunque lo que pasó el martes por la noche no es nuevo, ya que habitualmente ha estado envuelto en decisiones particulares a lo largo de su carrera.

Hace unas semanas, Daronco le dio una entrevista a Globo en la que habló de muchos aspectos relacionados al arbitraje y también a su vida personal. El gaúcho, de 43 años, hijo de un sastre y una costurera, dijo que tiene la meta de llegar a los 300 partidos en el Campeonato Brasileño. Fanático de Bebeto y Romario, de la Generación Dorada del voleibol de 1992, y de Ayrton Senna, se convirtió en árbitro casi por casualidad.

Otros tiempos: Daronco con colegas y amigos en un vestuario
Otros tiempos: Daronco con colegas y amigos en un vestuario

–¿Cómo llegaste a ser árbitro de fútbol?

–Nunca quise ser árbitro de fútbol. Mi única experiencia con el arbitraje, no arbitrando sino mirando, fue en 1998. Había un partido de segunda división aquí en la ciudad, en Santa María (NdR: unos 350 kilómetros al oeste de Porto Alegre). Era la primera vez que iba a un estadio de fútbol. Por supuesto, siendo un apasionado, tuve mi equipo desde niño, pero nunca había ido a un estadio. Fui a ver el Inter, de Santa María, contra el Guaraní, de Venâncio Aires. Quien ganó, subió. Guaraní ganó 1-0. Después vi otro al año siguiente contra el San Pablo de Rio Grande en un partido decisivo. Estas fueron las dos únicas veces que fui a una cancha como aficionado o sin los ojos de un árbitro de fútbol. Y ahí ya vi cómo la gente trataba al árbitro, al juez de línea. Parecían animales. Gritando, gritando y tirando orina. Jugaron con sus propios fanáticos, maldijeron a los fanáticos del otro lado. Ahí empecé a meterme en el ambiente futbolístico.

–¿Cuándo dijiste “voy a ser árbitro de fútbol, voy a seguir esta carrera”?

–No fue una decisión en la que me detuve a pensar. Sucedió de forma natural. Estaba en la carrera de Educación Física y tomé el curso sólo para cumplir con una carga horaria que tenía de actividades complementarias. Sólo ese curso de arbitraje acabó con la mitad de esas horas. La mayoría de mis compañeros de mi semestre universitario terminaron tomando este curso. Pero yo no tenía dinero. Y todavía recuerdo cuánto costaba el curso de arbitraje en aquel entonces. Era una cuota por el curso y otra cuota por un kit para arbitrar. Te daban un calcetín, un pantalón corto y una camiseta. Mis sueños iniciales eran arbitrar un partido en Pelotas, en Caxias, y visitar el estadio Bento Freitas, en Brasil. Luego comencé a fijarme pequeñas metas que felizmente alcancé y las superé todas.

Anderson Daronco tiene 43 años, es uno de los mejores referís del continente e impresiona por su físico: algunos lo llaman
Anderson Daronco tiene 43 años, es uno de los mejores referís del continente e impresiona por su físico: algunos lo llaman "el Pitana brasileño"

–Coleccionas camisetas de fútbol. ¿Cuántas tienes?

–Tengo muchas. No puedo decir cuántas, pero tengo muchas. Fue un sueño de la infancia. Mis padres no tenían dinero para darme la camiseta. Tampoco voy a hablar, obviamente, de las primeras que tuve (risas). Pero es costumbre ponerse una camiseta aquí y otra allá. Seguí ahorrando, esta pasión siguió alimentándose y hoy también colecciono camisetas muy antiguas de esa época cuando era niño, en los años 80. Tengo contacto con muchos coleccionistas. Además de las de hoy, por supuesto, también hay camisetas de grandes jugadores de nuestro tiempo.

–Dirigiste partidos de Cristiano y Messi. ¿Conseguiste sus camisetas?

–Tengo una de Cristiano Ronaldo de un partido en Arabia Saudita. Estuve hablando con él al final del juego. Se convirtió en un meme una situación que tuvimos. La gente aquí en Brasil, creo que para conseguir algunos ‘me gusta’, creó un titular como “Cristiano Ronaldo se pelea con Daronco”. No hubo pelea, no hubo nada. El chico protestaba todo el tiempo por una situación de juego, como pasa aquí en el Campeonato Brasileño. Al final del partido tuvimos la oportunidad de hablar y le dije que sería un gran honor para mí si pudiera regalarme la camiseta. Incluso, firmó un par de tarjetas. En ese partido también me quedé con la camiseta de Firmino, que era del otro equipo. Dos grandes estrellas, una de nuestra selección y una de los genios de este deporte.

–¿Y también conseguiste la camiseta de Messi?

–No, sólo tengo la firma de Messi en mi camiseta. Él es súpereducado. Y esta no es una situación común en el arbitraje, la de pedirle algo a un jugador. No es algo que suceda todo el tiempo. Pero es una situación diferente, única. La camiseta de Cristiano, la firma de Messi. Algo que está por encima de cualquier sospecha, incluso en relación con el arbitraje.

Anderson Daronco y su discusión con los jugadores de Nacional, de Uruguay
Anderson Daronco y su discusión con los jugadores de Nacional, de Uruguay

–Hablando de arbitraje. Esta presión que ejercen los clubes para vetar a los árbitros, ¿a usted cómo le llega? ¿Te avisan que, por ejemplo, ha venido un club a quejarse de tu trabajo?

–No, ni siquiera hace falta que nos avisen (risas). El sitio web ya da y ya da novedades. Pero trato de alejarme un poco de eso, porque no aporta nada. Esto simplemente crea una presión innecesaria. Por supuesto, con los antecedentes que ya tenemos, con la experiencia, este tipo de presiones ya no te afectan. Pero también entendemos que muchas veces el descontento del aficionado ante una determinada toma de decisión, que a veces incluso es acertada, no es nada polémico, pero a los ojos del aficionado o de los medios de comunicación fue una decisión polémica, generando esta noticia. La afición se rebela y protesta de alguna manera. El entrenador muchas veces se obliga a hacer una situación como ésta para darle al aficionado la satisfacción de expresar su descontento. Pero esto no cambiará el criterio de la Comisión de Arbitraje.

–¿Eras un luchador en la época de adolescente?

–Soy dulce, hombre. Si alguien viene a hablarme bien, seguiremos hablando hasta mañana. Pero si te golpea con una piedra muy fuerte, te golpea en el pecho y regresa... Estaba un poco nervioso (cuando era adolescente), pero soy partidario de la paz.

–El otro día dijiste que podías hacer pesas con 100 kg.

–Dije algo para que la gente dejara de molestarme. No sé por qué la gente tiene tanta curiosidad por saber cuánto levanto en las pesas (risas).

Anderson Daronco lleva 20 años dedicándose a la actividad física y las pesas
Anderson Daronco lleva 20 años dedicándose a la actividad física y las pesas

–Pero, ¿cuándo empezó esto del culturismo?

–Estaba haciendo una pasantía en la academia de la Universidad Federal de Santa María. Yo aproveché y entrené. La gente que me ve y hace algún tipo de juicio como “Ah, toma esto, usa aquello, no sé qué”, es falso... Como si hubiera pasado de ayer a hoy. Empecé a entrenar cuando tenía 20 años. Tengo 43. He pasado al menos 20 años haciendo lo mismo. Si al menos me entrené correctamente, mi cuerpo se desarrollará. Esto siempre ha sido una curiosidad para la gente. Incluso, los innumerables artículos que hicieron conmigo, apenas comencé a arbitrar, quisieron llevar mucho en esa dirección: “Ah, queremos mostrar cómo es tu entrenamiento”. No voy a mostrarte cómo es. Nunca quise eso, no importa cómo me entrene. No voy a hacer un video. Eso no es lo que quiero. Entrenaba porque era un tipo de actividad física que me satisfacía porque me gustaba mucho jugar al fútbol sala y al handball.

Después de que comencé a arbitrar un poco más en serio, tuve que parar porque corría el riesgo de lastimarme. El gimnasio era algo que en ese momento llenaba esa necesidad y me gustaba. Claro que me gusta entrenar, pero nunca he sido uno de esos monstruos del gimnasio. Me considero un tipo normal. Sólo soy un tipo alto, un poco grande, más ancho de lo normal, pero para el mundo del fútbol, donde los jugadores ya tienen un poco menos de estatura, un cuerpo un poco diferente. Lo que más escucho a veces cuando estoy en el aeropuerto, en un restaurante: “Vaya, pensé que eras más grande, por lo que vi en la televisión”. Por supuesto, no soy un monstruo, soy un ser humano normal.

–¿Creés que al principio intimidaste a los jugadores?

–No lo sé, podría ser así, pero ese nunca fue el objetivo. Pero puede que haya ocurrido e incluso por la repercusión mediática que tuvo, puede que haya ocurrido de forma indirecta.

Daronco en un partido de eliminatorias entre Argentina y Chile, en Calama, discutiendo con De Paul y con Otamendi
Daronco en un partido de eliminatorias entre Argentina y Chile, en Calama, discutiendo con De Paul y con Otamendi - Créditos: @JAVIER TORRES

–¿Estás pensando en hablar sobre arbitraje en un libro?

–Voy a escribir un libro. Ya tenía parte de un libro escrito. Algunos capítulos sobre la vida de un árbitro, sobre situaciones arbitrales que sucedieron, en los partidos, situaciones curiosas. Pero lamentablemente terminé perdiendo el archivo.

–¿Pero eres tú quien toma las decisiones?

–Claro, claro. Sé que la gente siente un poco de curiosidad por el mundo del arbitraje. Veo cómo llama la atención de la gente en los programas en los que tengo la oportunidad de participar Entonces, poder acercarnos y traer un poco más de esta realidad es realmente genial. El árbitro no es un ser humano que se lanza en paracaídas y luego es secuestrado y desaparece del mapa. Soy un ser humano que va al restaurante, va al mercado, camina por la calle, que juego con mis compañeros, que se burla. Una persona como cualquier otra y que, además, tenemos muchas historias que contar.