Ana Guevara y la incongruencia de decir que México tiene pocos talentos, pero ella no los apoya

Ana Guevara después de reunirse con atletas mexicanos el pasado 11 de junio. (CARL DE SOUZA / AFP)
Ana Guevara después de reunirse con atletas mexicanos el pasado 11 de junio. (CARL DE SOUZA / AFP)

Ana Guevara, directora de la Conade, ha tenido, desde 2018, la responsabilidad del deporte mexicano. Se trata, en cada gobierno, de una asignatura con fuertes retos. Ella vivió en carne propia la crueldad de buscarse apoyo por sí misma, cuando fue atleta. De muchas maneras, se esperaba que su gestión fuese diferente, enmarcada como ha sido por decenas de conflictos vinculados a la falta de apoyo a los deportistas nacionales. En entrevista con ESPN, Guevara habló de su perspectiva sobre esos talentos aislados que no encuentran el apoyo necesario.

“Solo estamos esperando las balas perdidas. Salió otro Chicharito, pues sí, pero ¿quién lo va a agarrar? ¿Quién lo va a ver? Salió otra Ana Guevara, ¿y luego? Ahí se va perdiendo ese talento, solamente se están esperando las balas perdidas, a ver quién sale y quién brinca. Tendríamos que hacer este gran plan donde no solo apostemos por la selección mayor, sino también hacer una estructura paralela de juveniles", expresó.

Y lo sabe con perfecto conocimiento de causa. En efecto, los talentos de este país suelen hacer mucho con lo que obtienen gracias a su esfuerzo propio. De hecho, en la misma entrevista, Guevara citó a Osmar Olvera, clavadista, y Alegna González, marchista, como ejemplos de atletas que han tenido éxito desde que acudían a torneos juveniles. Se trata del proceso ideal: curtirse en esas competencia y vivir un aprendizaje que tenga clímax en los Juegos Olímpicos. Pero no hay que confundirse: el respaldo institucional flaquea también en casos así. Basta recordar que Olvera, tras ganar la medalla mundial de oro en febrero pasado, lanzó una queja en la que pedía la restitución de su apoyo económico.

No se trata sólo de que la estructura deportiva sea sólida, porque ahí va el trabajo de los formadores, sino de que haya un auténtico apoyo para los deportistas. Ella puede hablar de las cualidades que ve en quienes están buscando el éxito deportivo: “Si hay varios, lo notas tú en la forma de entrenar, en el compromiso que tienen con lo que desempeñan. Aquí, más allá de una persona común y ordinaria, vives y trabajas con una computadora que es tu cuerpo, quienes renuncian a los distractores, quienes están ensimismados en lograr los objetivos”. Pero no basta y no sólo por ellos; no basta porque desde la cúpula dirigencial del deporte mexicano no ha existido la voluntad por cambiar el estado de las cosas.

El diagnóstico está ahí y Guevara lo conoce de primera mano, como atleta y ahora como dirigente. ¿Qué se ha hecho entonces para que México deje de vivir de las balas perdidas que ella misma mencionó? No será, de manera predecible, una respuesta que deba limitarse a este sexenio. Seguirá siendo una deuda del sistema deportivo mexicano: hacer que sus talentos tengan las herramientas y el camino adecuados para desarrollar su potencial. Si durante su gestión, la propia Guevara ha estigmatizado a atletas, que no han hecho sino pedir sus derechos, el panorama no podría pintar peor para el futuro.

Y no debe confundirse esta mira con lo que representan los Juegos Olímpicos. Será esa la coartada de preferencia para Guevara: si hay resultados óptimos en París 2024, se tratará de impulsar una narrativa según la cual el trabajo de Conade habrá sido integral y exitoso. Aún no se sabe si ella continuará en su cargo en el nuevo sexenio de Claudia Sheinbaum, pero su nombre ya está en la historia por dos motivos: una atleta excepcional, sí, y una servidora pública que no procuró a los atletas mexicanos.