AMLO, el presidente con tanta fama que hasta supera a influencers con sus mañaneras

AMLO, Andrés Manuel López Obrador, en una conferencia de prensa del pasado 18 de septiembre. (Luis Barron / Eyepix Group)
AMLO, Andrés Manuel López Obrador, en una conferencia de prensa del pasado 18 de septiembre. (Luis Barron / Eyepix Group)

Cuando Andrés Manuel López Obrador (AMLO) lanzó las conferencias "mañaneras", en diciembre de 2018, había una hipótesis muy clara: quería acaparar, desde las primeras horas del día, la atención pública y que su voz dictara la agenda informativa del día. Ya le había funcionado años antes, mientras fue jefe de Gobierno de la Ciudad de México (2000-2005). Pero había una gran interrogante vinculada a la era de las pantallas.

Sí, la prensa podía darle foco a sus conferencia, pero ¿qué tan atractivo serían esas conferencias en las nuevas plataformas, esas que no existían cuando él gobernó la capital? La pregunta se respondió de inmediato. Ni bien había arrancado con las mañaneras cuando en YouTube ya había una variedad de canales, además del suyo, que todos los días emitían de manera íntegra el contenido. También se hacía en Twitter y en Facebook. Después Spotify se sumó a la tendencia, y empezó a colgar las conferencias como si fueran podcast, para ser escuchadas en cualquier momento de manera cómoda.

Si alguien anticipaba un cansancio por parte de la audiencia, no pudo haber estado más equivocado. A falta de un año para que termine el sexenio de López Obrador, sus conferencias no solamente siguen siendo populares —y, en efecto, consiguen el fin de acaparar la atención mediática—, sino que gozan de mejor salud que nunca. Así lo establece el reporte de agosto de Stream Charts, una base de datos que recopila la información sobre transmisiones en vivo en plataformas como Twitch y YouTube: López Obrador es el streamer más visto de habla hispana, con un total de 4.56 millones de horas consumidas por sus espectadores.

El presidente publicó la gráfica en su cuenta de Twitter y presumió su liderato. La información sorprende no sólo por tratarse de él, sino por las celebridades de ese mundo a las que ha superado en números: el español Ibai Llanos y los mexicanos La Rivers y El Mariana. Es importante entender cuál es la medición que se hace para entregar esta distinción: AMLO ha acumulado las 4.56 millones de horas entre todos los usuarios que ven la conferencia en su canal de YouTube.

Más tarde, Chumel Torres, influencer y conductor de radio, trató de desmentir la distinción de López Obrador con una captura en la que mostraba que sus videos del mes pasado juntaron más de 8 millones de vistas. Pero ahí radica la diferencia: no son lo mismo las horas consumidas que las vistas. Un usuario puede entrar a un video y verlo por apenas un minuto, y con ello su visita quedará registrada con fines estadísticos. Mientras que las horas de consumo contemplan directamente cuánto tiempo pasa un espectador frente a la pantalla para ver a su streamer favorito, en este caso AMLO.

El logro ha provocado todo tipo de reacciones. Por ejemplo, Ibai Llanos, un veterano de Twitch, que además ha diversificado sus actividades, bromeó sobre el primer lugar de López Obrador al comentarle lo siguiente: "como también me ganes en septiembre te pido consejos para mejorar como streamer", escribió Llanos.

Más allá de las bromas, y de los intentos fallidos de Chumel por proclamarse con la corona legítima, es un hecho que López Obrador le tiene tomada la medida a la agenda informativa. Y lo ha hecho durante cinco años. El problema es que las mañaneras, en realidad, se han vuelto un entretenimiento, cuando se suponía —y muchos todavía lo defienden— que iban a ser una arena para la rendición de cuentas. En sus conferencias, López Obrador libra todas sus batallas personales: acusa, pone apodos, recomienda música, caricaturas y, de vez en cuando, rinde cuentas —que siempre salen a su favor, porque él no comete errores y cuando lo hace, es por culpa de alguien más—.

Ni cómo negarlo: López Obrador goza de una popularidad tan amplia que incluso rebasa a personajes juveniles y expertos en las transmisiones en vivo. Pero lo hace, sobre todo, porque sus conferencias se han convertido, de la manera que sea, en un divertimento. Y eso jamás debería ser compatible con la transparencia y el ejercicio libre de la crítica al presidente.

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