Altares de difuntos llenan las calles para despedir a las almas en Bolivia

La Paz y Santa Cruz (Bolivia), 2 nov (EFE).- Altares para los difuntos en las calles cercanas al principal cementerio de La Paz y la gente llegando al camposanto en Santa Cruz con flores y velas marcaron este miércoles la despedida a las almas que visitaron durante 24 horas a sus seres queridos, según dicta la tradición en Bolivia.

La creencia de los bolivianos en la celebración de Todos los Santos y el Día de los Difuntos es que las almas llegan a los hogares cada 1 de noviembre a mediodía para visitar a sus familiares y luego son despedidas en medio de rezos el 2 de noviembre que es festivo en el país.

El recibimiento se hizo en las casas y algunas instituciones públicas con las llamadas mesas o altares para los difuntos en los que se colocan panes especiales con formas de personas y animales, fruta, cañas de azúcar y dulces, y la comida y bebida preferidas de los fallecidos, junto a sus fotografías, entre otros elementos.

Mientras que para la despedida, muchas familias en La Paz acudieron al patrimonial Cementerio General, el principal de la ciudad, para limpiar las tumbas, dejar flores y rezar por sus seres queridos fallecidos, e incluso algunos contrataron a músicos para que toquen alguna melodía dedicada a los difuntos.

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REZOS POR COMIDA

Alguna gente ingresó al cementerio llevando t'anta wawas, los panes antropomórficos característicos de esta festividad que se colocan en los altares para recibir a las almas, para entregarlos a los "reziris", hombres y mujeres que llegan sobre todo desde las áreas rurales en estas fechas para llevarse alimentos a cambio de rezos en aymara.

A medida que se acercaba el mediodía, la hora de despedir a las almas, llegaron más familias que trasladaron sus altares a las calles aledañas al camposanto para esperar a los "reziris" y darles panes, pasankallas o maíz inflado bañado en azúcar, fruta y maicillos, una especie de galletas de harina de maíz.

Es el caso de Dulfredo Caero, que estacionó su minibús en una plazuela cercana al cementerio y en la parte trasera armó junto a sus hijos e hijas un altar para recordar a su esposa, Rosario Romero, fallecida hace dos años, según contó a EFE.

"Para que llegue el almita ayer (martes) hemos puesto la mesa en mi casa, para que venga a las 12 en punto. Y ahora hemos venido aquí al cementerio para despacharla", indicó.

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Caero comentó que es una tradición entregar la comida de los altares a cambio de rezos para que las almas de los difuntos "vayan descansando tranquilas" y "para que se vayan contentas al cielo".

A unos metros del vehículo de Caero, Francisco Challoco y sus familiares también armaron un altar en memoria de una sobrina suya y aguardaban con panes, fruta y otros alimentos a los "reziris".

"Nosotros venimos desde El Alto (ciudad vecina de La Paz). Nuestros abuelos, nuestros bisabuelos acostumbraban a hacer rezar, por eso nosotros estamos haciendo rezar", explicó Challoco a EFE.

Los "reziris" se van moviendo dentro del cementerio o por fuera, de altar en altar con saquillos en los cuales van colocando los alimentos que reciben por hacer rezos en aimara.

"Estamos pidiendo que les ayuden en sus vidas, que sean más felices, que sus hijos estudien, siempre pedimos eso", explicó a EFE Gabriel Rodríguez, un "reziri" que llegó desde una provincia paceña a la ciudad.

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TRADICIÓN EN MEDIO DE HUELGA

Aunque Santa Cruz, la capital de la región homónima, vive una huelga ciudadana desde hace doce días para que el censo de población se realice en 2023, la gente hizo esfuerzos para llegar hasta el Cementerio Sagrado Corazón de Jesús, llamado también La Cuchilla al ubicarse en el barrio del mismo nombre.

Este camposanto, el más popular en Santa Cruz, tuvo bastante afluencia de personas que llegaron con flores y velas hasta las tumbas de sus seres queridos. Los migrantes de otras regiones bolivianas conservaron la tradición andina de armar los altares para los difuntos en las tumbas con t'anta wawas, frutas y bebidas que también entregaron a quienes se aproximaron a rezar por sus fallecidos.

Gina Baldivieso

(c) Agencia EFE