¿Pueden los alimentos reemplazar a los medicamentos para perder peso?

¿Pueden los alimentos reemplazar a los medicamentos para perder peso?
¿Pueden los alimentos reemplazar a los medicamentos para perder peso?



En los últimos meses se ha popularizado el uso de medicamentos como Ozempic o Mounjaro para perder peso, aunque estos fueron diseñados originalmente para reducir los niveles de azúcar en sangre en adultos con diabetes tipo 2.

Pero ¿qué tan necesarios son estos fármacos? ¿cuáles son sus efectos secundarios? ¿existen alimentos que produzcan beneficios similares? Para responder estas preguntas, antes debemos aclarar qué son y cómo funcionan Ozempic y Mounjaro.

Ozempic es un medicamento inyectable semanal para adultos con diabetes tipo 2 que, complementado con dieta y ejercicio, ayuda a reducir los niveles de azúcar en sangre, a partir de estimular la producción de insulina. También disminuye el riesgo de eventos cardiovasculares serios, como ataques cardíacos o cerebrales, o la muerte en adultos con afecciones del corazón diagnosticadas.

Por un camino químico distinto, el medicamento Mounjaro (que también se administra como un inyectable semanal) logra el mismo objetivo que Ozempic: reducir el azúcar en sangre en adultos con diabetes tipo 2.

Ambos medicamentos comparten también un beneficio extra: ayudar a perder peso y a reducir la cantidad de alimentos que una persona consume. Pero ¿por qué ocurre esto?

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Los expertos creen que el ingrediente activo de Ozempic, la semaglutida, impacta en los centros del hambre en el cerebro, específicamente en el hipotálamo:

  • Reduciendo el apetito y los antojos vinculados a los alimentos.

  • Disminuyendo la velocidad con la que el estómago se vacía, prolongando la sensación de saciedad luego de una comida.

  • Reduciendo las porciones de alimentos.

La semaglutida también ayuda al páncreas a producir insulina, que es la forma en que ayuda a controlar la diabetes tipo 2. Nuestro cuerpo necesita insulina para metabolizar la glucosa que obtenemos de los alimentos y así usarla como energía.

La semaglutida funciona imitando el papel de una hormona natural, llamada GLP-1 (péptido similar al glucagón-1), que normalmente se produce en respuesta a la detección de nutrientes cuando comemos. GLP-1 es parte de la vía de señalización que le dice al cuerpo que ha comido y lo prepara para usar la energía que proviene de la comida.

Mounjaro tiene una dinámica de funcionamiento similar a Ozempic, utilizando otro principio activo, la tirzepatida.

¿Pueden los alimentos reemplazar a estos medicamentos?

Los macronutrientes, aquellos que suministran la mayor parte de la energía metabólica del cuerpo, pueden desencadenar la secreción de GLP-1. Los principales son glúcidos, lípidos y proteínas.


Existe evidencia, como lo muestra el trabajo publicado en Nutrition & Metabolism, que señala que se pueden aumentar los niveles de GLP-1 al elegir alimentos ricos en estos macronutrientes, como es el caso de los aguacates, frutos secos, huevos, vegetales, o cereales integrales.

Esto significa que una dieta saludable, alta en nutrientes estimulantes de GLP-1 puede aumentar los niveles de GLP-1. Por esta razón, se cree que las alimentaciones ricas en grasas, fibra y proteínas pueden ayudarnos a sentirnos llenos por más tiempo, facilitando el control del peso, e incluso mejorando el control de los niveles de azúcar en sangre.

Sin embargo, no es tan simple, y los efectos no son iguales para todas las personas. Los autores del estudio señalan que los niveles de GLP-1, particularmente después de las comidas, son más bajos en personas con obesidad. Esto podría deberse a:

  • Una producción reducida de GLP-1.

  • Una mayor descomposición de GLP-1.

  • Receptores menos sensibles a GLP-1.

  • Menor cantidad de receptores de GLP-1.

Esto podría deberse a diferencias en los relacionados a GLP-1, de modo que son cosas que no podemos cambiar.

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Entonces, ¿el uso de medicamentos como Ozempic o Mounjaro es la mejor solución? No necesariamente. Estos fármacos pueden tener efectos secundarios que incluyen náusea, inflamación del páncreas (pancreatitis), problemas de la vesícula biliar (incluidos los cálculos biliares), bajos niveles de azúcar en sangre, lesión renal aguda, retinopatía diabética (daño en la retina del ojo), o aumento del ritmo cardíaco.

Además, cuando se dejan de tomar, la sensación de apetito reprimido comenzará a desaparecer y los usuarios volverán a sentir hambre de forma similar a antes de comenzar a usar los medicamentos. Incluso si se ha perdido mucho peso rápidamente, es posible que se sienta más hambre que antes.

Si bien el uso de medicamentos es necesario en muchos casos, las modificaciones en la dieta tienen menos riesgos en términos de efectos secundarios, aunque está claro que se trata de la opción que requerirá más tiempo y esfuerzo. Esto significa un obstáculo para muchas personas, que recurren a buscar soluciones rápidas y definitivas.

La incorporación de un estilo de vida saludable, mediante cambios en los hábitos, tal vez no generen resultados inmediatos, pero sí perdurables en el tiempo. Para lograr verdaderas mejoras en la salud, independientemente del uso de medicamentos o la incorporación de dietas, es importante recurrir a profesionales de la salud, médicos y nutricionistas, que realizarán un diagnóstico sobre nuestra situación y a partir de este determinarán cual es la mejor manera de tratar nuestras necesidades.