Alexandre Arrechea: viaje en espiral a través de la pintura
Asomarse a la más reciente exposición personal de Alexandre Arrechea (Trinidad, 1970) tiene algo de voyeur. Se tiene la impresión de estar entreabriendo persianas aquí y allá y fisgoneando un poco en la vida del otro. Esta sensación, a un tiempo íntima e inquietante, se derivada directamente del uso recurrente de franjas que actúan como elemento unificador de la muestra Uncharted Surfaces, abierta ahora en LnS Gallery.
Uncharted Surfaces es altamente significativa por dos motivos. Es la primera vez que Arrechea se entrega a la pintura. Si bien su carrera se ha caracterizado por una versatilidad de medios (instalaciones interactivas de gran formato, artefactos, fotografía, escultura, video, acuarela, entre otros tantos), esta exposición, enteramente realizada en óleo sobre lienzo, responde a una necesidad íntima del artista de producir en total soliloquio, en el taller, en franco diálogo consigo mismo. Y justo de esta necesidad, se deriva el segundo punto de giro: Si hasta ahora el artista había estado interesado esencialmente en la huella arquitectónica y el elemento seriado como huella de problemáticas históricas, sociales y culturales, el yo en esta exposición está a flor de piel.
Abriendo la muestra, recibe al visitante The Theory of Universality. La pieza, como un arcano, provee las herramientas esenciales para adentrarnos en ese laberinto que es Uncharted Surfaces y, como arcano al fin, los elementos no nos son enteramente develados sino al final de nuestro recorrido. Fuego, diamante, el palo de bastos y el paso certero a ras de suelo serán los talismanes para adentrarnos en la caverna: ese universo íntimo que nos devela, por primera vez, Alexandre Arrechea.
The Researcher In His Lab es la obra iniciática de esta serie. En ella, una silueta negra, suficiente, un tanto matissiana, se inclina sobre un ánfora. La figura que reverencia parece danzar en ritual íntimo, mientras se asoma y, acaso, se descubre a sí misma en ese espejo que es el interior de la vasija enclavada en tierra firme. Como todos los elementos incluidos en esta exposición, el cántaro actúa como señal y guía activadora de significados, siendo a un tiempo, trompo (ese elemento tan recurrente en la obra de Arrechea que alude al azar y al juego como fuerzas ciegas del destino) y el tinajón de su natal Trinidad, el arraigo a su origen, su familia, su formación como individuo y artista. El tinajón, ese cuenco receptor que mantiene el agua limpia, representa aquí, la pureza y renovación del alma. Como alude el título mismo de la pieza, asistimos a un proceso de alquimia, en el que Arrechea, a través de esta muestra, nos comparte este proceso de transmutación personal.
Uncharted Surfaces debe ser asumida como una pieza única donde cada cuadro actúa como elementos constitutivos o módulos que cobran sentido en su conexión con el otro. Las bandas de color plano, siempre en el mismo ángulo, son el elemento unificador. Estas franjas, si bien estables en su grado de inclinación, se mueven constantemente: avanzan y retroceden en el plano, enfatizando este viaje en el tiempo y en el subconsciente que significa el diálogo con nosotros mismos.
Ubicada al centro y fondo de la galería, cual altar mayor y articulada a modo to Boombox, nos aguarda Milagros At The Temple of Abundance. La pieza, separada del resto de la exposición por una estructura de vidrio que nos aísla del bullicio, es una ventana desde donde el artista observa en la distancia a su abuela Milagros, “como siempre, vestida de blanco” -nos dice Arrechea, y en medio de la vegetación que crece en signo mágico. El banco dispuesto frente al cuadro nos obliga al reposo y la veneración. La inquietante ventana de dos hojas y marco negro, metálico, elemento que conecta y aísla a un tiempo enfatizando la sensación simultánea de cercanía y distancia, es una referencia directa a Miami, ciudad a la que el artista dedica este exposición. Asistimos a una ventana anti-impacto que enfatiza la ausencia de sonido y el espacio anhelado, el recuerdo, detenido en el tiempo. Haciendo uso de la ventana como dispositivo simbólico dentro de la historia del arte (la ventana como espejo del alma), Arrechea presenta un retrato interior donde la organicidad y simplicidad de las formas en un clin d’oeil a Tarsila do Amaral, aluden a la antropofagia en tanto construcción identitaria tan afín a esta muestra.
Antes de ir a los exámenes en la escuela, la abuela Milagros le entregaba a Arrechea niño una ramita de palo vencedor. Resguardo y por sobre todo, restauración de la confianza en el yo. Ese palo vencedor es el mismo que nos recibe a la entrada de la galería para iniciar nuestro recorrido.
La efectiva estructura de Boombox en la que está inscrita esta pieza donde Milagros es una suerte de Pitía y madrina, es esencial desde el punto de vista conceptual. Justo desde Milagros emana la vibra que se expande por toda la exposición y que es resaltada a partir de las franjas que unifican la muestra. Ese efecto de ondas o reverberación un tanto a lo David Hockney, son también las huellas dactilares de la existencia de Alexandre Arrechea, quien por primera vez, se atreve y nos invita a este viaje en espiral que aún cuando aparentemente tiene lugar en el plano horizontal que nos dibuja la galería, representa un viaje vertical de descubrimiento del yo.
Janet Batet es escritora, curadora y crítica de arte. Escribe para diferentes publicaciones, galerías y museos.
‘Uncharted Surfaces’ de Alexandre Arrechea. Hasta el 23 de noviembre, LnS Gallery, 2610 SW 28 Ln., Miami, FL 33133.