Una agente dice que reportar un beso de su supervisor hizo que la despidieran. La batalla legal sigue

Un beso no deseado de un teniente provocó el despido de una agente semanas después que ella lo denunció según una demanda por acoso sexual presentada contra la policía del Condado Georgia.

Ahora un tribunal de apelaciones federal permite que la batalla legal continúe, revocando el fallo de un tribunal de distrito de Atlanta.

Un juez federal decidió previamente que la denuncia de Laura Alkins de que la Policía del Condado Gwinnett había tomado represalias contra ella por denunciar el beso no estaba protegida por la ley federal “porque carecía de una creencia razonable de que el beso no deseado equivalía a acoso sexual”, escribió el Tribunal de Apelaciones federal del Onceno Circuito al resumir la decisión.

Sin embargo, el tribunal de apelaciones dictaminó que el beso no deseado de su entonces supervisor era “’lo suficientemente cercano’ al acoso sexual” y ha reactivado la demanda de Alkins contra la Policía, según una opinión escrita el 22 de agosto.

“Una persona razonable en el lugar de Alkins pudiera creer que recibir un beso no deseado y con la boca abierta de un supervisor era acoso sexual”, escribió el tribunal.

El Título VII de la Ley de Derechos Civiles de 1964 impide que un empleador tome represalias contra un trabajador que se oponga a una práctica laboral ilegal, como el acoso sexual.

La portavoz del Condado Gwinnett, Deborah Tuff, dijo a McClatchy News que la Policía declina hacer declaraciones sobre litigios pendientes.

“La cuestión no es si mi cliente fue acosada o si el jefe de Policía es responsable”, dijo el abogado de Alkins, John Wales, a McClatchy News en un comunicado. “La cuestión es si se puede despedir a un empleado por quejarse de que se ha sentido acosado o discriminado”.

“El jefe de Policía despidió a la teniente Alkins porque pensaba que estaba mintiendo. Nosotros argumentamos que no importa si se le cree a la víctima o no”, añadió Wales. “Puede decidir en su contra o incluso no creerle, pero no se puede despedirla por quejarse”.

Después de que la Policía investigara inicialmente la denuncia de Alkins sobre el beso, los funcionarios mantuvieron que no había evidencia de su denuncia y le dijeron que la oficina había “perdido la confianza en [su] capacidad para proporcionar un liderazgo eficaz”, según el tribunal de apelaciones.

Luego fue despedida.

El beso

En 2018, Alkins, que fue agente de paz de la Policía del Condado Gwinnett casi 20 años, ya había sido promovida a teniente cuando se le dijo que iba a ser reasignada de nuevo a trabajar en la cárcel del condado, dice la opinión escrita.

Esto encendió el miedo en Alkins porque años antes, como cabo, trabajó a las órdenes de un entonces teniente que, según ella, le dio un beso injustificado y con la boca después de ordenarle entrar en una oficina vacía, según el fallo. En aquel momento, solo se lo contó a su esposo y no lo denunció.

“Temía que un traslado a la cárcel le obligara a trabajar bajo las órdenes de (el hombre) —ahora capitán—y la expusiera potencialmente a nuevos contactos no deseados”, por lo que informó del beso a un supervisor de la policía, escribe el tribunal de apelaciones.

Este informe puso en marcha una investigación, y como resultado, Alkins fue sometida a una prueba con el detector de mentiras y fue puesta en licencia administrativa antes de que la investigación “no pudiera probar o refutar su denuncia”, según el tribunal de apelaciones.

Se realizó otra investigación después de que Alkins “hiciera declaraciones sobre las reacciones de los oficiales superiores a su denuncia”, pero se determinó que “no era veraz” y fue degradada, señala el dictamen que resume la demanda.

Una tercera investigación se inició cuando Alkins dijo que el supervisor ante el que denunció el beso no deseado dijo que tenía conocimiento de acusaciones similares hechas contra el entonces teniente, según el tribunal de apelaciones. Pero esta afirmación no fue corroborada por la policía.

Finalmente, Alkins fue despedida y decidió demandar a la Policía en enero de 2020.

“Un jurado pudiera determinar que ella realizó una actividad protegida al denunciar el beso”, escribió el tribunal de apelaciones en su opinión.

Wales dijo a McClatchy News que la decisión del tribunal de apelaciones de revivir la demanda de Alkins “es correcta y necesaria para cualquier empleado que considere quejarse de acoso sexual”.

El Condado Gwinnett forma parte de la región metropolitana de Atlanta.