Adiós a un patriarca hecho de compasión, humildad e imaginación

El doctor José Julián Noy era el patriarca de su familia. Unía a hijos, nietos, bisnieta, primos y tíos. Como médico era un hombre lleno de compasión y como ciudadano tenía la mano abierta. Y además apoyaba las artes, tocaba música, cocinaba y “siempre andaba inventando”. Era tan grande como el vacío que deja su ausencia. Falleció el pasado 22 de mayo. Tenía 79 años.

La vida le tocó dura y quizás eso afinó su sensibilidad y forjó su profundo humanismo.

“A los 17 años de edad, mi padre tomó un barco y partió solo a Venezuela”, recordó su hijo Lionel, oncólogo como el doctor José Julián. “Había estudiado año y medio Medicina en la Universidad de La Habana, pero la Revolución la cerró y mi padre decidió salir del país; era 1960”.

No le fue bien en Venezuela y emigró a Estados Unidos. Se instaló en New Jersey, en casa de unos tíos. Empezó a trabajar en una pizzería, pero el frío lo llevaba recio y pensó que mejor sería ir a un lugar más parecido a lo que estaba acostumbrado y aterrizó en el sur de la Florida.

Si algo poseía José Julián Noy era un espíritu de lucha inclaudicable, una alegría de vivir por encima de toda adversidad, una determinación quijotesca, sin prisa pero sin pausa, para ir superando los obstáculos que se le ponían al frente. Y una gran empatía para ayudar siempre al otro.

“Eso estaba en su naturaleza”, explicó Teresita Domínguez, amiga de 30 años del doctor José Julián. “Hacía las cosas de corazón, sin esperar ninguna recompensa. !Cuánto dinero invirtió en las artes, en el teatro y también y en las campañas de la lucha contra el cáncer!”.

Llegado a la Florida, empezó a trabajar en la industria textil en Hollywood y en 1962 en la crisis de los misiles en Cuba acudió al llamamiento de voluntarios y se enroló en la reserva del Ejército de Estados Unidos.

Lo asignaron a la base militar Fort Knox, en Kentucky, y su labor era transportar a los soldados.

Ahí se enteró que su noviecita de la escuela en La Habana, Alicia, había viajado a Miami en la Operación Peter Pan. Reanudaron el noviazgo y se casaron con solo 18 años de edad. “Mi madre tuvo que pedir permiso a sus padres en Cuba para el matrimonio”, recordó el doctor Lionel Noy.

Tras su boda, José Julián perseveró en su sueño de ser médico e ingresó a la escuela de Medicina de la Universidad de Miami.

Trabajó en 1,000 oficios para mantener a su familia y estudiar. Cuando se graduó como doctor en 1972 asistieron a la ceremonia sus tres hijos: Virginia, Vivian y Lionel.

El hecho de haber trabajado tanto y haber triunfado quizás fue lo que inspiró al doctor José Julián a compartir con los demás lo que sabía y poseía para que también ellos alcanzaran sus sueños.

Trabajó 35 años en el Mercy Hospital, ahí fue jefe del personal médico y miembro del directorio.

También fue un activo participante como voluntario en la Liga Contra el Cáncer en el sur de la Florida y durante mucho tiempo la presidió y fue su director médico.

En una encuesta de la empresa Vitals que pregunta a los pacientes sobre la atención de su médico, el doctor José Julián sacó excelente de promedio.

“En los 10 años que tuve el privilegio de trabajar a su lado, mi padre me enseñó que la cualidad esencial que un médico debe poseer es calor y comprensión por lo que el paciente está atravesando”, comentó Lionel Noy en su elogió escrito para el día del funeral de su padre. “Esto es algo que realmente no se enseña en la escuela de Medicina”.

Quizás el hecho de haberse separado temprano de los suyos y haber luchado tanto para traer a sus padres a Estados Unidos, en una época en que la Revolución Cubana ponía enormes trabas para la salida de sus ciudadanos, hizo que José Julián le diera una importancia fundamental a su familia.

El Dr. José Noy junto a su esposa, Alicia Noy, durante un evento social en el Museo de Ciencias, en junio de 2008.
El Dr. José Noy junto a su esposa, Alicia Noy, durante un evento social en el Museo de Ciencias, en junio de 2008.

“Su prioridad siempre fue cuidar de su familia y era el primero en ir al rescate si alguien lo necesitaba, sin preguntar ni esperar reconocimiento”, escribió el doctor Lionel Noy sobre su padre. “Su familia era lo primero así como mantenerla unida. Las cenas de los domingos eran una tradición y estábamos todos juntos”.

Lionel recuerda que su padre tenía una versatilidad especial, era un hombre polifacético, “siempre estaba inventando”. Viajaba alrededor del mundo. Practicaba esgrima, esquí, buceo y corría maratones. Tenía una pequeña banda de música con la que grababa sus CDs, fue promotor teatral y de pintores y escultores.

Encima de eso disfrutaba en la cocina y su hijo comentó que José Julián hacía las delicias de sus nietos con nuevos platos y los tradicionales frijoles negros, arroz con pollo y camarones enchilados “solo para mencionar unos pocos”.

Era amante del teatro y para estimular las producciones hispanas formó el Hispanic Theater Guild. También inició el proyecto JJ Arts para exhibir los trabajos de diversos artistas y darles la oportunidad de vender.

“Cuando se retiró, mi padre tomó cursos de arte en la Universidad de Miami”, recordó Lionel.

Sus familiares más allegados recuerdan cada momento pasado con José Julián Noy: su esposa de 60 años Alicia; sus hijos Lionel, Virgina y Vivian; sus hijos políticos Ana Noy, esposa de Lionel Noy; José Ramos y Javier Cabarrocas; sus nietos José Ignacio, Alex y Adrian Noy; Gaby Ramos; Isabella, Javi y Nico Cabarrocas; y su única bisnieta Leila sienten infinitamente su partida.

El Dr. José Noy junto a su esposa, Alicia Noy, en un evento social.
El Dr. José Noy junto a su esposa, Alicia Noy, en un evento social.