“El lado de adentro”: medio siglo de abstracciones geométricas en diálogo

La exhibición The Side Inside (El lado de adentro) en Durban Segnini Gallery, marca un punto de inflexión en la proyección de esta galería que, desde 1970 en Caracas, y 1992 en Miami, ha insertado internacionalmente la obra de los pioneros y maestros posteriores de la abstracción geométrica latinoamericana. Para repensarla a la luz del siglo XXI invitó al artista venezolano Ricardo Alcaide (1967) a concebir una exposición seleccionado piezas clave de los colombianos Eduardo Ramírez Villamizar (1922-2004) y Manolo Vellojín (1943-2013) en conjunción con su obra reciente. El resultado fue un diálogo revelador entre su minimalismo propio y el legado de ambos artistas, sin impostar inexistentes genealogías de influjos o continuidades. Entre las abstracciones expuestas, algunas creadas con 51 años de distancia, hay una relación de semejanza visual, pero sus concepciones y materiales son muy diversos. No obstante, los tres artistas convergen en armonía en este espacio y su recorrido acaba permitiendo descubrir afinidades ocultas e iluminadoras.

Panorámica de la sala de exhibición con obras de Ramírez Villamizar y Ricardo Alcaide incluyendo su instalación 'Horizon II', 2023.
Panorámica de la sala de exhibición con obras de Ramírez Villamizar y Ricardo Alcaide incluyendo su instalación 'Horizon II', 2023.

Para Ramírez Villamizar el arte era “como una religión”. Absorbió el influjo de las vanguardias parisinas y neoyorquinas pero lo conjugó con la “estremecedora emoción estética” de la arquitectura, orfebrería y mitología precolombinas. Su obra alcanzó, sin duda, esa “aprobación de los dioses del pasado” que perseguía, desoyendo la prohibición de representar de ningún modo lo real que dominaba el arte geométrico de su tiempo. Logró así insertar su evocación geométrica de pequeñas criaturas o arquitecturas místicas en los cubos blancos del arte concreto internacional. Alcaide eligió obras suyas como Rana precolombina, 1986, figura del mundo muisca, recreada con una síntesis constructiva en un relieve sobre madera blanco; así como su icónica escultura Caracol escalera, 1979, en blanco y negro, y un magnífico acrílico abstracto sin título de 1994.

'Rana Precolombina', 1986, de Eduardo Ramírez Villamizar. Madera pintada, 13.78 x 13.78 x 1.18 pulgadas.
'Rana Precolombina', 1986, de Eduardo Ramírez Villamizar. Madera pintada, 13.78 x 13.78 x 1.18 pulgadas.

Manolo Vellojín creó a su vez una obra de inspiración contemplativa desde los setenta, cuando se imponía en Colombia la figuración pop de orden político y el arte conceptual. Sin hacer concesiones, construyó una obra geométrica abstracta única utilizando maderas como los retablos, pero también telas y lienzo crudo para recrear la iconografía católica.

'Sudario', 1972, de Manolo Vellojín. Medio mixto sobre madera, 21.6 x 27.5 pulgadas.
'Sudario', 1972, de Manolo Vellojín. Medio mixto sobre madera, 21.6 x 27.5 pulgadas.

Alcaide eligió piezas como Sudario, 1972, concebida como un espacio rectangular envolvente, y cuya composición tridimensional alude a los rastros del cuerpo de Cristo en la reliquia del Manto de Turín; o Dúo Negro, 1975, y Beata, 1986, que aspiran a inducir el silencio místico. Sus obras encarnan su entusiasmo (etimológicamente en + théos, Dios, en griego) con una geometría de belleza y austeridad construida a partir del axis de la cruz. Su geometría mística, y también desobediente respecto a su propio tiempo, perdura.

'Dúo Negro', 1984, de Manolo Vellojín. Acrílico sobre lienzo, 23.6 x 23.6 pulgadas. 
'Dúo Negro', 1984, de Manolo Vellojín. Acrílico sobre lienzo, 23.6 x 23.6 pulgadas.

En una conversación con la curadora Isabela Villanueva, quien escribió el texto de la muestra, Alcaide afirmó que, para él la abstracción geométrica era inseparable de la necesidad de expresar su ser con una suerte de devoción: “Es un lenguaje que contiene, ocultos, sentimientos y experiencias transformadas en un modo máximo de abstracción”. Él crea sobre el plano construcciones tridimensionales de apariencia minimalista, pintando con laca industrial ladrillos o cortes y segmentos de esa fibra de densidad media (MDF) que se fabrica con sobrantes de madera. Críticos como Becky Beasley y Jacopo Crivelli Visconti han comentado que su obra, inseparable del modo en que el sueño modernista derivó en “desviaciones” de su utopía en Latinoamérica, se vincula metafóricamente con “la piel” de los entornos urbanos.

'Connection',  2023, de Ricardo Alcaide. MDF y laca industrial, 24 x 19 x 3 pulgadas.
'Connection', 2023, de Ricardo Alcaide. MDF y laca industrial, 24 x 19 x 3 pulgadas.

Alcaide se correlaciona con la arquitectura, ya sea a partir de apropiaciones y alteraciones de objetos residuales realmente encontrados en su entorno, o de composiciones que simulan estos hallazgos. Al incorporar materiales populares en el mundo del arte altera la frontera entre lo que está afuera y adentro, no sólo de un tipo de construcciones, sino del sistema social que estas reflejan.

'Caracol escalera', 1979, de Eduardo Ramírez Villamizar. Metal pintado, 90.5 x 23.6 x 18.8 pulgadas.
'Caracol escalera', 1979, de Eduardo Ramírez Villamizar. Metal pintado, 90.5 x 23.6 x 18.8 pulgadas.

Fue durante un período en el cual vivió entre Londres y Sao Paolo ─ahora reside en Amberes─ cuando Alcaide empezó a percibir el rastro de las fricciones sociales en las arquitecturas urbanas, y de un modo más visible en Latinoamérica. En A Place to Hide, 2010, intervino con geometrías las fotografías de esos “refugios” efímeros que construyen los habitantes sin techo con elementos mínimos, para protegerse “tomándose los espacios modernistas, empujando sus márgenes”. Su lenguaje actual deriva de la capacidad de “leer” los materiales de las construcciones urbanas, y de advertir las lógicas sociales del color: en Latinoamérica, afirma, en tanto más alta es la escala social, mayor el uso de tonos neutros, mientras los colores inundan los códigos de belleza popular. A su vez, el “horrendo” MDF origina una poética de la imperfección: Grid, creada en 2023 como todas las obras expuestas, está hecha con fragmentos de una repisa horizontal que arrancó y transformó en una abstracción de franjas verticales que de lejos se mimetiza con el minimalismo puro, pero de cerca, está contaminada por manchas que evidencian un uso previo. Rastros de usos, bordes sin pintar o acabados apresurados en obras como To Hope, son gestos expresivos que remiten a entornos precarios, como espacios abiertos a lo imprevisto. Algunas piezas evocan la “gambiarra”, expresión brasileña referida al uso de métodos improvisados para solucionar problemas con cualquier material. Pero también pinta ladrillos cortados, o cubre el MDF con tonos fluorescentes en otras obras de acabado impecable. En la instalación Horizon II, pintó cuidadosamente la arista superior de siete cubos blancos con tonos que van del amarillo limón a un azul profundo en un orden evocativo del paso del día. Su refulgencia atraviesa en diagonal el cubo blanco de la sala expositiva.

En Grid, o Space, y en sus Inserciones recrea la cuadrícula que, como sostiene Rosalind Krauss, es la matriz de la modernidad, pero al usar materiales en construcciones de bajo costo inserta en el sofisticado sistema de arte su minimalismo latinoamericano, abierto a lo imprevisto. Así refleja lo que hay bajo la piel de las ciudades, con una estética portadora de las tensiones sociales que subvierte las demarcaciones recobrando lo que está afuera, o en el margen y trayéndolo hacia “adentro”. Un ejercicio de la otredad que subvierte hegemonías. De modos diversos, Villamizar, Vellojín y Alcaide insertaron sus propios Caballos de Troya, sus modos propios de espiritualidad en la geometría, desoyendo las exigencias de su propio tiempo y rescatando lo que consideraban necesario salvar.

‘El Lado de adentro’, Durban Segnini Gallery, 3072 SW 38th Av, Miami, Fl 33146. Hasta agosto 31. Tel: 305-774-7740.