Unos activistas climáticos alemanes ponen fin a una larga huelga de hambre

El activista climático en huelga de hambre Wolfgang Metzeler-Kick se sirve un zumo el 6 de junio de 2024 en un campamento de protesta en Berlín contra la política climática del gobierno alemán (John Macdougall)
El activista climático en huelga de hambre Wolfgang Metzeler-Kick se sirve un zumo el 6 de junio de 2024 en un campamento de protesta en Berlín contra la política climática del gobierno alemán (John Macdougall)

Un grupo de militantes ecologistas alemanes puso fin este jueves a tres meses de huelga de hambre destinada a presionar al gobierno para que multiplique sus esfuerzos contra la crisis climática, anunció el jueves el grupo de activistas.

La protesta comenzó en marzo bajo el lema "morir de hambre hasta que digan la verdad", cuando el primer miembro del grupo, Wolfgang Metzeler-Kick, dejó de comer.

El activista de 49 años se puso en huelga de hambre durante un total de 92 días y fue ingresado en el hospital a principios de junio, aunque, supuestamente, continuó la acción durante varios días después.

Otras siete personas se unieron a él a lo largo de las semanas, y el grupo instaló un campamento en un parque central de Berlín.

Algunos miembros comenzaron a comer de nuevo en las últimas semanas y el resto puso fin ahora a la huelga de hambre, declararon en un comunicado.

El grupo indicó que su acción tenía como objetivo resaltar que "la continuidad de la existencia de la civilización humana está amenazada por la catástrofe climática" y exigen un cambio "radical" de rumbo.

A finales de mayo, el canciller alemán Olaf Shcolz pidió el fin de la huelga de hambre, afirmando que no era el método correcto de generar un debate sobre si Alemania estaba haciendo lo suficiente para combatir el cambio climático.

Durante los últimos dos años, los militantes ecologistas recurrieron a algunos métodos llamativos para hacer llegar su mensaje a todo el país.

Activistas del grupo radical conocido como Letzte Generation ("Última generación") realizaron repetidas sentadas en carreteras, pegando sus manos en el asfalto.

Otros manifestantes lanzaron incluso puré de patatas contra un cuadro de Claude Monet en Potsdam, cerca de Berlín.

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