Por qué acechamos a nuestros ex en las redes sociales

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Por qué acechamos a nuestros ex en las redes sociales. (Foto: Getty)

No es fácil dar por terminada una relación. Sin embargo, a causa de las redes sociales, hoy es más complicado que nunca dejar que la pareja siga su camino. Además, tenemos un hecho innegable: si es terriblemente doloroso ver que el ex hace cualquier cosa menos pasarse el día llorando frente al televisor, ¿por qué nos resulta tan difícil dejar de acechar su perfil en Twitter, Facebook, Instagram, TikTok, etcétera?

Pues bien, en gran medida el problema se reduce a la química de nuestro cerebro.

¿Qué sucede en el cerebro cuando estamos enamorado?

Es verdad que describir el amor como una colección de reacciones químicas no tiene nada de romántico. Sin embargo, aunque muchos dicen que una ruptura sentimental puede “partirte el corazón”, casi todo lo que experimentamos ocurre en la cabeza. Así pues, es conveniente que entendamos qué sucede en el cerebro cuando estamos enamorados.

“Mucho depende de tu definición de amor”, dice a Newsweek el Dr. Brian D. Earp, investigador sénior que estudia psicología moral en la Universidad de Oxford, Inglaterra. “Casi todas las definiciones filosóficas del amor requieren que los amantes se interesen, primordialmente, en el compañero. Es decir, cada uno aspira a propiciar el florecimiento del otro. Y solo porque sí; sin esperar una recompensa a cambio.

“Para preservar esa disposición por otra persona, hace falta que creemos un vínculo saludable. Y ese vínculo se sustenta en diversas sustancias químicas cerebrales, incluidas serotonina y oxitocina, una neurohormona que se produce mediante el contacto, el abrazo, el beso, el orgasmo y demás”, agrega Earp.

Con todo, para algunos, el amor es algo mucho más primitivo. “Debido a que el deseo y la libido son aspectos importantes de la relación amorosa, también hay que considerar hormonas como la testosterona y el estrógeno, las cuales, entre sus numerosas funciones orgánicas, regulan el impulso sexual”, señala el investigador.

“En todo caso, no hay duda de que el sistema de recompensa del cerebro —del cual la dopamina es un regulador importante— se activa cuando estamos en presencia del ser amado, durante las experiencias compartidas en pareja o incluso con solo pensar en esa persona”.

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Cuando estamos enamorados, nuestros cerebros liberan hormonas que ocasionan un “intoxicación” química de bienestar. (Sin Derechos Reservados / Getty)

Por otra parte, las imágenes de resonancia magnética funcional (IRM) sugieren que el amor también puede alterar la estructura de las regiones cerebrales que intervienen en el procesamiento de información sensorial y emocional, así como en el sistema de recompensa.

Para afirmar que el amor es una adicción hay que analizar nuestra definición de “adicción”. “Los académicos se han dividido en dos bandos para definir este concepto”, explica Earp.

“Uno de ellos es el neurocientífico, que define la adicción como una relación entre el individuo y los estímulos que producen de ciertas sustancias. Esos estímulos ‘secuestran’ el sistema de recompensa del cerebro y desencadenan procesos anormales y disfuncionales, los cuales, a su vez, conducen al consumo compulsivo de la sustancia y desencadenan síntomas de abstinencia cuando la sustancia no está disponible.

“La otra definición es filosófica y, en términos generales, describe la adicción como una especie de ‘apetito’ por sustancias o conductas gratificantes”, añade.

“Intoxicación” Química

“Este apetito trastorna los objetivos más profundos del individuo o su bienestar (así como el de otras personas) —prosigue—. La adicción puede ser producto de varias sustancias o conductas, abarcando desde la comida hasta los juegos de azar e incluso el sexo”.

Con base en lo anterior, la definición del bando neurocientífico podría usarse para describir la “adicción al amor” como una suerte de “intoxicación” química que determina la conducta adictiva.

“Según [los neurocientíficos], la ‘adicción al amor’ es la necesidad compulsiva de forjar vínculos e involucrarse sexualmente con el objeto romántico. Y esa necesidad —igual que ciertas drogas— termina por ‘secuestrar’ el cerebro del individuo”, prosigue Earp.

“Si suscribes la explicación más ‘científica’, la cual reduce el amor a una serie de fenómenos biológicos y conductuales, y te remites a los casos en que dichos sistemas y conductas están crónicamente desajustados —dañando tanto al individuo como a los demás y saliéndose de control—, entonces la ‘adicción al amor’ es algo así”, concluye el investigador.

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Ver fotos de la expareja puede conducir a un dolor físico muy real. (Zinkevych / Getty)

Si aceptamos que el amor es una adicción, no debe extrañar que nos resulte tan difícil renunciar a la persona amada. “Muchas investigaciones sugieren que un rompimiento, una traición romántica o cualquier pérdida repentina de una figura de apego importante puede ocasionar sensaciones de dolor y abstinencia muy semejantes a los que desencadena la abstinencia de ciertas sustancias químicas, tanto a nivel de la actividad cerebral como en términos de la experiencia subjetiva”, informa Earp.

Un estudio de la Universidad de Columbia halló que, cuando los voluntarios miraban fotos de una expareja reciente, las regiones que se activaban en sus cerebros eran las mismas que los investigadores estimulaban al pinchar sus brazos con una aguja al rojo vivo. En cambio, esa respuesta cerebral no se repitió cuando los participantes miraban fotos de sus amigos.

¿Por qué acechamos las redes sociales de nuestros ex?

A pesar de que la fotografía de la expareja nos causa un dolor físico muy real, no podemos resistirnos a la tentación de revisar sus redes sociales de manera casi obsesiva. “Abundan razones para caer en la tentación de investigar las actividades de una expareja”, asegura Earp.

“Lo más común es que echemos de menos su presencia y busquemos una especie de sustituto. Digamos, una ‘probadita’ de la gratificación que sentíamos cuando estábamos juntos. Eso sí, combinada con algo de dolor”, añade.

Un pequeño estudio de 2010 reveló que, al ver fotos de sus ex, el sistema de recompensa de los participantes que acababan de volver a la soltería se activaba con la misma intensidad que en los voluntarios que seguían unidos a sus parejas.

En otras palabras, cuando vemos a la expareja volvemos a experimentar una descarga de las hormonas que causan bienestar y que hacen que el amor sea tan adictivo, pese a que incluso pensar en esa persona puede ocasionarnos dolor físico. Pareciera que la simple imagen de su rostro da origen a una intoxicación química destructiva.

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Un hombre sufre mirando fotos de su ex en las redes sociales. (Pheelings Media / Getty)

El Dr. Christopher Carpenter, profesor de comunicación en la Universidad de Western Illinois, dice a Newsweek que, no obstante lo tentador que pueda ser, acechar a la expareja es muy mala idea. “Varios estudios han demostrado que acechar al ex en redes sociales se asocia con dificultades para superar el rompimiento y seguir adelante con nuestras vidas”, afirma.

“En nuestro estudio de 2020, [Erin] Spottswood y yo descubrimos que, sin importar quién hubiera ocasionado el rompimiento, mantener cualquier tipo de contacto en redes sociales es muy perjudicial”, precisa Carpenter.

“Asimismo, hallamos que es sumamente difícil superar el rompimiento si ves que tu ex interactúa con desconocidos de tu mismo género”, sentencia el profesor.

Muy a menudo, ver a esas personas en las redes sociales es mucho peor que conocerlas en la vida real, y esto se debe al tipo de contenidos que publican en las plataformas. “Se aseguran de subir solo sus mejores fotos y eligen con cuidado sus comentarios, los cuales muchas veces son más inteligentes e interesantes de lo que tú solías publicar a lo largo de la relación”, asegura Carpenter.

Cómo superar el rompimiento

Aun cuando es muy difícil resistir la tentación de revisar el Instagram de tu ex, Carpenter propone que evites esa conducta autodestructiva a toda costa. “Mi consejo es que veas lo menos posible sus redes sociales”, sugiere. “Así que no solo dejes de seguirle o le bloquees en tu lista de amigos. Lo mejor es que bloquees también a las amistades en común, para que no tengas que ver los comentarios ni las publicaciones de tu ex”.

Earp está de acuerdo en que mantenernos al tanto de la expareja podría impedir que sigamos adelante con nuestras vidas. “Es muy conveniente que bloquees a tu ex en redes sociales, borres su número en tu celular y crees cualquier otro tipo de distancia física, psicológica y emocional entre ustedes. Y también respecto a cualquier cosa o persona que te recuerde la relación”, propone Earp.

“Por otra parte, podrías hacer el esfuerzo consciente de recordar los aspectos negativos de la relación o que hicieron necesario el rompimiento. Rodéate de amigos y parientes que te apoyen y deja que el tiempo haga su trabajo”, concluye el investigador. N

(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek).

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