A-Kid debuta en la WWE: cómo un 'niño anónimo' de Vallecas cumplió el sueño de dos generaciones de chavales españoles

Imagen del debut de A-Kid en NXT 2.0, donde se enfrentó con el legendario Kushida.

Toda una generación de chavales crecimos con Hulk Hogan, El Último Guerrero, André El Gigante, El Enterrador o Macho Man. Queríamos ser como ellos, los idolatrábamos y los imitábamos. Los críos de hoy en día pueden hacer lo mismo con alguien de aquí, con un luchador español al que sentir más cercano y propio. Con un chaval de Vallecas llamado Carlos Ruíz (Madrid, 1997), al que ellos conocen como A-Kid, y que los representa en la WWE, es decir, la élite mundial de la lucha libre profesional. Todo un historión que él mismo compartió con Yahoo! Deportes.

Antes de ser A-Kid, Carlos se enamoró del wrestling y se adentró en el mundo de la lucha libre con sólo 10 años. Fue entonces cuando se apuntó a la escuela de la White Wolf Wrestling y comenzó a conocer los entresijos de algo que con el tiempo se convirtió en su profesión y su sueño hecho realidad. “Con 10 años me doy cuenta de que quiero hacer algo más que ver wrestling y que quiero practicar el deporte. Es cuando empiezo a entrenar”, nos confiesa alguien que cinco años después protagonizaba su primer show. “A-Kid nació en junio de 2012. Nace como ‘Niño Anónimo’ [Anonymous Kid] en Tabacalera. Es el nombre que le da el público a un chaval de 15 años que debuta. Es eso, un niño que es anónimo, y eso me acompañará el resto de mi carrera”.

Tuvo un crecimiento imparable dentro del pequeño circuito madrileño de wrestling, un hazlo-tú-mismo en toda regla. “En 2018 o 2019 me doy cuenta de que no sólo quiero practicar el wrestling, sino llevarlo al más alto nivel. Es cuando decido poner todas mis cartas a una y dedicarme a tiempo completo”. Un paso de gigante viniendo de un barrio obrero de una ciudad y un país en la que la lucha libre es mucho menos que algo minoritario.

Mi primer outfit fue una camiseta de blanca de Rayo Verde, que era un luchador de España, y unos pantalones de baloncesto y unas zapatillas también de basket, porque por esa época jugaba con mis amigos. Ése era mi rollo, llevar una camiseta que mi personaje más quería como fan y unos pantalones de basket porque era lo único que tenía”, recuerda A-Kid sobre sus inicios en el ring. “Luego mi madre me empezó a coser cosas a los pantalones, me empezó a hacer calzoncillos, chaquetas, mallas… Fue cogiendo cierto nivel, pero nada comparado con lo que puedo tener ahora. Pero son otras épocas y otros presupuestos”.

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Más de uno podría pensar que aquellas pintas eran de lo más cutre, aunque A-Kid no lo considera así en absoluto. Al contrario, para él tiene un trasfondo sentimental. “Creo que nunca he sido cutre. He sido simple porque no tenía dinero para hacer nada distinto. Cuando luchaba con mis mallas eran muy simples, pero era mi madre quien las hacía y eso tenía un valor muy especial”, explica el joven. “Lo miro con cariño. Ayer, sin ir más lejos, me di una vuelta por Madrid y pasé por la calle Jorge Juan, que es donde empecé a entrenar wrestling. Lo miré, tomé un respiro y dije ‘cómo ha cambiado el asunto’. Cuando tenía 10 años venía esta calle a entrenar e intentar subirme algún día a un ring y a día de hoy lo estoy haciendo en la WWE en Orlando, en Reino Unido, aquí en España. Es un poco loca la vida y todos los altibajos que ha tenido”.

Viéndolo desde fuera, más altos que bajos, ya que la carrera de Carlos Ruíz ha ido a una velocidad de vértigo. “Afortunada o desafortunadamente, en el circuito independiente he estado sólo un año. En Madrid he luchado mucho más, pero para mí eso no es el circuito independiente porque no salía de España”, admite A-Kid. “Como te decía, en 2018 o 2019 decidí salir de España con Carlos Romo y viajar un poco por el mundo, pero es cuestión de un año o año y medio. Es una experiencia muy dura. Mi padre dice que es un poco como hacer la mili. Ese sentimiento de abandonar la casa, estar constantemente de viaje, tener que aprender a comer bien, estar cansado todo el día. Pero te enseña mucho, sobre todo a no quejarte ahora”, reflexiona el luchador español. “Cada vez que pienso que algo no me apetece es como ‘¿estás tonto, Carlos?’. Hace años tenía que hacer lo mismo y luego levantarte a trabajar y dar clase. Te enseña a no poder quejarte porque realmente soy muy afortunado de tener la vida que tengo”.

Y es que, como cualquiera puede imaginarse, en España no se puede vivir de la lucha libre profesional autóctona. Durante años, Carlos compaginó el wrestling con la enseñanza, siendo profesor de matemáticas e inglés. “Era una vida de superhéroe de Marvel. De pegarte con el malo un domingo por la noche, no dormir y tener que ir a dar clase. La verdad es que lo miras y es guay, pero en el momento no lo era en absoluto”, confiesa un A-Kid que reconoce que más de una vez aparecía en clase con marcas de bofetones en su cara o cuello y lo intentaba ocultar a sus alumnos “porque sabía que iba a dificultar las clases”.

Esta doble vida desapareció por completo cuando la WWE llamó a la puerta de A-Kid allá por abril de 2019. Carlos y su compañero de fatigas Carlos Romo dieron el salto para el que llevaban años trabajando y debutaron en NTX UK, la división británica de la empresa estadounidense. Seis meses después de aquel combate la compañía le dio un contrato individual.

A-Kid vuela fuera del ring para impactar sobre su rival en un combate en NXT 2.0 en Estados Unidos.
A-Kid vuela fuera del ring para impactar sobre su rival en un combate en NXT 2.0 en Estados Unidos.

En solitario se fue haciendo un nombre y en 2020 se terminó coronando en la Heritage Cup de NXT UK, un torneo eliminatorio que le colocó a un paso de cruzar el Atlántico y saltar a Estados Unidos. “Creo que esto nunca lo he contado… Hay que recordar que estábamos en pandemia, que no iba a haber público para grabar, pero todos teníamos muchas ganas. Entonces el escritor del show me dice que vamos a hacer ese torneo y lo voy a ganar. Me quedé a cuadros”, recuerda con una sonrisa de oreja a oreja dibujada en su cara. “Levantar la copa después de luchar contra Trent Seven, al que siempre he admirado, es una experiencia que voy a tener ahí para el resto de mi vida”.

Tras convertirse en una de las caras visibles de la versión británica de la WWE y enfrentarse a pesos pesados de la compañía, la compañía acabó dando a A-Kid la oportunidad que había soñado desde pequeño y le convirtió en miembro del roster de NXT 2.0 en Estados Unidos. Su debut contra el legendario Yujiro Kushida en marzo de 2022 es ya parte de la historia del wrestling español. “Fue surrealista. En aquel combate no tuve la oportunidad porque salí después, pero en mí tercer combate en NXT 2.0, que fue la triple amenaza, salí segundo y me encanta salir antes que alguien porque ves la entrada de la persona contra la que vas a luchar y es un momento surrealista”, relata el luchador. “Es el típico sueño que todo fan del wrestling ha tenido de vamos a ver a alguien salir, al público reaccionar… Tienes todo eso. Puedes conectar con el público… Es surrealista y es una de mis sensaciones favoritas cuando estoy en un ring, ver al que es mi compañero y va a ser mi rival salir al ring cuando yo estoy dentro. Me pasó en Orlando y es una pasada”.

Este paso de gigante dentro del wrestling mundial no ha hecho cambiar ni un ápice a A-Kid y mucho menos a Carlos. Sigue siendo el mismo chico que luchaba con la ropa que le cosía su madre, el mismo que se fajó en los rings madrileños y el mismo que se hizo un hombre en NXT UK. “Yo sigo viendo a un chaval con mucha pasión por lo que hace y creo que eso se transmite a la audiencia. Siempre que lucho intento dejar una huella y que la gente diga ‘ese chaval lo ha dado todo’”.

Esta vez no ha podido formar parte de esa gran fiesta del wrestling llamada Wrestlemania, el evento más importante del año. Tuvo que regresar a Madrid a ocuparse de unos asuntos y verlo en diferido por televisión. Sin embargo, A-Kid está llamado a ser parte del ‘Magno Evento’ a muy corto plazo. Será otro sueño cumplido. Un paso más en una carrera para el recuerdo y para la historia de un ‘Niño Anónimo’ al que los más jóvenes miran con admiración y los más ‘veteranos’ con la ilusión de cuando éramos críos.

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