A 112 años del Titanic, la leyenda que atribuye la tragedia a la maldición de una momia egipcia sigue viva

¿Cómo se originó la falsa creencia de que el naufragio, con sus más de 1.500 personas muertas, fue producido por una momia que supuestamente iba a bordo?

El RMS Titanic había salido de Southampton, Inglaterra, el 10 de abril de 1912, en su viaje inaugural de siete días hacía Nueva York. Su naufragio se considera una de las peores tragedias marítimas de todos los tiempos y, quizás, la que más interés ha despertado en la cultura pop durante más de un siglo, generando decenas de libros, películas, series de televisión, piezas teatrales, poemas y obras de arte. (Foto: AP)

Han transcurrido 112 años desde el hundimiento del Titanic y todavía hay quien piensa que aquella tragedia pudo ser consecuencia de una maldición asociada con una momia egipcia que, supuestamente, iba a bordo del trasatlántico en su fatídico viaje inaugural.

Según esta creencia, el Titanic zarpó la mañana del 10 de abril de 1912 con semejante carga en su interior. Partió del puerto de Southampton, en Inglaterra, rumbo a Nueva York en una travesía que, según los cálculos, duraría siete días. Ese mismo día, el barco hizo escala en Cherburgo (Francia) antes de reanudar su viaje y hacer su última escala programada en Europa, en Cobh (Irlanda) en la mañana del 11 de abril.

Ese 11 de abril, el buque zarpó hacia Nueva York con unas 2.200 personas a bordo de las cuales aproximadamente 1.300 eran pasajeros y el resto, tripulación.

Tres días después, a las 11:40 p.m. del 14 de abril, en plena aguas del Océano Atlántico Norte, el Titanic chocó contra un iceberg, marcando así el inicio del fin. El impacto causó graves daños en el casco de la nave. A los pocos minutos, el barco empezó a absorber miles de toneladas de agua de mar a través de los agujeros de su casco, provocando la rápida inundación de varios compartimentos.

Menos de tres horas después, a las 2:19 de la madrugada del 15 de abril de 1912, el Titanic se hundía para siempre en aquellas frías aguas. Esa noche murieron más de 1.500 personas en lo que se considera de unas de las peores –sin duda, la más famosa– tragedias de la historia moderna.

Hoy, los restos de la nave descansan en el fondo del océano, a unos 3.800 metros debajo de la superficie...

En la madrugada del 15 de abril de 1912, menos de tres horas después de chocar contra un iceberg, el Titanic se hundió en las aguas del Océano Atlántico Norte, cobrando la vida de unas 1.500 personas. (Imagen: Wikimedia Commons)
En la madrugada del 15 de abril de 1912, menos de tres horas después de chocar contra un iceberg, el Titanic se hundió en las aguas del Océano Atlántico Norte, cobrando la vida de unas 1.500 personas. (Imagen: Wikimedia Commons)

 

La "Sacerdotisa de Amón-Ra"

¿Fue la tragedia del Titanic producto de una maldición como dice una popular leyenda urbana?

Digámoslo de entrada: No.

Muchos historiadores e investigadores han descartado cualquier maldición o hecho sobrenatural como la causa del hundimiento. La tragedia del Titanic se atribuye a una combinación de factores muy reales y verificables: error humano, exceso de velocidad, fallas de diseño, insuficiencia de botes salvavidas y, sin dudas, las difíciles condiciones del Océano Atlántico Norte.

Aun así, la leyenda que vincula al Titanic con un antiguo objeto egipcio conocido como la "Sacerdotisa de Amón-Ra" (el antiguo dios egipcio del sol y del aire) ha persistido durante más de un siglo en el imaginario popular. Según esta historia, la maldición del trasatlántico estaría asociada con una momia que, se cree, era una princesa egipcia antigua y que, según lo documentó la prensa sensacionalista en los días posteriores al accidente, se hallaba a bordo en aquel infausto viaje inaugural.

A aquel objeto se le atribuía la capacidad de atraer calamidades o, incluso, la muerte a cualquier persona que lo poseyera o tuviera algún tipo de conexión con él. De ahí su apodo oficial: “la momia de la mala suerte”.

En el caso particular del Titanic, la momia de la “Sacerdotisa de Amón-Ra” habría provocado la muerte a más de 1.500 personas

Portada de la publicación Pearson's Magazine de 1909 con la historia de la llamada
Portada de la publicación Pearson's Magazine de 1909 con la historia de la llamada "momia de la mala suerte" al que una leyenda urbana le atribuye la tragedia del Titanic. (Imagen: Wikimedia Commons)

La supuesta momia de la "Sacerdotisa de Amen-Ra"

¿Cómo se originó esta leyenda? La versión más aceptada tiene como protagonista a William T. Stead (1849-1912), un destacado periodista, editor y espiritista británico, considerado como una de las figuras más polémicas del periodismo británico de la era victoriana.

La historia comienza en Londres mucho antes de la tragedia del Titanic. Stead y su amigo “egiptólogo” y presunto ladrón de tumbas, Douglas Murray, afirmaron tener conocimiento de una momia egipcia que fue llevada a Inglaterra e instalada en el salón de un conocido suyo. A la mañana siguiente todo lo que se podía romper en la habitación estaba destruido. La momia fue movida a otras habitaciones, siempre con el mismo resultado.

Según Stead y Murray, dondequiera que iba la momia dejaba una estela de enfermedad, muerte y destrucción.

Posteriormente, en una visita a la Sala Egipcia del Museo Británico de Londres, Stead y Murray se fijaron en un sarcófago de una antigua sacerdotisa egipcia y decidieron que el rostro en la tabla era el de un alma atormentada. Así mismo se lo contaron a los periódicos sensacionalistas que se dieron postín con esa historia. Pronto aquel sarcófago se identificó con el de "la momia de la mala suerte".

Años después, a bordo del Titanic, un grupo de ocho pasajeros se reunía en la sala de fumadores de la primera clase. Era el 12 de abril de 1912. Entre aquellos fumadores se hallaba Stead, que, fiel a su hábito, se dispuso a contar historias de fantasmas y terror, incluyendo la maldición de una momia egipcia que, dijo, viajaba en el barco rumbo a su nuevo propietario, un millonario de Nueva York.

Se le atribuye al periodista, editor y espiritista británico William T. Stead, que gustaba de contar historias de terror, la creencia de la que la
Se le atribuye al periodista, editor y espiritista británico William T. Stead, que gustaba de contar historias de terror, la creencia de la que la "momia de la mala suerte" iba a bordo del Titanic. Stead murió en el hundimiento del barco. (Foto: Getty Images)

Sus oyentes, espantados, le advirtieron del peligro de contar ese tipo de historias antes de la medianoche, pues atraía la mala suerte, pero Stead, que se jactaba de no ser supersticioso, se extendió en sus relatos de terror hasta poco después de la medianoche del 13 de abril de 1912.

Aquel terrible presagio se hizo realidad dos días después. Stead y el resto de los fumadores murieron en el hundimiento del Titanic. El único sobreviviente del grupo fue Frederic Kimber Seward (1878-1943), un prominente abogado estadounidense que evitó participar de la historia y logró escapar en el bote salvavidas número 7, el primero en abandonar el barco.

Cuando le preguntaron por la historia de la momia, Seward dijo que nunca se atrevería a volver a contarla, a nadie. Aun así, ambos relatos fabulados por Stead –la momia del museo y la momia del Titanic– se fusionaron con el tiempo, dando origen a la leyenda de la maldición del Titanic.

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La verdad de la momia

La tabla de la momia en cuestión data del año 950 a.C. –durante la dinastía 22 del Antiguo Egipto– y, efectivamente, forma parte de la exhibición permanente del Museo Británico. Fue hecha de madera recubierta de un yeso que sirve como superficie de pintura, con numerosos elementos decorativos modelados en el yeso para dar la apariencia de relieve.

La tabla de la momia que, según la leyenda, iba en el Titanic y descansa en el fondo del Atlántico Norte, en realidad está expuesta en el Museo Británico de Londres y data del año 950 a. C., durante la dinastía 22 del Antiguo Egipto. La pieza está en el museo desde 1889 y no salió de ahí sino hasta 1990, cuando fue prestada para una exposición temporal (Foto: AP)

Según la curaduría oficial del museo, se dice que la pieza fue adquirida por uno de cuatro jóvenes viajeros ingleses en Egipto en los años 1860 o 1870 (¿acaso Douglas Murray?), quienes sufrieron desgracias posteriores. Dos de ellos murieron o resultaron gravemente heridos en incidentes con disparos, y los otros dos murieron en la pobreza poco tiempo después.

A su vez, la clarividente y fundadora de la Sociedad Teosófica, Madame Helena Blavatsky, supuestamente detectó una influencia maligna en el objeto e instó a la dueña a deshacerse de él, y esa fue la razón que la llevó a donárselo al museo en 1889.

En el texto de la curaduría puede leerse: “La historia más notable es que la tabla de la momia estaba a bordo del SS Titanic en su viaje inaugural en 1912, ¡y que su presencia causó que el barco chocara con un iceberg y se hundiera!”.

Todo esto carece de veracidad. Según la curaduría, la pieza nunca había salido del Museo Británico hasta 1990, cuando fue prestada para una exposición temporal. De hecho, no hay pruebas concretas que respalden la creencia de tal momia estaba siendo transportada del Museo Británico a Nueva York en el Titanic.

Tampoco hay registro alguno en la documentación histórica o en el manifiesto del Titanic que mencione la presencia de semejante carga en la nave.

De igual modo, no existen pruebas arqueológicas que sugieran la existencia de una momia llamada "Sacerdotisa de Amón-Ra"…

Aun así, a lo largo del tiempo ha persistido la creencia de que “la momia de la mala suerte” descansa en lo profundo del Atlántico Norte, entre los restos del Titanic, siempre al acecho, asegurándose de que nadie se acerque a profanarlos.

Los restos del Titanic descansan en el fondo del mar, a 3.800 metros de profundidad. (Foto: Getty Images)
Los restos del Titanic descansan en el fondo del mar, a 3.800 metros de profundidad. (Foto: Getty Images)

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