Más de un año de rayos X portátiles e intermitentes: Hospital Balbuena

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“En hospital Balbuena no hay rayos X ni tomografías, y tenemos un sobrino accidentado con fractura de fémur y pulmón perforado desde ayer en la tarde”, “en el Hospital General Balbuena desde hace ya varios días no sirve el aparato para electroencefalograma y tampoco funciona el de rayos X” son quejas constantes en redes sociales desde mediados de 2022.

Hace unos meses, María Guadalupe, de 67 años, tuvo una caída que le provocó una fractura en el brazo. Su hijo acudió con ella al Hospital General Balbuena, donde les informaron –como ya es costumbre– que no tenían rayos X desde hace más de un año. Les dieron una orden para sacar las radiografías en un camión blanco placas KT-32-456.

Ahí, el cobro era de mil pesos por dos placas de la muñeca derecha. El hijo de María Guadalupe se quejó cuestionando por qué un hospital con tanta demanda en traumatología lleva más de un año sin equipo y material de radiografías. Más tarde, la Secretaría de Salud le informó que el hospital había solicitado a la alcaldía el retiro del camión, supuestamente no vinculado con la institución.

Ahora es una unidad portátil, ubicada al interior del hospital, la que según las autoridades está destinada a suplir la carencia, pero las quejas no se detienen: fracturas expuestas que no pueden operarse por la falta de radiografías, traslados a otras unidades médicas donde algunas veces también se niega el servicio y un resonador que tampoco funciona.

“Es inconcebible si éste es un hospital de emergencias y traumatología. Urge que atiendan esto; el mismo personal nos indica que así llevan mucho tiempo”, subraya uno de los quejosos.

Pacientes denuncian carencias en el hospital Balbuena.
Sala de espera en el hospital Balbuena. Foto: Rogelio Morales Ponce /Cuartoscuro

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El Movimiento Galeno Salud Independiente tiene ubicada esta carencia, junto con el resonador del mismo hospital, como una de las que más ha durado, pero antes también ocurrió en el Hospital Xoco, que permaneció más de seis meses sin la posibilidad de hacer tomografías. En esos casos, se extendía un pase a otros hospitales o, en algunos otros, los pacientes acudían por su cuenta a un servicio particular.

“Desde siempre es así; no hay un incremento en lo particular, aunque la pandemia expuso mucho el asunto. Ahorita principalmente (las carencias) son guantes y sondas para aspirar a los pacientes intubados. Guantes a veces hay solo una caja por turno, y no puede usarse el mismo par todo el tiempo”, dice Luz María, enfermera en los servicios de salud de la Ciudad de México.

Hoy, desde el exterior del Hospital General Balbuena no es visible la unidad portátil que está sustituyendo la carencia de un servicio propio de rayos X. Afuera solo hay espera entre malas noticias, dormitorios gratuitos instalados por la alcaldía Venustiano Carranza, carga y guarda de celulares y mochilas, y un visible abandono de la vía pública en los alrededores.

“Al final resuelves, pero no es lo ideal”

Luz María hoy es parte de uno de los servicios de neurología en la red hospitalaria de la Ciudad de México, que está transitando al nuevo esquema IMSS Bienestar. Antes, estuvo cuatro años en urgencias, donde le tocó vivir la pandemia. Por eso, dice, la carencia ya es una cuestión de años.

Las deficiencias se evidencian en materiales y medicamentos, desde los más básicos, según su relato: guantes y cubrebocas. Recuerda, por ejemplo, cómo durante la pandemia, hubo un periodo en el que las mascarillas N95 que les proporcionaba el hospital eran sustituidas hasta que pasaban tres días.

Pero incluso antes de que empezara la emergencia, la carencia de guantes ya era una realidad. El personal médico, cuenta, se organizaba para comprar una caja para la guardia o el turno completo, igual que sucedió después con los cubrebocas. “Llegó el momento que ya algunas compañeras y compañeros compraron el equipo de protección”, añade.

Por otro lado, como en otros hospitales, son comunes los periodos intermitentes sin jeringas o medicamentos de uso común, como multivitamínicos, omeprazol o paracetamol. Otras veces se trata de las soluciones para diluir medicamentos. En ocasiones, por ejemplo, hay muchas de 1,000 mililitros, pero no de 100 o 500, lo que lleva al desperdicio de las primeras.

“Tratamos de sustituir, pero al final se está usando otro insumo que, en su momento, cuando lo vayamos a requerir, por estarlo usando en las guardias anteriores, cuando lo necesitemos ya no va a haber… Al final resuelves, pero no es lo ideal porque desperdicias material que se puede usar después para otra cosa”, añade la enfermera.

En un mes diferente, el hospital no tuvo electrolitos, cloruro de potasio, sulfato de magnesio, cloruro de sodio al 17%, y algunas veces tampoco había glucosa al 70%, básicos para poder atender a pacientes de urgencias y compensarlos. En un hospital de trauma, cuenta Luz María, llegan muchos pacientes con traumatismo craneoencefálico, diabéticos, alcohólicos o con crisis convulsivas, en estado de deshidratación, por lo cual se trata de un insumo básico.

Un paciente llega al área de urgencias en el hospital Balbuena.
Un paciente llega al área de urgencias en el hospital Balbuena. Foto: Rogelio Morales Ponce /Cuartoscuro

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“Lo sacamos, se consigue y se hace”

La secretaria de Salud de la Ciudad de México, Oliva López Arellano, presume los datos globales de atención en la red hospitalaria para desestimar la veracidad de las quejas en torno a la falta de material o insumos.

Según ella, 11.8 millones de consultas, dos millones de atenciones a urgencias, 200 mil cirugías y 100 mil nacimientos registrados en los hospitales de la capital son prueba de que cuentan con lo necesario. En entrevista mencionó también más de 30 millones de análisis clínicos, 3 millones de exámenes de imagenología, 7 millones de detecciones y 2.4 millones de atenciones médico-legales en el periodo 2019-2023.

“Si fueran hospitales que están trabajando como han señalado en algunos momentos (el personal de salud), sin ningún equipo, sin ningún instrumental, sin ningún medicamento, no tendríamos esta productividad”, aseguró.

Los testimonios del personal médico y administrativo, sin embargo, son muestra de que las carencias son resueltas por ellos mismos o, cuando cuentan con los recursos, por los propios familiares, como ha sucedido en diferentes periodos de faltantes de materiales, insumos, medicamentos básicos o soluciones rehidratantes.

“Sí hay carencias, siempre las ha tenido el sector público, más en secretaría de Salud, pero siempre tratamos de ingeniarnos –la enfermedad es ingeniosa por naturaleza–, justo para tratar de compensar una por otra, o hacer milagros con lo que tengamos; nunca se para y se sigue trabajando”, dice la enfermera.

Consultada específicamente respecto a la falta de rayos X en el hospital de Balbuena, López Arellano justificó que hay una demanda creciente de atención y cuando se identifica que hay algún problema, se atiende, pero existe una situación de término de vida útil de equipos que están por sustituirse, como los tomógrafos de Milpa Alta, Cuajimalpa, Legaria y Topilejo.

Aseguró que también están en proyecto de sustitución otros tomógrafos y aparatos de rayos X. Admitió que el equipo fijo de Balbuena tiene tiempo sin servicio, pero aclaró que se ha sustituido con el equipo portátil. “A veces se puede rápido; a veces son equipos muy complejos o que tardan más tiempo en ser comprados, pero se resuelve con equipos portátiles o apoyo de otras unidades hospitalarias”, señaló.

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De acuerdo con datos de la Sedesa, proporcionados en respuesta a una solicitud de información pública, durante 2022 recibieron 24 quejas por falta o falla de equipo biomédico, 60 quejas por falta de insumos –que superan a las 22 de 2020 y a las 17 de 2021–, y seis y 14 por falta de médicos y personal, respectivamente –que no se habían presentado entre 2017 y 2019–.

Aunado a ello, en los últimos seis años, las quejas que ha recibido la Comisión de Derechos Humanos local respecto a los servicios de salud en la capital se han mantenido en un promedio de 980 anuales. Si bien en 2020 y 2021 habían descendido a 860 y 808, respectivamente, en 2022 sumaron 903.

Después de cinco unidades médicas de reclusorios –varonil oriente, varonil norte, varonil sur, Penitenciaría y femenil de Santa Martha– que encabezan la lista con el mayor número de quejas, los hospitales donde más expedientes se han abierto son el Hospital General Xoco, el Hospital General Balbuena y el Hospital de Especialidades Belisario Domínguez. Los derechos mayormente vulnerados son a la salud, en primer lugar, y reproductivos en segundo.

“Actualmente lo que más falta son guantes, no pueden ser los mismos todo el tiempo para cambiar pacientes, hacer curaciones; últimamente no ha habido sondas para aspirar, también el tubo que usamos para poder hacer la aspiración, y tratamos de buscar en todos los servicios o quien tenga su guardado lo sacamos, o se consigue y se hace, pero es estar buscando las cosas”, lamenta Luz María.