4000 beagles criados para la investigación encuentran hogares y mejores amigos

Suzanne Brown-Pelletier juega con su beagle adoptado, Biscuit, en North Yarmouth, Maine, el 1 de agosto de 2023. (Séan Alonzo Harris/The New York Times)
Suzanne Brown-Pelletier juega con su beagle adoptado, Biscuit, en North Yarmouth, Maine, el 1 de agosto de 2023. (Séan Alonzo Harris/The New York Times)

En septiembre, cuando sacaron a un beagle de 2 años llamado Fin del centro de cría e investigación de Envigo en Cumberland, Virginia, su salida marcó el final de una operación de casi 60 días para rescatar a casi 4000 perros que habían vivido en condiciones muy perturbadoras.

Entre los beagles que estaban ahí, algunos estaban desnutridos, se habían enfermado o estaban heridos, según revelaron las inspecciones del centro de investigación, y habían sacrificado a algunos.

Casi un año después, muchos de los beagles prosperan en sus nuevos hogares, según sus nuevos compañeros de casa. Ruedan en el césped, disfrutan de largos paseos y lamen los pasteles de cumpleaños que celebran el aniversario de su rescate.

“Era el último. No puedo imaginar lo que debió sentir”, comentó Suzanne Brown-Pelletier, quien adoptó a Fin a las pocas semanas de ser rescatado. Para compensar los años perdidos de amor, “le doy todo tipo de besos en la nariz y le digo que estoy tocando el bugle del beagle”, mencionó.

Maple, el beagle que adoptaron Alli y Tyler Trent, en Dublin, Virginia, el 28 de julio de 2023. (Alycee Byrd/The New York Times)
Maple, el beagle que adoptaron Alli y Tyler Trent, en Dublin, Virginia, el 28 de julio de 2023. (Alycee Byrd/The New York Times)

Fin, a quien Brown-Pelletier rebautizó Sir Biscuit de Guaguingham (o Biscuit), y miles de otros perros estuvieron durante dos meses en refugios, organizaciones de rescate, con dueños temporales y familias adoptivas después de que las autoridades federales descubrieron que el centro de cría violaba normas de seguridad. Los beagles estaban hambrientos, enfermos, maltratados y, en algunos casos, habían muerto. Los sobrevivientes fueron enviados a laboratorios de pruebas.

Después de que un juez federal aprobó un plan para retirar a los perros en julio de 2022, varios grupos de rescate y voluntarios se ofrecieron a encontrarles hogar en un esfuerzo que atrajo la atención de todo el país. La noticia incluso inspiró a Meghan, duquesa de Sussex, y al príncipe Harry a adoptar una beagle llamada Momma Mia. El gobernador de Nueva Jersey, Phil Murphy, adoptó a Morty, un perro del centro.

Muchos otros también se ofrecieron como voluntarios para abrirles su casa a los rescatados.

Después de que Alli y Tyler Trent adoptaron a una beagle llamada Maple, la perra temblaba sin control en su patio trasero de Christiansburg, Virginia. Dado que había vivido en una jaula, Maple nunca había visto un césped ni había probado un premio.

“El césped le daba mucho miedo”, recordó Alli Trent.

Maple también se acobardaba siempre que alguien se acercaba.

“Nada fue fácil, pero solo necesitaba un poco más de paciencia y tiempo”, recordó.

‘Aprender a confiar’

Maple se aclimató con los Trent “y ha aprendido mucho y ha llegado muy lejos”, afirmó Alli Trent, de 29 años. A la beagle de 4 años le encanta darse baños de sol y recibir caricias en la panza, comer hielo picado y, sobre todo, descansar en su cama.

“Está aprendiendo a confiar y que las únicas personas ahora en su vida son buenas ¡y la quieren mucho!”, comentó.

La otra beagle de los Trent, Lola, también le ha dado apoyo emocional a Maple.

El mes pasado, la pareja asistió a una reunión en Wake Forest, Carolina del Norte, con motivo del aniversario del rescate de los beagles. Ahí, Maple se reunió con algunos de sus cachorros, los cuales también habían sido adoptados. Una foto que Alli Trent publicó en Facebook mostraba a Maple y a los cachorros —los cuales ahora son más grandes que su madre— y a sus nuevos dueños acampando juntos sobre el césped. Maple llevaba un pañuelo en el que se leía: “Sobreviviente de Envigo”.

En North Yarmouth, Maine, Sir Biscuit se adaptó a su nueva vida fuera de una jaula con la ayuda de los otros perros de Brown-Pelletier, Albert y Winston, ambos spaniels.

Cuando la familia conoció a Biscuit, babeaba de ansiedad y era un “panqueque”, es decir que se tumbaba en el suelo de miedo. Brown-Pelletier, de 60 años, se dio cuenta de cómo Biscuit levantaba las patas con curiosidad al tocar nuevas texturas en la casa. “Sus patitas nunca habían tocado nada que no fuera una jaula de metal”, aseguró, y “no sabía qué era un juguete”.

Albert, un springer spaniel inglés de 5 años, fue el modelo de valentía para Biscuit y le enseñó a jugar. Ahora, todo lo que hace Albert, Biscuit quiere hacerlo, mencionó Brown-Pelletier.

“Tiene un mejor amigo”, afirmó de los dos, y comparten juguetes.

Biscuit, de 12 kilos y con al menos 5 más desde que estuvo en el centro, tiene la resistencia necesaria para dar largos paseos y al mismo tiempo, el tamaño suficiente para ser un perro faldero. “Su lugar favorito es mi regazo y me encanta”, opinó Brown-Pelletier.

Biscuit es el primer perro que ha rescatado Brown-Pelletier, quien jura que él se lo agradece a diario con sus grandes y expresivos ojos café. “Confirmo que es el camino a seguir”, afirmó.

Ser un padre rescatista

Mientras Adam Parascandola, vicepresidente del equipo de rescate animal de la Sociedad Protectora de Animales de Estados Unidos, trabajaba ayudando a colocar a los beagles rescatados de las instalaciones de Envigo, se dio cuenta de algo: “Me pareció lo correcto quedarme con uno”.

Parascandola y su esposa, Stephanie Prete, adoptaron un cachorro de 12 semanas al que llamaron Enzo. El perro vive ahora en Winlock, Washington, y, aunque sigue intentando aprender a subirse al sofá, Enzo ha crecido hasta convertirse en un perro muy sociable y despreocupado.

Retrato de un perro beagle
Retrato de un perro beagle

Cada perro y sus circunstancias son diferentes, dice Parascandola, y los perros que proceden de situaciones de rescate tienen distintos grados de capacidad y comodidad.

“La gente debe ser consciente de su capacidad y tolerancia para afrontar la socialización de los perros”, comentó Parascandola, en particular los que han tenido poco contacto con humanos u otros animales.

Según Parascandola, los refugios y las organizaciones de rescate tienen experiencia en colocar a los animales con una nueva familia adecuada. Parascandola recomienda que los posibles dueños les compartan sus expectativas de una nueva mascota a los centros de adopción, para que les puedan encontrar el estilo de vida más adecuado.

Los cachorros pueden ser más imprevisibles y requerir más flexibilidad, mientras que los perros adultos demostrarán su personalidad y necesidades básicas. Los nuevos dueños verán transiciones y crecimiento, afirmó Parascandola.

Más que nada, la paciencia es clave. “Deja que el perro tome la iniciativa, para lo que esté preparado”, comentó.

c.2023 The New York Times Company

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