40 años de la Revolución islámica iraní: así está el país hoy en día

La República Islámica de Irán entra en la madurez. Hace 40 años, el ayatolá Jomeini volvió del exilio para poner fin al Gobierno totalitario del sha Mohammed Reza Pahlevi. En mitad de una profunda crisis económica, las manifestaciones masivas propiciaron una revolución en la que participaron muchos (religiosos, liberales, comunistas), pero de la que se adueñaron unos pocos. Los años siguientes fueron los de la represión amparada en el poder absoluto del líder religioso, que no solo controlaba los asuntos de la fe, sino también los políticos.

Frente a la ‘occidentalización’ del último sha, el Gobierno de los ayatolás siempre ha mostrado su distancia con Estados Unidos y Europa, especialmente con los primeros, con los que ha tenido numerosos enfrentamientos en estas cuatro últimas décadas. Esta es la situación actual del país 40 años después.

El ayatolá Ruhollah Jomeini, el líder religioso iraní en el exilio, regresa a Teherán. Irán (AP Foto/FY, File).
El ayatolá Ruhollah Jomeini, el líder religioso iraní en el exilio, regresa a Teherán. Irán (AP Foto/FY, File).

Sin libertad de expresión, de asociación y de reunión

Uno de los motivos de la caída de Pahlevi fue precisamente la falta de libertades sociales en un régimen autoritario. En 2019 las cosas siguen exactamente igual, aunque el poder lo ostenten unas manos distintas. Amnistía Internacional en su informe de 2018 destacaba que sigue sin haber libertad de expresión de asociación o de reunión. Cualquier persona que exponga sus críticas de forma pacífica corre el riesgo de ser encarcelada. Así, disidentes, periodistas, estudiantes, cineastas o escritores entre otros han sufrido una represión muy dura (detenciones, desapariciones…).

La tortura y las ejecuciones siguen siendo frecuentes

La organización internacional de derechos humanos también recalcaba que tanto la tortura como los malos tratos son habituales cuando los detenidos están en manos de las autoridades, especialmente durante los interrogatorios. Las confesiones se logran empleando la violencia y los juicios son injustos y arbitrarios. Asistir a fiestas mixtas, tener relaciones extramatrimoniales, comer en público durante el Ramadán o participar en protestas pacíficas son motivo de delito y los castigos pueden ir desde recibir unos cuantos latigazos, hasta ser humillado en público con recipientes usados para limpiar retretes colgados del cuello.

En lo que respecta a las ejecuciones siguen ocurriendo con frecuencia, incluyendo entre las variantes la lapidación (lanzamiento de piedras contra el reo hasta matarlo). Algunos de los delitos que pueden suponer la pena de muerte son la homosexualidad, las drogas o las ofensas religiosas, entre las que se encuentran “insultar al profeta”, “la enemistad con Dios” y “propagar la corrupción en la tierra”, unas acusaciones que con frecuencia son vertidas sobre los activistas.

Las mujeres iraníes exigen poder entrar en los estadios (REUTERS).
Las mujeres iraníes exigen poder entrar en los estadios (REUTERS).

Líder regional y participante en guerras

Históricamente Persia ha sido un gran imperio con sus luces y sus sombras. La llegada de los ayatolás al poder ha sacado nuevamente el carácter más bélico del país. Más allá de la guerra que Irán libró con Irak durante ocho largos años, en la última década se ha enfrentado a Arabia Saudí en Siria o Yemen en una lucha por el liderazgo regional. En el país sirio ha sido un fiel aliado del Gobierno y le ha suministrado armas y soldados en su lucha contra los enemigos. La victoria final de Assad (a punto de confirmarse) ha mostrado su poder en la zona. En Yemen también ocurre algo similar y el régimen de los ayatolás está muy involucrado en el conflicto.

La discriminación de la mujer y de las minorías

Uno de los grandes pasos atrás que vivió el país tras la llegada al poder de los ayatolás fue el de la lucha por la igualdad. Jomeini impuso la ley islámica y todas las mujeres tuvieron que utilizar el velo a partir de ese momento de forma obligatoria, quedando además sus oportunidades de progresar socialmente muy reducidas. Pese a que en los últimos años se ha apreciado una cierta relajación y el pelo ha ido ganando centímetros a la prenda, lo cierto es que su uso continúa siendo obligatorio.

Las mujeres sufren discriminación en aspectos como el acceso al divorcio, el trabajo, la herencia en condiciones de igualdad o el derecho de familia o penal.

Por otra parte, Naciones Unidas ha condenado la violencia ejercida contra las personas con discapacidad física o intelectual y el internamiento forzado. Se ha aprobado una ley que pretende mejorar su situación, pero aún es pronto para valor su efectividad.

Una economía hundida por las sanciones

El pacto nuclear con Estados Unidos le dio aire al país, pero la decisión de Donald Trump de abandonarlo y volver a las sanciones ha ahogado económicamente a Irán. La moneda local, el rial, perdió un 70% de su valor a finales de 2018, lo que provocó el hundimiento de una clase media que tradicionalmente había sido el sostén social.

Protestas en Irán en 2018 (EFE).
Protestas en Irán en 2018 (EFE).

La educación, el pequeño salvavidas

En la educación sí se han visto progresos. Así, la sociedad iraní hoy en día está muy formada y es muy culta, algo que no ocurría antes de la llegada al poder de Jomeini. Si en 1976 la tasa de alfabetización ascendía al 35%, hoy es del 84%. También son buenos los datos del acceso a la universidad de las mujeres (en 1980 solo el 5% de las empleadas tenían estudios universitarios y ahora ha ascendido al 47%).

Sin embargo, la mayor facilidad de las iraníes para tener estudios superiores no se ha traducido en una mayor inclusión laboral, ya que solo el 16% de la fuerza del trabajo es femenina y la tasa de paro es el doble que la masculina, mostrando las dificultades que tienen para incorporarse a los distintos empleos.

La incidencia de las protestas

Durante años la represión del régimen, a través de los Guardianes de la Revolución, hizo casi imposible la disidencia, pero en los últimos años las protestas han aumentado considerablemente. En el año 2009 hubo una serie de manifestaciones masivas –la Revolución Verde– que hicieron que se tambalearan las estructuras del estado, aunque los ayatolás resistieron.

Entre 2017 y 2018 también hubo numerosas concentraciones en las que se exigía la marcha del Líder Supremo Jamenei y la vuelta del sha. Pese a que fueron aplacadas, lo cierto es que su incidencia es cada vez mayor y hacen pensar que se puede producir una nueva revolución en el futuro.