10 descubrimientos que han mejorado nuestra salud en el 2015

Siempre estoy tras la pista de los últimos avances científicos que puedan ayudarnos a mejorar nuestra salud y rendimiento cognitivo. De hecho, estoy preparando un documental sobre el papel de la dieta y el estilo de vida en la salud del cerebro, y a menudo publico mis hallazgos en mi página de Facebook. Por fortuna, el 2015 ha sido un año excelente para las personas obsesionadas con la salud ya que se publicaron estudios increíbles que han desvelado cómo nuestras decisiones pueden afectar nuestra salud, en menor o mayor medida.

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Foto: Yahoo Health/Getty Images

Muchos de estos estudios se centraron en el microbioma, ese universo de 100 billones de microorganismos que habitan en nuestro tracto gastrointestinal y que se encargan de regular diferentes aspectos de nuestra salud. En realidad no se trata de un descubrimiento nuevo, las bacterias que viven en nuestro cuerpo se descubrieron hace décadas, pero no ha sido hasta ahora que se ha comenzado a comprender la enorme influencia que estos pequeños simbiontes ejercen sobre nuestra salud. Este año las librerías han estado repletas de novedosas propuestas que indican cómo utilizar este campo en desarrollo para mejorar nuestra salud. Entre los títulos más destacados encontramos: The Good Gut, Brain Maker y Gut: The Inside Story of Our Body’s Most Underrated Organ.

Pero los estudios sobre el microbioma solo fueron el punto de partida. A continuación les presento los descubrimientos más fascinantes sobre la salud que se han realizado en el último año. No siguen un orden prioritario, así que debes valorar por ti mismo qué es más importante: estar rebosante de energía, aumentar tu capacidad intelectual o vivir más tiempo.

1. Tu cerebro está conectado directamente a tu sistema inmunitario

En tan solo una década, la humanidad ha logrado enviar un robot a la superficie de Marte y ha encontrado una parte escondida de nuestra anatomía en el cerebro. Se trata de un hallazgo muy importante y sorprendente ya que este descubrimiento ha echado por tierra décadas de conocimiento plasmadas en los libros de texto: los investigadores encontraron que el cerebro está conectado directamente al sistema inmunitario a través de los vasos linfáticos, algo que se desconocía. Este hallazgo explica por qué reducir la inflamación en el cuerpo y el cerebro puede tener profundas implicaciones en el tratamiento y la prevención de numerosas enfermedades neurológicas, como la depresión, el Alzheimer, el Parkinson, la demencia de cuerpos de Lewy, la esclerosis múltiple y el autismo.

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La antigua concepción del sistema linfático (izquierda) y la nueva. (Foto: University of Virginia Health System)

2. Usar el iPhone antes de acostarte puede afectar tu calidad de sueño

Gracias a este estudio publicado en enero en la revista Proceedings of the National Academy of Science, sabemos que usar los e-readers con retroiluminación justo antes de acostarse, ya se trate de tablets u otros dispositivos móviles, reduce en gran medida la producción de melatonina en el cerebro. Se trata de una hormona que no solo interviene en la regulación del ciclo circadiano, el encargado de hacerte conciliar el sueño, sino que también está implicada en la expresión de muchos genes, algunos de los cuales contribuyen a prevenir el cáncer.

De hecho, se ha demostrado que las personas invidentes tienen tasas de cáncer mucho más bajas que las personas que pueden ver con normalidad, y se piensa que esto se debe a que sus niveles de melatonina siempre se mantienen estables. De hecho, en el estudio se apreció que los participantes que utilizaron un e-reader antes de acostarse tardaron más en conciliar el sueño, dormían peor y se mostraban menos alertas a la mañana siguiente. Los autores del estudio concluyen que la “luz eléctrica a la que estamos expuestos desde el atardecer y durante la noche influye notablemente en nuestro cuerpo”. Por tanto, evita utilizar estos dispositivos antes de acostarte o bloquea la luz azul usando unas gafas de noche.

3. Consumir comida picante puede alargar tu vida

Los estudios observacionales son muy útiles para encontrar relaciones particularmente interesantes entre diferentes variables, como los patrones o componentes específicos de la dieta y la salud, convirtiéndose en un punto de partida para estudios posteriores. Esta investigación, publicada en la British Medical Journal, encontró que las personas que comían alimentos picantes casi a diario tenían un 14% menos de riesgo de morir en un período de siete años, en comparación con quienes consumían picante menos de una vez a la semana. Esto se debe a que el ingrediente activo del chile, la capsaicina, tiene muchas propiedades beneficiosas para la salud: es antioxidante, anti-inflamatoria y anti-cancerígena.

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Especia de la vida: Los chiles mejoran la salud. (Foto: Getty Images)

4. Incluso la soda dietética engorda

Es archiconocido que la soda normal, rica en azúcar, es perjudicial para la salud. Lo sabemos, ¿verdad? Sin embargo, hace poco tuvimos acceso al veredicto final sobre la soda dietética. Resulta que cuando metabolizamos muchos de los edulcorantes artificiales, estos se transforman en compuestos potencialmente neurotóxicos y podrían provocar efectos hormonales similares a los que genera el consumo real de azúcar. Además, nuestros humildes microbios que, como se mencionó anteriormente son fundamentales para nuestra salud metabólica, tampoco procesan bien los edulcorantes artificiales. En este estudio publicado en marzo en la Journal of the American Geriatrics Society se le dio seguimiento durante 10 años a cerca de 400 personas y se analizó su consumo de soda dietética. Los investigadores encontraron “una fuerte relación entre las cantidades consumidas y la respuesta del organismo, de manera que a medida que aumentaba el consumo de soda, también se incrementaba la obesidad abdominal, un factor de riesgo cardio-metabólico en las personas de la tercera edad”.

5. La grasa saturada no es tan dañina para la salud

En los últimos años ha quedado claro que catalogar las grasas saturadas como poco saludables no es del todo cierto. La realidad es mucho más complicada ya que nuestra salud depende en gran medida de la dieta. De hecho, este estudio publicado en la British Medical Journal este mismo año no encontró ninguna relación entre el consumo de grasas saturadas y el riesgo de morir. En cambio, el consumo de grasas trans, ese horrible invento de la industria, sí se relacionó con un aumento del 34% de muertes por diversas causas.

De hecho, el año pasado la FDA determinó que los aceites parcialmente hidrogenados, la fuente dietética principal de las grasas trans artificiales en los alimentos procesados, no son “seguros”. Y, aunque los fabricantes de alimentos tienen legalmente un año y medio para eliminar las grasas trans de sus productos, es vergonzoso que todavía se encuentren productos con estas grasas en muchas de las estanterías de los supermercados. Por tanto, podrías exonerar a las grasas saturadas, pero si tus expectativas no se reducen a evitar la muerte y quieres mejorar tu salud, debes evaluar cómo tu microbiota reacciona ante determinados nutrientes (micro o macro)… Y aún está por ver cómo nuestros microbios (y su lugar de domicilio, nuestro tracto gastrointestinal) reaccionan ante las grasas saturadas.

Sin embargo, seguir una dieta rica en grasas saturadas, carbohidratos y azúcares, que aporte pocos nutrientes y fibra, sigue siendo una mala idea. De hecho, la combinación de grasas saturadas y azúcar se sigue utilizando en los estudios para imitar los componentes “obesogénicos” y “diabetogénicos” de la dieta americana estándar.

6. La teoría que nos ha hecho temerle a la grasa tiene sus puntos débiles

En 1977 y 1983 los gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido establecieron, respectivamente, las directrices dietéticas nacionales para limitar el consumo de grasas. Las muertes debido a enfermedades del corazón habían alcanzado su punto más alto y las personas estaban buscando un villano dietético. De hecho, si deseas profundizar realmente en este tema, te recomiendo el libro de Nina Teicholz The Big Fat Surprise. Ahora bien, como la medicina recomendó evitar los alimentos grasientos, las personas comenzaron a consumir más granos (lentejas, garbanzos o frijoles), y desde entonces aumentaron de forma exorbitante las tasas de obesidad, diabetes tipo 2 y otras enfermedades crónicas no transmisibles.

Un metaanálisis (un estudio que recopila varias investigaciones y cuyos resultados son de gran valor para la ciencia) publicado en la British Medical Journal este año se hizo una pregunta tan simple como importante: ¿Qué evidencias científicas fundamentan estas recomendaciones? El resultado: “Las recomendaciones dietéticas que sugieren reducir el consumo de grasa fueron propuestas a 220 millones en estadounidenses y 56 millones de británicos en 1983 sin tener evidencias que las sustenten”.

7. Reducir la ingesta de carbohidratos puede disminuir el riesgo de sufrir enfermedades del corazón

Un metaanálisis publicado recientemente incluyó 17 ensayos controlados aleatorios (el estándar dorado de la investigación en nutrición) y encontró que las dietas bajas en carbohidratos eran mejores para disminuir el riesgo cardiovascular y reducir el peso corporal en los adultos con sobrepeso que las dietas bajas en grasa. De hecho, utilizando la calculadora de riesgo cardíaco del National Institute of Health, se evidenció que una dieta baja en carbohidratos era un 98% más eficaz para reducir el riesgo de un evento cardiovascular (infarto de miocardio o accidente cerebrovascular) que una dieta baja en grasas. Vale destacar además que los investigadores no hallaron que mantener una dieta baja en grasa aportara grandes beneficios.

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Tarde o temprano, es probable que desees ir contra la corriente. (Foto: Getty Images)

8. Se puede detener el deterioro cognitivo, según el estudio FINGER

Este año fue fantástico para el cerebro. Gracias al asombroso trabajo de Miia Kivipelto y sus colegas del Instituto Karolinska, en Estocolmo, ahora sabemos que los adultos que sigan un estilo de vida sano (dieta equilibrada, apoyo social y ejercicio físico) pueden retrasar el deterioro cognitivo, independientemente de su edad y del nivel de riesgo. Además, este mes anunciaron en la conferencia en Barcelona que las personas que forman parte del estudio FINGER, precisamente aquellas que comparten un factor de riesgo genético para contraer la enfermedad de Alzheimer, son las que más se benefician de esas intervenciones. La enseñanza: Los genes no determinan tu destino.

9. Tu edad biológica es más importante que la cronológica

¿Has ido alguna vez a esas reuniones de antiguos alumnos? ¿Te has preguntado por qué si todos fueron a la misma clase han envejecido de forma tan diferente? He aquí la respuesta: en realidad tienes dos edades, la cronológica, que coincide con tu año de nacimiento, y la edad biológica, que está determinada por tu estilo de vida. Deberías preocuparte por tu edad biológica, pues es la que puedes controlar.

Este año, los científicos rastrearon los marcadores de envejecimiento en personas sanas de entre 20 y 30 años de edad y encontraron que algunos envejecen más rápido que otros, independientemente de su edad cronológica, manifestando diferentes cambios físicos. Por tanto, como existe una correlación entre la apariencia física y la edad biológica, según esos biomarcadores las personas que lucen más jóvenes realmente son más jóvenes. Y lo mejor de todo es que los biomarcadores que se analizaron en el estudio son modificables, como puedes apreciar en este video que profundiza en los resultados.

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Podrías ser más joven en tu próximo cumpleaños. (Foto: Getty Images)

10. El aceite de oliva virgen extra es lo máximo para la salud de tu cerebro

La dieta mediterránea nos protege a nivel cardiovascular y neurológico, o al menos eso demuestran los resultados de las investigaciones realizadas en grandes poblaciones. No se conoce con exactitud por qué tiene un efecto protector y tampoco se sabe a ciencia cierta a qué se deben esos beneficios, pero lo que sí sabemos es que ingerir pescados salvajes, que son los que más ácidos grasos omega-3 contienen, junto a un consumo moderado de vino tinto, que es una fuente de polifenoles como el resveratrol, y grandes cantidades de aceite de oliva virgen extra, que es rico en polifenoles y oleocantal, es una dieta muy beneficiosa.

Como la dieta mediterránea normalmente va de la mano de un estilo de vida específico, es difícil determinar dónde termina la acción de uno y comienza la del otro. Sin embargo, un estudio comparó una dieta saludable baja en grasa con dos versiones de la dieta mediterránea, una incluía un suplemento de grasas a partir de las nueces y otra un suplemento de aceite de oliva virgen extra. Se apreció que el grupo de adultos mayores que siguieron la dieta mediterránea enriquecida con aceite de oliva conservaron mejor sus funciones cognitivas después de seis años.

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El oleocantal del aceite de oliva tiene propiedades antiinflamatorias y es el responsable de esa sensación de ardor que a veces sientes en la garganta cuando lo consumes. (Foto: iStock)

¡Esto es todo! Comparte el artículo para que más personas se concienticen de que su salud está en sus manos y para que conozcan la etapa maravillosa por la que está atravesando la ciencia de la nutrición. ¡Feliz y saludable 2016, que este año llegue repleto de nuevas ideas que nos permitan mejorar nuestra salud!

Max Lugavere