Venezuela y su larga historia de apagones

Un hombre utiliza un casco con linterna dentro de un edificio durante un apagón en la ciudad de Caracas, Venezuela, el 2 de diciembre de 2013 (AFP/Archivos | Leo Ramirez)

Este martes por la noche volvió ocurrir. El presidente Nicolás Maduro moderaba una edición más de su programa de radio y televisión “En contacto con Maduro” desde el estado central de Aragua, cuando su imagen se congeló en las pantallas de la estatal Venezolana de Televisión. “¿Se fue la luz?”, dijo la voz en off del presidente venezolano, segundos antes de que la transmisión saliera del aire con la coletilla musical del programa. Era el segundo apagón de la semana y uno más entre centenares de cortes eléctricos que ha sufrido el país desde que comenzó la crisis del servicio en el 2008.


Ese mismo día los estados centrales de Venezuela, incluyendo el Distrito Metropolitano y el Estado capitalino de Miranda, habían amanecido a oscuras tras un corte súbito que comenzó el lunes y que se prolongó por más de 19 horas. El ministro de Energía Eléctrica, Jesse Chacón, achacó la falla a un incendio forestal ocurrido en el Parque Nacional El Ávila, de Caracas, que afectó las líneas de transmisión y no tardó en otorgar la responsabilidad del siniestro a un “sabotaje” tramado por la oposición política al chavismo.

Así ha sido durante los últimos seis años: el supuesto sabotaje, los fenómenos naturales o la intromisión de diversos tipos de animales –como iguanas o zopilotes- en el corazón del sistema eléctrico, han sido los argumentos a los que tradicionalmente ha apelado el Gobierno para explicar las continuas fallas del servicio, que los expertos y la prensa independiente atribuyen a diez años de desinversión.

Primero fue “El Niño”. Según las autoridades de la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec), el fenómeno climatológico que afectó al sur de Venezuela entre los años 2008 y 2009 mermó las reservas de agua de los embalses del complejo hidroeléctrico de El Guri, el más importante del país, que aporta el 70% de la energía que consume Venezuela. Por esta causa, insistió entonces una y mil veces el entonces presidente Hugo Chávez, el Gobierno se vio en la obligación de racionar los servicios de agua y electricidad en octubre de 2009, luego que se produjeran cuatro grandes apagones que afectaron al 70% del país.

“Pongámosle coto al despilfarro, al enajenante consumo capitalista”, solía decir el presidente Chávez en sus constantes alocuciones televisivas, en las que además ofrecía consejos para el ahorro, como aquel de no excederse más de tres minutos en la ducha. “Tres minutos son suficientes...¡y no quedo hediondo!”, decía de sus propios baños. El 22 de octubre de 2009, Chávez creó un nuevo Ministerio de Energía para hacer frente al problema, y comenzó a aplicar recortes programados del servicio hasta de cinco horas y topes de consumo para comercios y residencias que, de ser superados, serían castigados con multas. Esa Navidad fue la primera que los venezolanos celebraron sin decoraciones de luces en las calles.


 Aquellas medidas generaron protestas en varias ciudades del interior del país, que ya venían padeciendo las fallas del servicio antes de que el Gobierno oficializara el problema. En Caracas se organizó un Comité de Víctimas de los Apagones que, llevando electrodomésticos averiados en las manos, manifestaban frente a la sede central de Corpoelec en Caracas.

“Se nos culpa de despilfarrar la energía eléctrica, pero la verdad es una sola: el Gobierno no atendió las políticas públicas en materia de servicio eléctrico, no planificó, no invirtió y no hizo el mantenimiento en su momento”, se quejaba entonces la presidenta del comité, Aixa López.

El presidente de la Corporación Eléctrica Nacional, Hipólito Izquierdo, reconoció tímidamente que el sector necesitaba una fuerte inversión de dinero y una vez hecho esto, aspiraba que el sistema eléctrico volviera a funcionar con normalidad en un plazo de cuatro años. Hasta el 12 de noviembre de 2009, los partidos de oposición habían contabilizado 117 apagones en todo el país desde el inicio del año, que ya habían generado una caída de 10% en la producción industrial.


Las continuas fallas en los servicios comenzaron a afectar también la popularidad de Hugo Chávez, que desde su primera elección se había mantenido en torno al 50%. Según un estudio realizado por la consultora venezolana Datanálisis entre el 23 de septiembre y el 8 de octubre de 2009, el 66% de los venezolanos afirmaba estar totalmente insatisfecho con la gestión del comandante Chávez para resolver la crisis de la electricidad. Frente a este escenario, el Gobierno buscó la ayuda económica de China para desarrollar un conjunto de nuevos proyectos hidroeléctricos que nunca se ejecutaron; redujo de cinco a ocho horas la jornada laboral de todas las oficinas públicas para rebajar el consumo de electricidad; destituyó al primer ministro de Energía Eléctrica, Ángel Rodríguez, por los errores cometidos en la ejecución de los planes de racionamiento; y anunció la llegada a Venezuela del ministro de Tecnología Ramiro Valdés, que junto a una “comisión técnica” se encargaría de solventar los problemas eléctricos.

“Está con nosotros al frente de esa comisión uno de los héroes de la revolución cubana, el comandante Ramiro Valdés”, dijo Chávez el 3 de febrero de 2010 y apeló a la experiencia acumulada de los cubanos en crisis de energía y racionamiento: “Ellos [los cubanos] lo han tenido [el problema eléctrico] muy grave en otras épocas”. El presidente insistía entonces en que el problema “no es culpa de Chávez” sino de los gobiernos anteriores y que los cortes eran “necesarios para evitar un caos”.

Ese mismo mes, Chávez decretó “la emergencia eléctrica”, que se prolongó durante casi diez meses,  y anunció la creación de un fondo de 1.000 millones de dólares para “acelerar el desarrollo eléctrico”, a través del financiamiento de 59 proyectos de generación y distribución y otros 50 de operación y mantenimiento. Alí Rodríguez Araque, quien había sido nombrado como ministro de Energía Eléctrica, admitió en esa época que el programa gubernamental de ahorro energético para disminuir en un 20% el consumo eléctrico sólo había logrado un ahorro del 4%. El 7 de abril de 2010 otro apagón dejó sin luz a casi la mitad del país y generó la creación de un Estado Mayor Eléctrico, integrado por cuatro ministros y dirigido por el vicepresidente ejecutivo y actual canciller, Elías Jaua.

El decreto de emergencia permitió al Gobierno hacer compras millonarias en el extranjero de transformadores y demás equipos para la generación eléctrica, sin licitación ni control alguno. Una minuciosa investigación realizada por el periodista César Batiz del diario capitalino Últimas Noticias comprobó que hubo sobreprecios y varias formas de corrupción en la adquisición de estos materiales.
 
Los cortes súbitos siguieron ocurriendo y tras la muerte del presidente Chávez, su sucesor, Nicolás Maduro, dio en abril de 2013 la orden de militarizar todas las instalaciones del sistema eléctrico. Ya no era El Niño la causa de la oscuridad sino un supuesto “un golpe eléctrico” puesto en marcha por “la derecha”. Dos meses antes, el 28 de febrero, se había producido otro incendio en las cercanías del complejo hidroeléctrico de El Guri, que dejó a oscuras a al menos diez de los 23 estados del país. El 3 de septiembre de 2013, otro apagón afectó por varias horas a la capital y 14 provincias.

En ambos casos, el presidente Maduro apeló a las teorías de conspiración: “Estoy al frente de la situación que extraña y abruptamente se ha presentado en el servicio eléctrico”, escribió en su cuenta de la red social Twitter, antes de que tener los resultados de las investigaciones que recién había ordenado. “A esta hora todo parece indicar que la extrema derecha ha retomado su plan de Golpe Eléctrico”, fue su siguiente trino. Y esta semana volvió a referirse a la misma teoría para explicar por qué el país se había quedado a oscuras una vez más.