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Cerca de Madrid millones de neumáticos se apilan en un vertedero ilegal

La inmensa mancha negra se extiende sobre diez hectáreas: muy cerca de la ciudad de Seseña, al sur de Madrid, millones de viejos neumáticos se amontonan en un vertedero ilegal, que trasforma el paisaje en una pesadilla medioambiental. "El impacto visual es tremendo. El paisaje queda totalmente señalado por esta mancha negra. Es raro que a cualquier persona que pase por la autopista de Andalucía no se le quede grabado este panorama", comenta Vicente García de Paredes, militante de la ONG española Ecologistas en Acción. El vertedero surgió en los años 1990 cuando una empresa instalada en terrenos privados empezó a almacenar neumáticos, explica Carlos Velázquez, alcalde de Seseña, que heredó el problema tras ser elegido en 2011. Al principio, debía ser un depósito temporal, en espera que los neumáticos fuesen enviados a plantas de reciclaje. Pero, con los años, éstos se fueron acumulando, invadiendo una colina bajo una línea de alta tensión. "La empresa no tenía licencia para depositarlos allí sine die", dice Velázquez. Sin embargo, "los neumáticos únicamente entraban pero no salían y así se fue formando un depósito", agrega. Proceden en su mayoría de modelos de turismo, pero también los hay de enormes proporciones, neumáticos de camión. Algunos están en bastante buen estado, otros, inutilizables. "Se calcula que hay entre 40.000 y 60.000 toneladas de neumáticos", explica García. En 2003, el vertedero fue declarado ilegal por no respetar las normas medioambientales. Desde entonces, políticos locales y ecologistas no cesan de dar la alarma sobre los riesgos de este cementerio de caucho, especialmente en caso de incendio. Al pie de la colina se encuentran los bloques de viviendas y los descampados de la zona residencial de Seseña, nacida, a las puertas de una zona industrial, del proyecto desmesurado de un promotor antes de convertirse en el emblema del naufragio inmobiliario de finales de los años 2000 en España. Ciudad fantasma durante años, pese a que debía atraer a 40.000 habitantes, Seseña se va poblando ahora poco a poco, a medida que los apartamentos encuentran comprador a precios de saldo. "Estamos a menos de 500 metros de una urbanización de 10.000 habitantes. El material es muy peligroso en cuanto a que es un combustible", se alarma el ecologista. El neumático "una vez que prende en fuego es muy difícil apagarlo", agrega el alcalde. Los ecologistas señalan también que los pequeños charcos que se forman en el interior de los neumáticos son propicios a la proliferación del mosquito tigre, vector de varias enfermedades. Desde 2003, el vertedero se ha convertido en un rompecabezas administrativo y judicial. La empresa que gestionaba el depósito, denunciada ante la justicia, abandonó el lugar y en 2010 una decisión judicial declaró los neumáticos "bienes abandonados", dejándolos a disposición del ayuntamiento. Desde entonces, nada ha cambiado. El lugar, protegido por un cerco metálico roto en algunos lugares, se convirtió en un paraíso para los conejos. Acompañado por un perro, un guardia municipal vigila la entrada. "Han pasado diez años. Estamos a la espera de que las administraciones autorizadas procedan a retirar este material porque tienen permiso", denuncia García. Velázquez, por su parte, asegura que la solución está cerca: asegura haber recibido muchas propuestas en el marco de una licitación municipal. Finalmente el ayuntamiento firmó en 2012 un contrato con una empresa basada en Senegal, que dispone de tres años para vaciar el lugar. Los trabajos deberían comenzar "en abril o mayo", afirma. Los neumáticos serán triturados en el mismo vertedero antes de enviarlos a plantas de reciclaje. Así, podrán servir de materia prima para diversos revestimientos, carreteras, pistas deportivas o terrenos de juego para niños, por ejemplo. La inmensa mancha negra se extiende sobre diez hectáreas: muy cerca de la ciudad de Seseña, al sur de Madrid, millones de viejos neumáticos se amontonan en un vertedero ilegal, que trasforma el paisaje en una pesadilla medioambiental. Al principio, debía ser un depósito temporal, en espera que los neumáticos fuesen enviados a plantas de reciclaje. Pero, con los años, éstos se fueron acumulando, invadiendo una colina bajo una línea de alta tensión. En 2003, el vertedero fue declarado ilegal por no respetar las normas medioambientales. Desde entonces, políticos locales y ecologistas no cesan de dar la alarma sobre los riesgos de este cementerio de caucho, especialmente en caso de incendio.