La dama misteriosa de Parmigianino

Pocas cosas hay tan cautivadoras en el mundo del arte que el retrato de una dama envuelta por el misterio. Basta recordar a la sugerente y enigmática Mona Lisa u otros muchos retratos de féminas que abarrotan museos y galerías privadas de todo el mundo, para hacerse una idea de la fascinación que este tipo de pinturas son capaces de provocar.

Si la identidad de la dama en cuestión, además, sigue siendo una incógnita por desvelar, la fascinación se convierte en una intriga apasionante. Esto es lo que sucede, precisamente, con la pintura ‘Esclava turca’ (hacia 1533), una obra realizada por Parmigianino que habitualmente se conserva en el Museo Nacional de Parma.

Pese a su exótico título, lo cierto es que la mujer representada en este pequeño lienzo de 68 por 53 centímetros fue, casi con total seguridad, de origen italiano. Si hoy se la conoce con ese nombre es debido a un error de interpretación cometido por los autores de un catálogo del siglo XVIII, quienes pensaron que el rico tocado que cubre la cabeza de la joven era un exótico turbante.

En realidad, ese tipo de tocado era muy habitual entre las mujeres ricas de la época, lo que en principio ya nos ofrece una pista de la alta posición social de la modelo retratada por Parmigianino.

Hasta 1928 –fecha en la que la pintura pasó a su ubicación actual–, el retrato de la “esclava turca” había estado en la Galería de los Uffizi, donde se custodiaba desde la muerte del cardenal Leopoldo de Medici, quien había sido su propietario al menos desde 1675.

Pero pese a todos estos datos, por desgracia no se conserva ningún documento contemporáneo ni ninguna otra pista fiable que nos permita identificar sin lugar a dudas a la misteriosa dama de sonrisa pícara y mirada desafiante.

En cualquier caso, y pese a las dificultades, los historiadores del arte no han dejado de proponer diversas hipótesis sobre la identidad de la dama del “turbante”. Algunos autores propusieron que en realidad no está retratando a una mujer real, sino que se trataría de un retrato de mujer ideal imaginado por Parmigianino.

Otros sugieren la posibilidad de que la joven fuera Giulia Gonzaga, representada en la época de su matrimonio con Vespasiano Gonzaga. Eso explicaría, según estos especialistas, la presencia de un pequeño anillo en una de las manos de la retratada.

Para otros investigadores la presencia de un emblema de Pegaso –el caballo alado– en el tocado de la mujer podría ser una referencia al amor –lo que iría en consonancia con la hipótesis anterior– o una referencia heráldica a la familia Cavalli (Caballos).

La hipótesis más reciente sobre la cuestión –y quizá la más sugerente–, alude a la posibilidad de que la misteriosa dama retratada por el pintor de Parma sería, ni más ni menos, que la poetisa y noble Veronica Gambara. La teoría ha sido propuesta por Aimee Ng, investigadora asociada de la Frick Collection de Nueva York, donde se encuentra expuesta temporalmente la pintura de Parmigianino.

Según esta historiadora de la Universidad de Columbia, la identidad de la misteriosa mujer estaría plasmada mediante varias pistas presentes en la pintura. La primera de ellas sería una delicada cadena de oro que la dama lleva en una muñeca, y que podría interpretarse como una alusión a las “cadenas del amor”, un término empleado en la poesía renacentista.

Por otra parte, el ya citado emblema de Pegaso podría estar haciendo alusión también a la inspiración poética, pues en efecto el animal mitológico estaba ligado en el Renacimiento a la actividad literaria. Otro elemento de la pintura, la gran pluma de avestruz que sostiene la “esclava” en la otra mano, también podría estar aludiendo a su actividad literaria, pues etimológicamente, en italiano las palabras utilizadas para designar plumas de animales (piume, penne) son muy similares a las empleadas para las plumas de escritura (piuma, penna).

La investigadora Aimee Ng apunta un último dato para reforzar su hipótesis: tanto Gambara como Parmigianino compartían un amigo en común, el también poeta Pietro Bembo, quien podría haber sido la persona que los puso en contacto. Eso explicaría, dice Ng, la presencia del Pegaso en el emblema de Gambara, pues Bembo empleó a menudo ese emblema como distinto personal en varios de sus retratos.


Fuente: Yahoo España
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