Cómo lograr que una clase no sea la mar de aburrida

Esta entrada del blog está dirigida tanto a estudiantes como profesores. Algunas iluminaciones sobre la dinámica del aula y reflexiones sobre la motivación aparecen a continuación, a partir de un estudio realizado por la Universidad de Illinois, que preguntó a más de 175 estudiantes acerca de sus percepciones sobre el uso de estrategias eficaces de aprendizaje y motivación académica.

Estudiantes de un colegio en Orly, Francia. (AFP | Joel Saget)
Estudiantes de un colegio en Orly, Francia. (AFP | Joel Saget)

El estudio encontró patrones de éxito:

1)    Orientado a las metas (aquí entra el resultado académico). Los estudiantes persiguen ser juzgados como capaces; el éxito se redefine como superar a los demás sin necesidad de un esfuerzo máximo. Este concepto valora la capacidad y altos resultados.

2)    Un segundo enfoque consiste en la perfección de habilidades para el aprendizaje. Aquí, el proceso de aprendizaje se presenta como algo sagrado y el esfuerzo se acentúa sin la ansiedad que representa la preocupación por nuestro performance en clase.

La combinación de los dos enfoques ha demostrado su eficacia en la mejora de la motivación para aprender y alcanzar buenas calificaciones.

La primera noción implica el reconocimiento por parte del profesor del intelecto y capacidad del estudiante. En una situación de clase, por ejemplo, la retroalimentación positiva y respetuosa combinada con la crítica constructiva de un profesor con respecto a las asignaciones y el pensamiento crítico, anima a los estudiantes a interpretar y analizar fenómenos particulares frente a sus pares. Se trata de provocar la participación en clase mediante un enfoque dialéctico en el cual los estudiantes reciben retroalimentación positiva.

 El estudio de la Universidad Illinois, incluyó las siguientes preguntas: 1) ¿Cómo estos enfoques diferencian las percepciones de la experiencia en el aula? 2) ¿Qué piensan los estudiantes de los objetivos del salón de clase y su relación con las opciones de trabajo, actitudes y creencias sobre las causas del éxito y el fracaso?

Resulta que los encuestados prefieren un enfoque pedagógico donde la motivación se plantee en términos de creación de significado para ellos. ¿Estrategias? Crear espacios para articular formas de pensar y desarrollar habilidades relacionadas con el procesamiento de la información. De esta forma, los estudiantes asumen con interés las actividades del plan de estudio a partir del sentido que puedan extraerle para sí mismos.

En busca de ejemplos que visualicen estas estrategias en la clase, conversamos con el profesor Peter Nadler, de Miami Dade College. Su curso de Ciencias Politicas se enfoca en la discusión sobre temas de actualidad, con el que intenta crear un ambiente constructivamente competitivo -el deseo del estudiante de sobresalir y destacarse entre sus pares- a la vez que la propia discusión contribuye a desglosar el marco conceptual y teórico con los propios ejemplos que resultan del debate. De esta forma, la clase no se convierte en una conferencia vertical, que aliene los intereses específicos de cada estudiante, sino que se nutre y articula a partir de sus necesidades intelectuales. “Nadie tiene el monopolio de la verdad”, suele decirle el instructor a sus estudiantes.

 El proceso de evaluación también es un componente del proceso de motivación. Nadler lo ha establecido a partir de cuatro criterios: asistencia/participación, ensayo final semestral, pruebas varias, y exámenes finales basados ​​en el análisis, la interpretación, el desarrollo y organización de las ideas, animándoles antes de escribir a trazar sus puntos principales y secundarios (ejemplos, razones). Se trata de proceder con una mente abierta. Estimular a los estudiantes a aumentar sus capacidades intelectuales y analíticas en lugar de regurgitar nombres y fechas, por lo tanto, adquirir y perfeccionar nuevas habilidades diseñadas para ayudarles en cualquier carrera futura es la meta.