¿Quién quiere salvar a los tiburones?

La pregunta del título se puede reformular. "¿Quién quiere ser salvado por los tiburones?". La presunción de que sus cartílagos son buenos para la salud y la desmesurada ambición humana por ganar dinero incluso a costa de la desesperación ajena están claramente por delante de la salvación de los tiburones. Efectivamente, hay quienes se quieren salvar gracias a los tiburones. Por un lado están los enfermos a quienes han convencido de que la ingesta de productos (supuestos medicamentos, suplementos dietarios, etc.) basados en el cartílago de la aleta del tiburón es una "terapia natural" capaz de regenerar huesos y articulaciones o derrotar enfermedades como el cáncer. Por el otro, están quienes promocionan estas presuntas cualidades sin presentar experimentos que avalen tales aplicaciones. Más bien todo lo contrario: una investigación reciente, publicada en la revista Marine Drugs, sugiere que el consumo de carne y cartílago de tiburón podría producir Alzheimer.
Veamos lo que dicen sobre la "maravillosa" aleta de los tiburones en un comercial de TV:

Así se promociona el cartílago de tiburón en la TV latina. Según los promotores del producto, éste "controla diversos trastornos degenerativos o asociados al envejecimiento. Posee efectos antiinflamatorios y un mayor efecto analgésico." La conductora agrega que se usa en pacientes con cáncer.

En Asia el cartílago de tiburón tiene una alta demanda para preparar sopa. En Occidente, cientos de miles de personas lo usan con la ilusión de curarse. Esta investigación sugiere que, por el contrario, las personas podrían estar provocándose otras enfermedades. El trabajo cobra especial importancia porque enfrenta a un negocio multimillonario basado en la pretensión de que el cartílago de la aleta del tiburón, "ampliamente disponible en la naturaleza", posee propiedades terapéuticas.

Por empezar, su presunta inocuidad, promovida como panacea naturista en farmacias de homeopatía, casas de herboristería y el mercado de la mal llamada medicina complementaria, no aplica a los tiburones, que caen por millones víctimas del más sanguinario depredador que existe sobre la Tierra.
Todos los años, la exitosa producción y venta del cartílago de tiburón mata al menos a 26 millones de ejemplares a causa de la salvaje práctica humana consistente en cortar sus aletas y arrojarlos vivos en el mar, donde sus cuerpos se hunden y ahogan sin posibilidad de moverse, agonizando hasta morir.

El estudio fue realizado sobre siete especies diferentes de tiburones (punta negra, amarillo, toro, mako, limón, tiburón nodriza y tiburón martillo gigante) del sur de Florida. La doctora en neurología Deborah Mash, directora de la Brain Endowment Bank de la Universidad de Miami y el equipo de investigación del que forma parte hallaron que las aletas de estos tiburones contienen altas concentraciones de una neurotoxina que —a la luz de estudios anteriores— se relaciona con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y Lou Gehrig (Esclerosis Lateral Amiotrófica). Del estudio se infiere que tanto la sopa de aleta de tiburón en la dieta oriental como su consumo bajo la forma de pastillas en la "medicina naturista" podrían poner en serio riesgo la salud de las personas, ocasionando enfermedades degenerativas en el cerebro.
Hasta ahora no hay conclusiones definitivas de que la toxina cause estas enfermedades. Pero los científicos consideran que puede ser un "factor contribuyente", pues han descubierto que los niveles de concentración de esta neurotoxima (de 144 a 1.838 nanogramos por miligramo) son similares a los hallados en los cerebros de personas afectadas por la enfermedad de Alzheimer o Lou Gehrig. Los tiburones, en la cima de la cadena alimentaria oceánica, consumen peces y otras criaturas marinas que se alimentan de algas que contienen esta toxina.

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Campaña "Yo salvé a un tiburón" para la Fundación MarViva (Costa Rica)

"Las aletas de tiburón se obtienen principalmente del aleteo, como se le llama a la práctica que corta las aletas en el mar y arroja el animal mutilado al agua para morir", explicó el doctor Neil Hammerschlag, coautor del trabajo y director del Programa de Conservación Marina RJ Dunlap en la Universidad de Miami. "Los cálculos sugieren que las aletas de hasta 70 millones de tiburones terminan en la sopa. El resultado: muchas especies de tiburones están en vías de extinción. Como estos peces juegan un papel importante en mantener el equilibrio en los océanos, la sopa de aleta de tiburón no sólo daña el ambiente marino. Nuestro estudio sugiere que probablemente las personas que los están consumiendo son las más perjudicadas", prosiguió Hammerschlag.
En 2009, otro estudio de Mash y colaboradores reveló que los pacientes fallecidos con el diagnóstico de Alzheimer y Esclerosis Lateral Amiotrófica presentaban rangos de esta neurotoxina tan altos como los que ahora se hallaron en la carne y el cartílago del tiburón.
Hace años se sabe que el cartílago de tiburón es ineficaz para curar cualquier enfermedad, entre ellas el cáncer.
En 1992, un tal William Lane, en su libro "Los tiburones no tienen cáncer", explicó que el cartílago del tiburón "inhibía la formación anormal de vasos sanguíneos". Esta afirmación descansaba en la malinterpretación de un estudio ajeno. Lane resultó ser el presidente de la Asociación Americana de Comercio de Pescado y pensaba invertir en la industria pesquera en tiempos de Ronald Reagan. En 2000, la Comisión de Comercio Federal de los EE.UU. determinó que Lanelabs, la principal compañía dedicada productos derivados del tiburón, estaba a nombre del hijo de Lane. La Comisión conminó a los Lane a eliminar de las etiquetas de los productos "BeneFin" y "SkinAnswer" toda referencia a cura del cáncer. Fueron acusados de fraude y competencia desleal y debieron pagar una multa de 1 millón de dólares. Casi la mitad del dinero se usó para financiar ensayos clínicos que determinaron que el cartílago de tiburón es ineficaz en el tratamiento del cáncer.
En 2005, la revista Cancer estudió a 83 pacientes y concluyó que "no había ninguna diferencia en la superviviencia de pacientes que recibían el cuidado usual más un producto de cartílago de tiburón versus el cuidado estándar más el placebo". Tampoco hubo indicios de mejora en la calidad de vida de los pacientes que recibieron el cartílago de tiburón con relación a los que recibían el placebo.
En 2008, la Asociación Americana de Cáncer desaconsejaba directamente su consumo a personas alérgicas y embarazadas y especificaba: "no se sabe si el cartílago de tiburón puede causar problemas de interacciones con otros medicamentos. Si el paciente se basa en este tipo de tratamiento sólo conseguirá evitar o retrasar la atención médica convencional para el cáncer, lo cual puede tener consecuencias graves para su salud". Pese a todo, en 2011, los estadounidenses gastaron alrededor de U$ 3 millones en suplementos elaborados en base a cartílago de tiburón. "Si bien la cifra sigue siendo alta, ésta representa un descenso del 15 % respecto al año anterior", afirma el Nutrition Business Journal.
Ojalá que los charlatanes, que continuaron comercializando este "producto natural" pese a su ineficacia, se detengan de una vez ante este imprevisto —y grave— efecto colateral.

Alejandro Agostinelli es periodista y editor del blog Factor 302.4

Enlaces para saber más:
Mondo, Kiyo; Hammerschlag, Neil; Basile, Margaret; Pablo, John; Banack, Sandra A.; Mash, Deborah C. 2012. "Cyanobacterial Neurotoxin β-N-Methylamino-L-alanine (BMAA) in Shark Fins." Mar. Drugs 10, no. 2: 509-520. Se puede descargar desde aquí.

Turek, Alejandro; Agostinelli, Alejandro; "Terapias Alternativas en el Paciente con Cáncer" En Introducción a la Oncología Clínica (Vol 2), compilado por Adrián Huñiz, Daniel E. Alonso y Daniel E. Gómez (UNQ, 2009). Pp. 865-879. Se puede descargar desde aquí.

Jorge Nogales-Gaete; "Medicina alternativa y complementaria", en Rev Chil Neuro-Psiquiat 2004; 42(4): 243-25. Se puede descargar desde aquí.