Una cárcel de lujo para un asesino de masas

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Interior de una celda de la prisión Halden (Justis- og politidepartementet)
Interior de una celda de la prisión Halden (Justis- og politidepartementet)

Qué trato merece Anders Behring Breivik en un mundo civilizado? Para muchos, es una pregunta innecesaria: para un hombre que ha confesado la matanza de 76 personas, la mayoría adolescentes, por un ideario de extrema derecha, toda pena es poca. Pero para otros, es una cuestión de primer orden: ¿qué precedente sentaría tratar como a un monstruo a quien todavía no ha sido condenado por un juez?

Tan fría y cruel es la matanza que causó Breivik que los códigos penales no sirven de ayuda. Pero los tribunales noruegos, a los que el asesino se ha presentado esta semana con escalofriante quietud, parecen haber preferido por la segunda opción.

Según 'The Daily Telegraph', el autor de la mayor matanza en suelo noruego desde la Segunda Guerra Mundial podría estar ahora en Halden Fengsel, una prisión inaugurada hace poco más de un año bajo el lema "la cárcel más humana del mundo".

Entre sus instalaciones hay un estudio de grabación, un jardín, 250 celdas de unos siete metros cuadrados con su propio baño y televisiones de plasma. Ofrece también la posibilidad de montar a caballo o escalar sus muros por deporte. Es la misma cácel que la revista 'Time' la equiparó con una instalación de Ikea cuando se inauguró en mayo de 2010. Citaban sus "sofás acolchados y sus mesitas de color abedul". Y eso que ni mencionaban el bosque de 75 hectáreas en el que los presos pueden hacer ejercicio.

"Las prisiones deberían centrarse en el respeto y en los derechos humanos", dijo el gobernador de la región, Are Hoidal, en la inauguración de tan idílica penitenciaria. "Se trata de formarlos, darles confianza a través de la educación y del trabajo, y que salgan de aquí siendo mejor personas".

Añade 'Time' que los guardias que vigilan la cárcel están obligados a hacer que la sentencia de cada prisionero sea confortable. No llevan armas, comen con los reos e incluso practican deportes todos juntos. Casi parece una alternativa mejor al mundo exterior. ¿Es demasiado para un asesino confeso? Y aunque así lo fuera, ¿no es mejor que sea así?

Breivik está recibiendo el mismo trato que todo noruego durante un proceso crminal,  conforme a un sistema en el que sólo el 20% de los presos vuelven a verse entre rejas (en EE UU, donde se encarcela a menos gente por año, el porcentaje es del 60%). Un sistema en el que, según la revista Foreign Policy, los asesinos cumplen 14 años o menos de condena porque no necesitan más por su buen comportamiento.

Mientras, Breivik espera su procesamiento sin poder leer periódicos ni mantener correspondencia.