No hay nada como usar el sexo para atacar a una mujer, ¿verdad?

Querida señora mía,

Mejor frígida que fresca, tenga usted eso claro. Vaya guardándose su deseo -sexual- donde no moleste, es decir, donde no avergüence al resto de la humanidad.

Ejemplo número uno:

¿Recuerdan ese medicamento que iba a representar un avance gigantesco para la humanidad? Sí, hombre, ese que iba a suponer un antes y un después en la historia de la medicina. La pastilla azul. La que iba a permitir que millones de hombres de todo el mundo siguieran siendo hombres. Pues ahora llega en versión femenina. Y ya no es un gran avance científico que viene a resolver un importantísimo problema médico mundial. Ahora es... atención...

Si es para mujeres...
Si es para mujeres...

Ejemplo número dos. Ellos son más machos, más varoniles, más populares y más envidiados cuantas más mujeres sumen a su lista de conquistas sexuales. Ellas son...  unas ninfómanas.

 

 

No hay nada como usar el sexo para atacar a una mujer, ¿verdad? Porque el deseo sexual femenino está bien cuando se usa para satisfacer al deseo sexual masculino. Pero eso de que vuele por cuenta propia ya no nos gusta tanto.