Los “me gusta” en Facebook no salvan vidas
Una epidemia de necedad, o excesiva candidez, se ha extendido por Facebook últimamente. Con frecuencia nos asaltan imágenes de niños enfermos, acompañados por un llamado a hacer clic sobre “me gusta” y de esta manera salvarlos de su mal. A veces esos mensajes incluyen una cifra a alcanzar: un millón de “likes” y este pequeño recibirá las medicinas que necesita, por ejemplo. Así, como por arte de magia, nos convertimos en tranquilos benefactores de la humanidad.
Mentira, nos alerta el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en una campaña de su representación en Suecia. “Los ‘me gusta’ no salvan vidas”, asevera la organización internacional mediante un video que resume la historia de un menor, posible víctima de una enfermedad tan devastadora como la poliomielitis. El dinero, utilizado para comprar vacunas, sí ayudaría a prevenir esta y otras amenazas sobre la salud de millones de niños.
"Mi nombre es Rahim, tengo 10 años y vivo con mi hermano menor", dice el protagonista del video. “A veces pienso que podría enfermarme, como le ocurrió a mi madre. Entonces, ¿quién se va a ocupar de él? Pero no me preocupa ese futuro. Hoy la página de UNICEF Suecia tiene 177.000 ‘me gusta’ en Facebook. Quizás alcanzará los 200.000 en el verano. Y para ese momento deberíamos estar bien”, declara con falsa confianza, desfigurado por la mueca de la incertidumbre.
UNICEF quizás no descree de las buenas intenciones de sus seguidores en esa red social, ni del impacto de las redes sociales en general sobre la promoción de su trabajo en el mundo y, como consecuencia, el probable incremento de sus fuentes de financiamiento. Su alerta se dirige más bien a desmontar esa dudosa sensibilidad de “likes” limpiadores de conciencia, que no fructifican en un apoyo efectivo a la salud de la infancia en el mundo.
Según datos de UNICEF Suecia, la quinta parte de la población infantil del planeta no está vacunada contra enfermedades prevenibles. Y aunque el número de pequeños inmunizados ha aumentado, aún la falta de recursos, la debilidad de los sistemas de salud y los conflictos armados, entre otras causas, impiden la ampliación de la cobertura.
Ante tamaños obstáculos, ¿qué puede hacer el ciudadano de un país ajeno a esas vicisitudes? Donar, contribuir con una parte de sus ingresos personales a la salud de las nuevas generaciones, no esperar a la curación milagrosa de un famélico bebé del África Subsahariana porque hemos dicho "me gusta" a su foto en Facebook.