Joshua A. Norton, el autoproclamado emperador de los Estados Unidos
Los libros de historia de los Estados Unidos están cargados de peculiares personajes que han enriquecido cada uno de los capítulos de esa nación, pero, entre todos ellos, podemos encontrar uno que, sin lugar a dudas, resaltará entre muchos por la singularidad de sus hechos y forma de vivir.
Un personaje al que en lugar de ser rechazado y encerrado en algún centro de salud mental, se le brindó un gran respeto por parte de los ciudadanos y las instituciones de la ciudad de San Francisco. Un hombre al que no se le trató como loco, a pesar de autoproclamarse emperador de los Estados Unidos.
Su nombre era Joshua A. Norton y, aunque no se sabía con certeza su año y lugar de nacimiento, todo apunta a que lo hizo en la ciudad de Londres en 1815.
A muy temprana edad emigró junto a su familia hasta Sudáfrica, donde se instalaron en Ciudad del Cabo, y su padre pudo hacerse con una pequeña fortuna gracias a los negocios. Joshua decidió perseguir el sueño americano y en 1849, tras el fallecimiento de su progenitor, viajó hasta la ciudad de San Francisco en busca de prosperar y multiplicar la herencia recibida, que subía a 40.000 dólares, toda una fortuna en aquella época.
Supo invertir y, en pocos años, ya había montado algunas empresas y adquirido varios inmuebles. Cuatro años después se calcula que su patrimonio ascendía a 250.000$. Su habilidad para los negocios y la especulación lo convirtieron en un hombre muy popular entre las clases más pudientes de la ciudad, lo que hizo que frecuentemente estuviese rodeado de los personajes más influyentes de la época.
Pero su voracidad por ser cada vez más rico se topó con una mala alianza empresarial que realizó, lo que le llevó a invertir y perder todo su capital en una desafortunada transacción que no le salió como él esperaba. Mal aconsejado por sus socios, en 1848 acaparó todos los cargamentos de arroz que llegaban a San Francisco desde China, aprovechando que las importaciones estaban frenadas debido a un veto gubernamental por la precaria economía en el país de origen.
Este acto especulativo disparó el precio del arroz, subiendo de golpe de los 4 centavos hasta los 36 centavos de dólar. Pero con lo que no contaba Joshua A. Norton era que dicha ocasión la aprovecharían otros especuladores para mandar hasta allí un cargamento de 100 toneladas de arroz desde Perú, hecho que hizo derrumbarse el precio del adquirido en China y, como consecuencia directa, la pérdida de todo su capital y patrimonio.
Este hecho pudo ser el desencadenante de su vida posterior. Desapareció durante un periodo de tiempo de la ciudad, apareciendo en 1859 con una única pretensión: cambiar el modo de vida de los unionistas y darle a estos un modelo de estado como el que había en países como el Reino Unido.
El 17 de septiembre de 1859, Joshua A. Norton se autoproclamó emperador de los Estados Unidos, haciéndose llamar "Su majestad el emperador Norton I". Los conciudadanos se lo tomaron con buen humor y, al tratarse de un personaje que había estado en lo más alto de la sociedad de San Francisco, decidieron seguirle la corriente en aquello que decía, dándole tratamiento real cuando se cruzaban con él o simplemente iba a algún comercio, donde era invitado a comer y se le rendía pleitesía.
De vez en cuando, el emperador Norton I iba publicando edictos con intención de mejorar la calidad de vida de los residentes en el país. Pero su delirio de poder iba cada vez más allá, imponiendo impuestos de 25 centavos a los comercios y multas a aquellos que en lugar de llamar a la ciudad con su nombre real se refiriesen a esta como Frisco. Mandó disolver los partidos políticos, la Corte Suprema de California e, incluso, cuando estalló en 1861 la Guerra de Secesión, citó para reunirse con él a Abraham Lincoln y a Jefferson Davis (presidente de la Confederación) y así mediar entre ellos. Pero, como es obvio, ninguno de los dos se presentó a la reunión.
En 1863 decidió hacerse cargo también de México, autoproclamándose "protector" del país vecino e incorporándolo a su tratamiento real: Norton I, emperador de Estados Unidos y protector de México.
Llegó incluso a emitir un billete de 10 dólares propio, que, aunque carecía de valor alguno, en los comercios se lo admitían como forma de pago. A lo largo de los 21 años que se mantuvo en su puesto de emperador, consiguió pacíficamente importantes cambios en la sociedad de San Francisco, interviniendo en una ocasión para frenar a una enfurecida masa de ciudadanos que quería linchar a un grupo de trabajadores de origen chino. Tras soltar unas palabras subido sobre un cajón, al más puro estilo de un charlatán de feria, y clamando que "todos eran hijos de Dios", pidió suprimir las leyes que desfavorecían a los inmigrantes por su color de piel. Su discurso calmó a la muchedumbre, que acabó marchándose hacia sus casas sin ocasionar altercado alguno y, en su mayoría, convencidos por las palabras de tan ilustre personaje.
Norton tenía el respeto, admiración y cariño por parte de todos sus conciudadanos, hasta tal punto que el propio ayuntamiento de la ciudad de San Francisco iba aprobando diferentes partidas presupuestarias para proporcionarle ropa y todo aquello que era de primera necesidad para subsistir.
Un entrañable personaje que, en sus conversaciones con los demás, presumía de cartearse con la mismísima Reina Victoria I.
Su vida y actos han dado mucho de sí. Tanto que se han escrito infinidad de novelas teniéndolo como personaje central e, incluso, el popular cómic The Sandman, escrito por Neil Gaiman, le dedicó a Joshua Norton el capítulo número 31, titulado "Tres septiembres y un enero".
Norton I falleció el 8 de enero de 1880 víctima de un ataque de apoplejía. A su entierro acudió la flor y nata de la ciudad y miles de personas quisieron acudir a su último adiós, ocasionando colas de tres kilómetros. En su lápida figura la siguiente inscripción: "Norton I, emperador de los Estados Unidos y protector De México".
Fuente de consulta: sfhistoryencyclopedia