Goytisolo, ¿un Cervantes antiespañol?

Algunos han contestado el Cervantes concedido a Juan Goytisolo por el carácter supuestamente antiespañol de sus textos. Lo mejor es leerlos, para confirmar la españolidad y la calidad de su obra

He dejado pasar una semana para reflexionar debidamente acerca del hecho de que el premio Cervantes, auspiciado y sostenido económicamente por el Ministerio de Cultura, haya recaído sobre la obra y la persona de Juan Goytisolo, un autor que pasa por representar la visión menos complaciente con lo español que cabe hallar entre los literatos nacidos en la piel de toro, una visión mantenida con denuedo y ahínco nada menos que desde hace ya medio siglo, en particular desde que en 1966 publicara su primer gran empeño narrativo, la novela Señas de identidad.

El escritor español Juan Goytisolo en una rueda de prensa en Berlín.
El escritor español Juan Goytisolo en una rueda de prensa en Berlín.

La elección invita a ponderar, en primer lugar, la limpieza y profesionalidad con que se decide el premio. No puede decirse, en modo alguno, que Goytisolo sea un candidato ideológicamente afín al gobierno al que pertenece el ministro titular del departamento que patrocina el galardón, e incluso podría decirse que el ideario plasmado una y otra vez en sus libros es opuesto al que inspira al partido en el poder, muchos de cuyos votantes leerían con horror lo que Goytisolo escribe, y alguna muestra ofreceremos en esta entrada. En segundo término, cabe preguntarse sobre el valor simbólico que puede tener este premio en estos momentos, en que España revisa a la baja su concepto de sí misma y de los logros alcanzados en los últimos tiempos. O lo que es lo mismo, en qué medida sintoniza el hecho de otorgarle el Cervantes a un escritor tan ferozmente alineado contra el orgullo de la tribu con la catarsis de una autocrítica que señala el peso disfuncional y recalcitrante de ciertos elementos no extirpados de nuestra tradición histórica, política y social.

Para hacer un correcto acercamiento a la obra de Goytisolo, un autor que en 1957 se exilió a París y que desde entonces vive principalmente fuera de España (sobre todo en Marrakech), lo que ha llevado a algunos, con cierta miopía, a despacharlo como extranjerizante y antiespañol, hay que decir que su mirada corrosiva sobre su propia nacionalidad de origen conecta con una larga tradición de escritores cáusticos y disolventes, que forman parte de la columna vertebral de la literatura española y que el propio Goytisolo reivindica con frecuencia, desde Juan Ruiz hasta Francisco de Quevedo. Por otra parte, resulta igualmente muy español lo de tenerse que ir fuera por defender la propia forma de pensar, no acorde con la inquisición en cada momento imperante, y a menudo ese trasterrarse impone un cambio de conciencia que lo vuelve irreversible, como en el precedente, frecuentemente invocado por el novelista (hasta el punto de convertirse en su principal difusor) del liberal Blanco White, arrojado al exilio británico del que acabó incluso adoptando la lengua.

En estos días he leído cosas curiosas acerca del Cervantes para Goytisolo. Hay quienes incluso protestan por la concesión, ignorando el innegable mérito literario del premiado, por considerarlo representativo de una autofobia acomplejada que nos expone a los españoles a la codicia de África, el Islam y en general el tercermundismo más temible (para quienes desde esas coordenadas razonan).

Tal interpretación ignora la reciente prudencia del autor en torno a los límites del multiculturalismo, a raíz de la extensión del yihadismo expansionista y criminal, pero también la clave estética en que se incardinan los textos de Goytisolo, por lo demás más que coherentes con la tradición cultural española, bastarda y mestiza le pese a quien le pese, y cuya rigurosa memoria, de la que resulta poco inteligente avergonzarse, es perfectamente compatible con defender los intereses propios y la propia identidad, en la medida en que una identidad merece ser defendida, que nunca es de modo incondicional. Como habitante de la cultura en español, no me desagrada que frente a otros territorios culturales, alguno de ellos no demasiado lejanos, donde sólo cabe la adhesión inquebrantable, nuestra idiosincrasia incluya y acepte la mirada distanciada y escéptica sobre nosotros mismos, de la que Goytisolo es caso notorio y límite, hasta el punto de adoptar el papel del renegado.

 

Juan Goytisolo.
Juan Goytisolo.

Debo consignar aquí, por una honradez mínima, que Goytisolo no es para mí un escritor cualquiera. No voy a decir que me seduzca enteramente su obra, ni que no haya en ella giros y propuestas que como lector y como novelista susciten mi frialdad o incluso mi rechazo. Pero he de confesar que hubo un tiempo en que sus libros me fascinaron, y que desde esa fascinación lo leí y desde ella no tengo más remedio que seguir leyéndole y escribir estas líneas, pese a que en años posteriores mi entusiasmo fuera decayendo y enfriándose hasta convertirse en una relación más aséptica y sosegada.

Tengo a la vista mis ejemplares de sus libros, y en la primera página de muchos de ellos el año en que los leí. Mi ejemplar de Señas de identidad tiene puesta como fecha marzo de 1983. Yo tenía sólo dieciséis años. Lo que a esa edad se lee, deja una huella difícil de borrar. Y aunque ahora releo incluso esos mismos libros, los primeros, que son los que me marcaron, y veo aquí y allá frases alambicadas y digresiones que me alejan de lo que se cuenta, no puedo dejar de confirmar la intuición que entonces tuve de hallarme ante un escritor con mirada y voz propias, y lo bastante sugerentes, aunque controvertidas (o acaso por ser controvertidas) como para merecer ser entonces leído, y ahora premiado.

En los últimos días me da la sensación de que hay quienes critican a Goytisolo y el premio sin haberlo leído, a lo mejor sobre la exigua base de algún artículo de los que publica en prensa o incluso de alguno escrito sobre él por otro. Los autores están en sus textos, y sobre todo en los más recónditos de todos, los que duermen en los libros. Me gustaría despertar unos cuantos, para aquellos que tengan interés en entender por qué se le ha premiado y acaso la curiosidad de leerlo.

Señas de identidad, edición de 1979
Señas de identidad, edición de 1979

En Señas de identidad, escrita en 1966, Goytisolo comienza a formular de forma sistemática el discurso que iba a distinguir su literatura, a la vez que va dando forma a su experimentación con el lenguaje. Primero arremete contra el régimen:

Lo vamos a pagar caro, la perdida guerra civil, los veinte años de miedo hirsuto, la ominosa facilidad que nos invade. Enfermos todos de un mal incurable, frustrados todos, todos mutilados. ¿Cómo restablecer la paz, la plenitud, el sosiego, en el interior de los corazones? Triste pueblo, patria triste, ¿qué psicoanálisis puede recobrarte? Para ti nunca pasan los días y tus hijos se suceden en tu regazo inútiles frente a tu inercia, tu terquedad, tu locura. Quizás sí, te decías, cuando tus huesos (los tuyos) fertilicen tu suelo (oh, patria) y otros hombres mejores (hoy niños todavía) aplaquen con su ofrenda el afán imposible que preside tu sino.

 

Más adelante, carga contra el carácter que nos predestina a los españoles al descalabro:

Permanecía tumbado diciéndose una y otra vez, con infinita amargura, los españoles llevamos el egocentrismo, la envidia y la mala leche en la sangre; si la sociedad española es intolerante, se debe ante todo al hecho de que hay un maniqueo oculto en el corazón de todo español, y –aislado ya en medio de la noche, injustificable y sin raíces– concluir, con una mezcla de grave estupor y horrorizada alegría, que vuestro país es irrespirable, porque sois irrespirables vosotros mismos.

 

Quizá convenga aclarar que la novela está narrada principalmente en segunda persona (expediente poco habitual), por lo que ese vosotros incluye al narrador, que lejos de ponerse fuera de lo que lamenta, se declara como español, de ahí su amargura y ese oh, patria que desliza en el fragmento anterior. Contiene Señas de identidad el avance de lo que serán sus libros posteriores, en los que la solución poética que se vislumbra es renegar, alejarse de los propios orígenes. Evoca el narrador a los esclavos de un antepasado en la explotación agrícola que tenía en Cuba, y el momento en que al manumitirlos quedaron solos y consternados, porque el amo no era demasiado malo, los cuidaba y no era violento con ellos. Y dice, en un fragmento que dispone en verso y prescinde de puntuación:

pero todo era mentira/ su protección/ el alimento/ el pretendido amor que les unía/ el dolor de la separación/ los discursos/ las lágrimas/ lo sabes ahora/ cuando tú también te has liberado de ellos y navegas a solas diciéndote/ bendito sea mi desvío/ todo cuanto me separa de vosotros y me acerca a los parias/ a los malditos/ a los negros/ mi inteligencia/ mi corazón/ mi instinto/ benditos sean/ gracias sean dadas a dios/ infinitas gracias/ por los siglos de los siglos

Reivindicación del conde don Julián, edición de 1982
Reivindicación del conde don Julián, edición de 1982

 

El desgarro alcanza su momento decisivo en Reivindicación del conde don Julián, de 1972, en la que se apela, inaudita provocación frente a los defensores de las esencias patrias, nada menos que a don Julián, el gobernador de Ceuta que en tiempos de los visigodos transó con los sarracenos y facilitó el paso de las huestes arabobereberes de Tarik y Muza, para emprender la liquidación del reino al que hasta entonces servía y la veloz conquista de la península. En este libro crucial, Goytisolo se libera ya por completo de las reglas convencionales de puntuación, ortografía y sintaxis, para adoptar un código propio que viene a ser símbolo de su extrañamiento, dándole también una dimensión gramatical. Hay un pasaje que condensa el rechazo de lo propio, la aceptación de la condición de traidor e incluso el descenso al abismo como forma de hacer irrevocable la ruptura:

hijo de la mugre y el garbanzo, mesiánico adorador de las cadenas : huye de ellos, Julián, refúgiate en el café moro : a salvo de los tuyos, en la africana tierra adoptiva : aquí la nefanda traición dulcemente florece : víbora, reptilia o serpiente enconada que, al nacer, rompe los yjares de la madre : tu vientre liso ignora la infamia del ombligo : vida y muerte se confunden en ti con rigurosidad exacta : rodeado de presencias amigas, entre espirales de humo aromatizado, saboreando la abrasadora comunión de un vaso de hierbabuena : hachich, aliado sutil de tu pasión destructiva! : tu vuelo acariciante ciñe el lenguaje opaco de un esplendor sombrío, el verbo encadenado se libera, su arquitectura deviene fluida, la mezquina palabra despierta y ejecuta la implacable traición (...) : la traición se realizará : tu sierpe tenaz aguarda el secular desquite : hálito de la austera Castilla, tierra de hombres adustos, graves y sosegados! : amores sencillos y castos, parejas vinculadas en procreación tediosa e insulsa! : la poda castratriz ha sido completa y su furor desdeña los límites : el pasivo serrallo acogerá con júbilo el áspid, la robusta culebra suplantará su concepto mísero y lechuguino : sierpes volantes escoltan la andadura de cuantos ciñen líbico turbante : las voces suenan ya : escúchalas : en el solar ingrato, verdugo de los libres, inteligencia y sexo florecerán

Juan sin tierra, edición de 1978
Juan sin tierra, edición de 1978

Las últimas palabras anuncian ya el paso siguiente, que se consumará en el libro titulado significativamente Juan sin tierra, de 1975. Coincidiendo, simbólicamente, con la agonía del dictador, Goytisolo ahonda en su arrancamiento a los dogmas recibidos con el paquete de la españolidad mediante la proclamación abierta de su antes reprimida homosexualidad, que libre y desencadenada, con la complicidad de las razas consideradas inferiores, esas que sus propios ancestros esclavizaron, es la insurrección más profunda de su individualidad frente a las abolidas normas colectivas. Para muestra, un botón que resulta más que elocuente:

desde las cero horas de la madrugada de hoy te proclamas en estado de amor con los nubios : sus cuerpos de ejército te asedian fundidos en la espesura de la noche y las operaciones defensivo-ofensivas se desarrollarán vertiginosamente conforme a la estrategia convencional del [sic] blitzkrieg : asiduo lector de Von Clausewitz, emprenderás tus belicosos designios con la metódica precisión de un monoculado oficial del estado Mayor prusiano : conjeturando la ubicación de su arbitrio mientras esgrimen, feroces, los raudos y agudos venablos : con el arco de la espalda en tensión, prestos a arrojar las saetas que apuntan escuetamente hacia ti y amagan acribillarte en erizo : trabado en sucesivos cuerpo a cuerpo, tus garras prensoras los sujetarán hasta conseguir desarmarlos : has cambiado una tierra fértil de jardines y prados por otra rodeada de setos espinosos : la esteparia aridez veda la idea misma del fruto y su pobreza desnuda te embriaga (...) : prolongando las escaramuzas y encuentros que conducen paso a paso a tu fin : a la exquisita sumisión aceptada : to the servitude that calls you with its unwholesome glamour

Las últimas palabras, cita de los Siete Pilares de la Sabiduría, de T. E. Lawrence, ( “a la servidumbre que te llama con su enfermizo atractivo”), así como el conjunto del fragmento, harán las delicias de quienes ven en Goytisolo a un depravado que se rinde en su debilidad a aquellos de quienes por el contrario hay que defenderse. Al margen de la inclinación sexual, que cada cual tiene la suya y también sus propios límites morales al respecto, espero que los lectores de este blog sabrán ver algo más: la expresión de un escritor que busca los límites del lenguaje para expresar los límites de su extrañamiento de sus propias raíces y de las reglas recibidas.

Coto vedado, edición 1985
Coto vedado, edición 1985

 

El deslumbramiento por el Sur, que lo llevaría finalmente a cruzar el estrecho y asentarse allí, donde los expulsados de Al Ándalus y de Sefarad, donde todos los repudiados por España, venía de atrás. Su primer atisbo, según cuenta en su libro autobiográfico Coto vedado, de 1985, lo recibió en su Barcelona natal, a través de los emigrantes murcianos y andaluces que recalaban por allí. Lo cuenta con palabras ásperas e inmisericordes que, por cierto, resultan hoy pertinentes, para desmontar ciertos mitos piadosos y exhumar ciertas miserias de ese nacionalismo apresuradamente maquillado que monopoliza en estos días el discurso público de Cataluña:

Hacinados junto a los gitanos en el cinturón de chabolas que rodeaban Barcelona, vivían marginados y discriminados por los autóctonos, marcados con la etiqueta despectiva de xarnegos. Las condiciones miserables en que acampaban y la persistencia no obstante de su corriente migratoria te habían llevado a interrogarte a menudo sobre su situación en las provincias de origen; con todo, fuera de algunos encuentros fortuitos en tus correrías barriobajeras, nunca tuviste oportunidad de mezclarte con ellos ni de considerar sus problemas. La visión negativa de tu medio social, incluidos los sectores nacionalistas, se centraba en su ignorancia, dejadez y natalidad excesiva, cuando no en su supuesta afición a ingresar en la Guardia Civil y demás cuerpos represivos del ejército y la policía. Como había dicho en la universidad un amigo de Albert Manent, sense aquests guàrdies andalusos que ens envien de Madrid, Catalunya seria lliure.

Makbara, edición de 1995
Makbara, edición de 1995

 

Todas las ideas que conforman el proceso de negación que constituye la médula de la obra de Goytisolo (una negación paradójica, porque viene a ser, a la postre, manifestación exacta y puntual de una identidad, la española, empeñada una y otra vez en negarse a sí misma, o en negar y expulsar partes esenciales de su carácter) alcanzan a mi juicio la culminación literaria y poética en la novela Makbara, de 1980, síntesis de todo el camino anterior, en la que el narrador adopta forma femenina para declarar, ahora en paz y sin ira, su alejamiento irreversible:

soy indigna de pertenecer a una comunidad cuya altísima moral muestra a las claras su carácter ejemplar e invicto / las bajezas, miserias, aberraciones que he conocido en un mundo defectuoso y caduco, irremisiblemente abocado a extinguirse y ceder paso a la dinámica superior que encarnamos, resultan más atrayentes para mí que la inefable, sempiterna ventura con que inútilmente me obsequian y me han obsequiado (...) / quiero ser definitivamente mortal, caer en el muladar de la Historia (...) / confiando en la inmunda verdad de mis razones abandono enteramente mi destino en sus manos

 

Plaza de Xemaá el-Fná, Marrakech, en 1997 (Foto: Lorenzo Silva)
Plaza de Xemaá el-Fná, Marrakech, en 1997 (Foto: Lorenzo Silva)

Culmina Makbara con un epílogo titulado Lectura del espacio en Xemaá el-Fná, situado en la plaza de Marrakech que el escritor contribuyó decisivamente a que fuera declarada patrimonio inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Allí, a partir de la figura de los contadores de historias, nos regala palabras que condensan con medida belleza el oficio del narrador. Qué mejor modo de cerrar este viaje por la obra de un escritor discutido y discutible, capaz de acertar y errar tanto en su escritura como en sus posiciones vitales e ideológicas (como cualquiera, por lo demás), que quizá ha sobreactuado alguna vez su papel de proscrito (no le han faltado tribunas ni reconocimientos oficiales en España, incluido éste de ahora), pero cuyo mérito sólo desde la mezquindad puede regatearse.

vivir, literalmente, del cuento : de un cuento que es, ni más ni menos, el de nunca acabar : ingrávido edificio sonoro en de(con)strucción perpetua : lienzo de Penélope tejido, destejido día y noche : castillo de arena mecánicamente barrido por el mar (...) liberación del discurso, de todos los discursos opuestos a la normalidad dominante : abolición del silencio implacable infligido por leyes, supersticiones, costumbres : en abrupta ruptura con dogmas y preceptos oficiales : voz autorizada de padres, maridos, jefes, áulicos consejeros de la tribu : habla suelta, arrancada de la boca con violencia, como quien se saca una culebra tenazmente adherida a las vísceras (...) : lectura en palimpsesto : caligrafía que diariamente se borra y retraza en el decurso de los años : precaria combinación de signos de mensaje incierto : infinitas posibilidades de juego a partir del espacio vacío : negrura, oquedad, silencio nocturno de la página todavía en blanco


Historia original: Yahoo España