El día más triste en la vida de Sarkozy

Seis de mayo de 2007. Nicolas Sarkozy acaba de ser elegido presidente de Francia. El final de años de lucha en una carrera política trufada de complicaciones primero y éxitos después. "Fue el día más triste de mi vida", explicaría tres meses después el político en un momento de abandono.

Es una de las revelaciones de L'Impétueux, la biografía de Nicolas Sarkozy redactada por Catherine Nay que acaba de publicarse en Francia. Al parecer el afortunado político era un desafortunado en cuanto al amor. Llevaba meses convenciéndose a sí mismo de que si ganaba las elecciones, su mujer, Cécilia Sarkozy, no se iría de su lado como ésta le había anunciado en marzo. Pero no. La mujer del político estaba preparada para irse definitivamente. Su carrera estaba en su punto álgido, pero su matrimonio acababa de fracasar.

Era el fin de una charada que habían montado desde que Sarkozy dejó su puesto como ministro del Interior en marzo para centrarse en la campaña electoral. Cécilia había empezado a buscar el consejo de un abogado. La mujer lo tenía todo preparado. Había vendido el apartamento familiar en Ile de Jatte y alquilado uno nuevo al que se llevó a sus hijos. Nicolas se instaló en uno de los hoteles regentados por su amigo, el magnate inmobiliario Dominique Desseigne. Cécilia puso de su parte: supervisó la habitación y le dio al futuro presidente consejos sobre su dieta.

También tomó la precaución de no comentarle nada del divorcio a nadie. Nicolas no podía correr ese peligro, no en plena campaña electoral, no cuando estaba usando la familia como uno de sus valores. Así que los Sarkozy no oyeron ni una palabra de lo que le estaba pasando a su miembro más famoso. Ni siquiera los hijos podían saberlo. "Ni mi hermano ni yo sabíamos dónde vivía", recuerda su hijo Jean. Nicolas tuvo que idear un complicado sistema según el cual se escondía en un coche sin matrícula para entrar por el garaje a la casa de su mujer, para así poder salir con ella por la puerta principal ante los ojos de la prensa.

Todo esto cambió ese seis de mayo. Hasta entonces, Cécilia todavía se estaba pensando si dejar a su marido o no. Pero ese día todo quedó pactado: el divorcio es definitivo. En junio, la pareja acudió junta a una cumbre del G-8 en Alemania. Ahí, el más observador pudo cazar un pequeño pero revelador gesto: Nicolas intentó coger a su futura ex mujer de la mano mientras bajaban del avión ante la prensa, y ella se la apartó.

Al día siguiente, Cécilia se excusó a sí misma y pidió volver de urgencia a París. En cuestión de semanas, el divorcio se hizo oficial.

Fuente: L'Express