Baraa Melhem, la mujer palestina rescatada tras pasar diez años encerrada por su padre

Baraa Melhem, a salvo en casa de su madre (AP Photo/Maya Levin)
Baraa Melhem, a salvo en casa de su madre (AP Photo/Maya Levin)

Baraa Melhem ha vuelto a ver la luz del sol. Es la primera vez que lo hace en los últimos diez años, pasados por obligación de su padre en diferentes cuartos oscuros con una radio como única compañía. Ha sido una década en lo que las autoridades han llamado condiciones "deplorables". Ahora las tornas han cambiado: sus padres han ido a parar a disposición de las autoridades de Israel y ella ha quedado en libertad.

La ironía es que está tan contenta de estar libre que no tiene energía para odiar a su padre.

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Es una lección importante. Baraa es una mujer palestina de 20 años; a los diez intentó fugarse de casa y cuando su padre, Hassan Melhem, la recuperó, decidió no arriesgarse más y encerrarla en el baño. Antes, la obligó a firmar un documento que decía que ella no quería ir al colegio. No tuvo por qué consultar la decisión con nadie: estaba divorciado desde hacía seis años, así que tuvo toda la libertad del mundo para tener a su hija encerrada en diferentes cuartos a lo largo de los años. Baraa tenía que sobrevivir con una manta y una cuchilla. La manta era para el frío; la cuchilla, porque tanto su padre como la mujer con la que se casó después intentaban convencerla de vez en cuando de que se suicidara. Ella, mientras tanto, sobrevivía con la compañía de la radio y con los pequeños placeres que le ofrecía el confinamiento: imaginar la luz del sol, esperar a que su padre le diera la manzana que comía cada día... Le dejaban salir, eso sí, por la noche para que limpiara la casa e hiciera la colada.

Hizo falta que interviniera la tía de Baraa, quien hace unos días llamó a la policía, para poner fin al suplicio. La policía israelí intervino, rescató a Baraa y detuvo a Hassan. Ahora, la chica vive con su madre biológica, Maysoun, en un barrio árabe de Jerusalén. Ha cambiado los cuartos oscuros por uno púrpura con cortinas rosas, cuatro colchones en el suelo y una manta roja. Tiene una nueva compañera que no es la radio: una muñeca que le ha regalado su madre. "Esto es el cielo", confesó a la prensa. "Porque la gente que siempre es libre nunca lo aprecia. Pero para alguien como yo, que conoce la amargura de una prisión, esto es el cielo".

Maysoun ha explicado que se divorció del padre de Baraa porque era una forma de salvar a su hijo. Recuerda que el padre solía rociar los ojos del varón con perfume, pero que nunca le había hecho nada a la niña. "Era tan joven cuando me divorcié que no entendía nada", ha explicado. "Solo quería librarme de ese hombre", prosigue. Baraa está de acuerdo. Ha calificado a su padre de persona extremadamente violenta, que solía aterrorizarla a ella y a sus hermanastros. Según ella, padecen una enfermedad mental y no pueden ir al colegio. De hecho, no podían ni salir de casa cuando el padre no estaba. Ahora están viviendo con otros familiares.

Aun así, ha aclarado: "no odio a mi padre. Odio lo que me hizo. ¿Por qué lo haría? No lo entiendo".

Fuente: Huffington Post