Galletas y niños, las herramientas de los científicos para entender a las hormigas

Una galleta de esas que tienen pepitas de chocolate, las cookies americanas, una bolsa con autocierre de sistema zip, y algo de tiempo. Esto es todo lo que hace falta para tomar muestras de diversidad de hormigas, capturarlas para poder estudiarlas. Visto así es sencillo, pero si lo tiene que hacer un equipo de investigación a lo largo de todo Estados Unidos lleva tiempo y sobre todo dinero, especialmente en desplazamientos.

Por eso, a los científicos de la Universidad Estatal de Carolina del Norte se les ocurrió una solución. Una muy imaginativa y elegante: convertirlo en una actividad a la que pudiesen dedicarse padres con sus hijos o profesores con sus alumnos. Reclutar “ciudadanos científicos”, citizen scientists como les gusta llamarlos allí.

El único problema, y uno realmente importante, sería la calidad de los datos. Por eso los responsables del estudio han dedicado mucho tiempo a diseñar un método que permitiese recoger muestras de calidad y que fuesen comparables entre ellos, algo fundamental en cualquier estudio.

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Claro, esto es muy importante para los científicos. Pero, ¿y qué pasa con los niños que participan en el proyecto? Porque si simplemente ponen unas galletas, dejan pasar unos días y después envían una bolsa, muchos pueden quedarse frustrados. Les puede saber a poco.

Todos los datos del proyecto “School of Ants” – que es la denominación que le han dado – son públicos. No sólo para que cualquiera pueda tenerlos y analizarlos. Así los grupos de alumnos, los niños y niñas que hayan participado, y sus padres, pueden ver su contribución.

Y también estudiarlos y tratar de entenderlos. Incluso hay una clave de identificación sencilla, por si quieren realizar esa tarea.

En cuanto a los resultados, el proyecto ha sido un éxito. Se han recogido muestras en los 50 estados que forman los EEUU, algo que hubiese sido muy difícil – y sobre todo caro – de hacer por parte de los investigadores. De zonas rurales principalmente, pero no sólo. Y esto es importante, ya que la recogida de muestras en grandes ciudades – como Chicago, de donde han salido gran cantidad – resulta un auténtico problema para los biólogos.

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Los conocimientos que se han obtenido también son muy interesantes. Por ejemplo, se ha podido saber que una especie invasora de hormiga, la hormiga asiática de aguja (Pachycondyla chinensis), está mucho más extendida de lo que se pensaba. Se trata de una especie muy peligrosa a nivel ambiental, pero también por sus consecuencias médicas. Son capaces de picar a los humanos, pudiendo provocar procesos de anafilaxis a ciertas personas.

Ya hay en marcha varias publicaciones con los datos de este trabajo, algunos de ellos en colaboración con grupos de alumnos que han recogido las muestras. Y también existen planes para internacionalizar el proyecto, colaborando con equipos de investigación de Italia y Australia de momento.