Un fósil de más de 500 millones de años con forma de cigarro puro

A lo largo de la evolución, la naturaleza ha “probado” todo tipo de planes corporales. Quedan muy pocos diseños y formas de organismos que no hayan existido en un momento u otro de la historia del planeta. Por ejemplo, el caso de un fósil descubierto recientemente: un animal marino con forma de puro.

El nombre que le han dado a esta nueva especie es Helicocytis moroccoensis. Se trataba de un animal pequeño, de unos cuatro centímetros de longitud, que vívia pegado al sustrato. Entre sus características está que la boca se situaba en el extremo superior del cuerpo, y que tenía la capacidad de estirarse y encogerse. Es decir, podía ser corto y rechoncho o fino y alargado.

Hay dos factores que hacen de este ser vivo un ejemplar interesante. La primera es el grupo biológico al que pertenece. Se trata del miembro más antiguo conocido hasta ahora de los equinodermos, pariente cercano de las actuales estrellas, erizos y pepinos de mar.

Si pensamos en estos ejemplos, la imagen que se nos viene a la cabeza es un animal formado por cinco “piezas” iguales unidas en el centro. En términos técnicos hablamos de simetría radial pentámera, que consiste en un plan corporal formado por una estructura que se repite cinco veces. Cada una de las partes es igual que las demás.

Sorprendentemente, las larvas de estos animales son bilaterales; el mismo tipo de simetría que tenemos la mayor parte de los animales. Es decir, que se pueden dividir en dos partes que son como las imágenes de un espejo: el lado derecho e izquierdo del cuerpo. Un cambio tan profundo en el diseño del cuerpo es único, no existe ningún otro tipo de animal – ni casi de ser vivo – que lo tenga.

Hay muchas teorías sobre cómo puede darse un caso así. Una de ellas es que el diseño de la larva se haya adquirido por transferencia horizontal, lo que quiere decir que proviene de otro animal. El resto se explican a partir de la evolución de las distintas especies, y ahí es donde encaja este nuevo ejemplar.

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A pesar de estar formado por cinco repeticiones de la misma estructura, la nueva especie H. moroccoensis tenía su cuerpo organizado en torno a una espiral. Según los biólogos evolutivos este sería el paso necesario para convertir un plan corporal bilateral en uno pentarradial.

El segundo motivo de importancia de este fósil es la época en que vivió. Los restos fósiles se han datado en 520 millones de años, lo que lo sitúa en pleno Cámbrico. Durante este periodo de la historia de nuestro planeta tuvo lugar la mayor radiación adaptativa que ha existido. Lo que esto significa es que, en ningún otro momento de la historia han aparecido tantas especies y grupos biológicos distintos, ni se han probado tantas alternativas.

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De hecho, la “explosión cámbrica” – que es el nombre por el que se conoce a esta época – supone un verdadero problema a la hora de explicar la evolución. La teoría oficial, lo que todos conocemos como darwinismo o neodarwinismo, dice que los cambios ocurren poco a poco, y que la selección natural se va encargando de fijar algunos cambios y descartar la mayoría.

Pero esto no explica suficientemente bien lo que vemos del Cámbrico en los fósiles. En sólo 15 millones de años, lo que en evolución no es más que un momento, aparecieron decenas de planes corporales distintos, una categoría que se conoce como filo o phyllum. Para entender lo que significa, lo mejor son dos ejemplos: el filo de los cordados incluye a todos los vertebrados – peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos – y algún animal más; el de los artrópodos contiene algún tipo de animal más a parte de insectos, arañas, crustáceos y miriápodos (ciempiés y milpiés).

La explicación alternativa se conoce como Equilibro Puntuado. Básicamente lo que expone es que, en circunstancias normales, la aparición de especies ocurre por los métodos conocidos: pequeñas mutaciones que provocan cambios menores; éstos se van acumulando y acumulando hasta el punto en que aparece una nueva especie. Pero en determinados momentos de la historia evolutiva, los cambios se acumulan y aparecen grupos biológicos nuevos de golpe, no de manera lenta y gradual.

En el Cámbrico, donde la estructura de los ecosistemas aún se estaba organizando, ocurrió precisamente esto. Aparecieron decenas de filos, cientos de miles de especies distintas... y sólo unas pocas fueron capaces de aguantar la fuerza de la selección natural.