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Bogotá, 7 abr (EFE).- El consejero comisionado para la Paz de Colombia, Otty Patiño, considera que los primeros acuerdos logrados con el Frente Comuneros del Sur, una disidencia del Ejército de Liberación Nacional (ELN), deben abrir los ojos de esa guerrilla, de la que dice que no escucha ni a su propia gente ni a las comunidades en las regiones para hablar de paz. El Gobierno y los Comuneros del Sur firmaron el pasado sábado en el departamento de Nariño (suroeste) varios acuerdos como parte de una negociación de paz, uno de ellos para la entrega y destrucción de una tonelada de armamento de ese grupo, lo que supone además el primer gran avance de la política de paz total del presidente Gustavo Petro, afirma Patiño en una entrevista con EFE. "Yo creo que es muy importante (...) en la medida en que se mire que la paz total es la que se hace en los territorios, la paz concreta que aunque se vea hoy pequeña (...) es la que llega a la gente de los territorios, de la que se disfruta (...) y hace que eso se vuelva irreversible y no se quede solamente en el papel", explica sobre los acuerdos con los Comuneros del Sur. Ese grupo, según distintas fuentes, tiene entre 200 y 300 integrantes. "Pensamos que ellos van a generar prontamente una desmovilización de casi la mitad y esperamos que en poco tiempo se desmovilicen muchos más", dependiendo de las garantías jurídicas y de seguridad, según el funcionario. Patiño indica que con los Comuneros del Sur se firmaron "varios acuerdos" sobre temas como víctimas, desminado humanitario, transformación de economías ilícitas en lícitas, así como "la creación de una promotora de comercialización del oro" en Nariño y "la destrucción de material explosivo". "Son hechos que significan también el principio del desmonte de esa fuerza de Comuneros allá en Nariño (...) donde es una fuerza territorial que viene del ELN", indica. Agilidad en la negociación El consejero de paz considera "bien interesante" la actitud del Frente Comuneros del Sur "porque hace dos años ellos empezaron a plantear que querían avanzar más rápido que lo que estaba avanzando el Comando Central del ELN" en las negociaciones que inició con el actual Gobierno colombiano en noviembre de 2022 en Caracas. "Hubo unas discusiones que duraron casi un año con el ELN que definitivamente planteó que ese frente quería avanzar demasiado rápido e incluso calumnió a los dirigentes acusándolos de ser infiltrados" del Gobierno "y a nosotros como Gobierno nos quiso atacar como gente que estaba manejando una estrategia de desarticulación del ELN, lo cual es totalmente falso", dice. La negociación con los Comuneros del Sur sentó mal en el ELN, hasta el punto de que hace casi un año congeló los diálogos de su dirigencia con el Gobierno, que a su vez los suspendió en enero pasado tras la sangrienta arremetida de esa guerrilla en la región del Catatumbo contra el Frente 33 de las disidencia de las FARC que dejó más de 70 muertos y de 54.000 desplazados. Según Patiño, ese malestar del ELN con el diálogo regional en Nariño "era una manera de mostrar su incapacidad para dirigir procesos territoriales", que él considera clave para avanzar hacia una paz firme. "Ese elemento es lo que hace que esta paz incluso pueda ser más fuerte que las paces grandes, grandes entre comillas, con grandes documentos que se firman pero que no se cumplen", indica. Efecto positivo Por eso, espera que los avances con los Comuneros del Sur "afecten positivamente al ELN" y "empiecen a generar una mirada distinta" en la última gran guerrilla latinoamericana que, con 60 años de existencia, está estancada en su propia estructura de mando. "Creo que el ELN tiene grandes dificultades, tiene una estructura de excesiva centralización política en el Comando Central y eso ha impedido escuchar las voces de la gente de los frentes y ha impedido escuchar sobre todo a la gente de las comunidades que están sufriendo los efectos de la guerra", afirma. En este punto, Patiño recuerda el refrán "que dice que no hay peor ciego que el que no quiere ver". "Creo que esta manera de ver las nuevas realidades que están desarrollando (los Comuneros del Sur) le abre los ojos al ELN y constituye, digamos, un revolcón, una revolución interna en el ELN que no quiere ver el clamor y esa necesidad de paz que está planteando la gente en las regiones", subraya. El factor regional es de suma importancia en la estrategia de paz del Gobierno, pues Colombia es un país con realidades muy complejas y diferentes pero "esa diferencia no significa que la metodología que estamos desarrollando y queremos desarrollar en los territorios sea completamente distinta", explica. Y eso consiste en "darle el poder a la gente, el tema fundamental" en los diálogos. "Cuando hablo de la gente, hablo de las comunidades organizadas, los alcaldes, las autoridades indígenas, que son un factor que a veces se queda como a la expectativa de que sea el Gobierno nacional el que firme los acuerdos", señala. Sin embargo, Patiño asegura que aunque "hay gente con muchas ganas de hacer procesos rápidos" en distintas partes del país, a veces el Estado o las autoridades regionales "no estamos a la altura de las ganas de la gente". Jaime Ortega Carrascal (c) Agencia EFE