Andriy Lunin y la injusticia de hacer una campaña de lujo con el Real Madrid, pero perderse la Final

Andriy Lunin previo a un partido de LaLiga entre el Real Madrid y el Betis, el pasado 25 de mayo. (Carlos Perez/Quality Sport Images/Getty Images)
Andriy Lunin previo a un partido de LaLiga entre el Real Madrid y el Betis, el pasado 25 de mayo. (Carlos Perez/Quality Sport Images/Getty Images)

Andriy Lunin arrancó la temporada 2023-2024 como suplente de Kepa. El portero español había arribado de última hora para cubrir la baja de Thibaut Courtois, que se rompió el ligamento cruzado. Cuando su baja fue anunciada, se hizo con una condición: se perdería toda la temporada... excepto si el Real Madrid llegaba a la Final de la Champions League. El escenario era probable y se dio justamente así. Ahora el portero belga jugará su único partido de la campaña en UCL el sábado contra el Borussia Dortmund en Wembley para definir al nuevo campeón de Europa. La decisión ha sido tomada por Ancelotti.

Se trata de una injusticia, cierto, pero se presenta una paradoja: sin dejar de ser injusto, es lógico que el entrenador se decida por Courtois. Se trata de un jugador con jerarquía en el vestuario. Eso por principio (ese factor resulta decisivo en casos así). A nivel deportivo, fue fundamental para ganar la Champions de hace dos años contra el Liverpool. Ese antecedente pesa: en situaciones de máxima exigencia, ya ha demostrado que puede ganar títulos.

Lunin, es verdad, no se ha quedado atrás. Durante las tres series que condujeron al Madrid hasta la Final, el meta ucraniano dejó claro por qué le ganó la partida a Kepa. No sólo brindó seguridad, lo elemental en un puesto como este, sino que tuvo atajadas vitales para proseguir en el camino hacia la orejona número quince en la vitrina blanca. Leipzig, Mánchester City y Bayern Múnich fueron pruebas de primer orden para un portero suplente que adoptó un liderazgo tan espontáneo como poderoso, cobijado por sus asombrosas actuaciones. En estos meses, quedó claro que Lunin es suplente en el Madrid, pero perfectamente podría ser titular en cualquier otro equipo del mundo.

Y eso, a la vez que halago, es una maldición, porque Courtois volvió a lo suyo y en sus declaraciones se ha mostrado seguro de ocupar el arco sin que la afecte haberse perdido prácticamente todo el año de competición (apenas tuvo cuatro partidos en este ciclo, todos ligueros). Le han respetado su jerarquía y eso no debe representar un problema o presión a estas alturas, pero será inevitable que los ojos de la afición se centren inevitablemente en él en la noche del sábado. Todos, empezando por los madridistas, querrán que haga a la perfección su trabajo. Así se justificará que lo hayan elegido por encima de Lunin. Y vaya que Courtois sí es capaz de alcanzar la perfección. Así lo hizo en 2022 cuando fue héroe en la catorce.

Aquí no había forma de encontrar la felicidad para todos. Habría que pensar en el escenario contrario: si Ancelotti dejaba fuera a Courtois, una presión nunca antes vivida habría sido recargada en los hombros de Lunin. Y eso podría ser contraproducente. Ahí no habría remedio en caso de tensión. Dentro de la dificultad de esta decisión, se puede decir que elegir a Courtois representa un seguro: él ya conoce el contexto.

No hay que olvidar que estamos hablando del Real Madrid, un club compuesto, sí, por una mística imposible de explicar, pero también por un utilitarismo que los ha llevado a la gloria: no miden los sentimientos, sino los resultados. Y si al final de la discusión, Carlo Ancelotti ha elegido a Thibaut Courtois es porque, objetivamente y evaluando todos los factores, considera que con él hay más probabilidades de ganar. Son favoritos de todos modos, desde luego, pero ningún elemento se deja al azar cuando en la ecuación están las palabras Real Madrid y Copa de Europa. Ese terminará siendo el flagelo de Lunin, que además ha quedado fuera de la expedición por una Gripe B y se integrará por su cuenta con el equipo horas antes del cruce decisivo.