Así fue el paso de López Tarso en el teatro, su gran pasión

CIUDAD DE MÉXICO, marzo 12 (EL UNIVERSAL).- Cuando en 2016, en medio de la temporada de las obras "Un Picasso" y "Aeroplanos", el actor Ignacio López Tarso fue hospitalizado de urgencia debido a un tumor en el colón, su hijo Juan Ignacio Aranda compartió a los medios de comunicación que pese a estar en cama y con las molestias que conlleva una cirugía mayor, el actor se entretenía repasando sus libretos y sus trazos escénicos en su cabeza, así era este hombre profundamente enamorado del teatro.

"Hoy parte un hombre que dedicó los 98 años de su vida a amar lo que hacía, que deja no sólo un legado invaluable e imborrable, pero también un gran ejemplo que ojalá las nuevas generaciones adopten y tomen, un hombre que amó el teatro con todo su corazón e hizo la cantidad de obras inimaginables, personajes tan diversos y que nos emocionó a muchos como espectadores, hizo todos los géneros, pero el teatro fue su pasión y su gran amor, lo hizo hasta sus últimos días", dijo el productor Juan Torres, con quien Ignacio López Tarso montó Macario en 2006.

Con más de 80 años de trayectoria, Ignacio López Tarso piso todo tipo de escenarios, los sets de filmación del cine, los foros de televisión, los estudios de radio y hasta los de la sala de su casa, cuando decidió hacer teatro en streaming durante la pandemia, pero sin duda alguna las tablas del teatro fueron su más grande pasión y donde se sentía en casa.

Saber cuántas obras realizó a lo largo de su vida no es cosa fácil, lo que sí es posible afirmar es que abordó todos los géneros y realizó todo tipo de personajes, desde el Edipo de Eurípides hasta Pablo Picasso, siendo su obra más representativa la versión en teatro de Macario.

López Tarso explicó que esta puesta en escena ha estado con él a lo largo de su carrera, ya que lo ha llevado a recorrer el mundo y recordó muy especialmente su estancia de mes y medio en la India, donde fue invitado a un festival de teatro y Macario gustó mucho, pero señaló que la primera vez que supo de esta historia fue en 1959, cuando filmó la película bajo la dirección de Roberto Gavaldón.

Pero su pasión por el teatro se dio desde muy temprana edad, cuando a los 13 años ingresó al Seminario Menor de Temascalcingo, Estado de México, no por vocación sino por ser la única forma de recibir una educación; ahí formó parte del grupo de teatro donde interpretó autos sacramentales como El mágico prodigioso, de Calderón de la Barca, y El divino Epitalamio, de Francisco Juberías, los cuales representó en el teatro que hoy lleva su nombre.

"Los autos sacramentales son maravillosos porque los escriben genios de la literatura clásica, como Lope de Vega y Calderón de la Barca. Yo admiro la literatura y sí me lleva por el camino de la religión pero no soy religioso (lo digo con todo respeto). No es la religión lo que me guía cuando hago ese tipo de teatro, lo que me guía es la belleza del verso español", dijo a EL UNIVERSAL en 2020.

Cuando a los 17 años abandonó el Seminario y un años después se fue de bracero a Estados Unidos, un accidente lo hizo volver a México con la columna lastimada, por lo cual pasaba su tiempo leyendo los poemas de Xavier Villaurrutia, por lo que fue a buscarlo a la Escuela Teatro de Bellas Artes, para que le firmara un libre, pero terminó invitándolo a una de sus clases, desde ese momento el destino de López Tarso se encaminó a la actuación.

Siendo aún alumno oyente formó parte de la obra Sueño de una noche de verano, donde tuvo un papel pequeño pero que le dio la oportunidad de pisar el escenario de Bellas Artes por primera vez; fue tal la experiencia que tuvo, que decidió integrarse a la escuela de manera formal. Ahí fue alumno de maestros como Salvador Novo o Clementina Otero.

En 1949 también fue parte de la compañía Teatro Estudiantil Autónomo de México (TEA), dirigida por Xavier Rojas. Entrar a ese grupo le dio la posibilidad de conocer todos los rincones de México y sentir el aplauso de ese otro público normalmente olvidado por el teatro comercial.

"El TEA me dio la oportunidad de actuar para el público más pobre, el más popular. Íbamos por los pueblos a donde jamás había ido una obra de teatro ni sabían qué era, y nosotros mismos hacíamos la publicidad, salíamos por las calles a anunciarlo y en la noche teníamos el teatro lleno. Como era gratis, la gente nos pagaba con tacos, con fruta, verduras", recordó el actor.

Gracias a este grupo teatral ganó su primer premio como actor: una figurilla de la deidad prehispánica Xochipilli por su protagónico en Nezahualcóyotl, coyote hambriento, y aunque después ha recibido una infinidad de reconocimientos como el Ariel de Oro en 2007 por su trayectoria fílmica, otro Ariel por Rosa Blanca y hasta la ACPT instauró un premio con su nombre, ese Xochipilli lo conservó siempre con mucho cariño.

En 1966 se presentó en Nueva York con Macbeth y en 1974 en España con Tirano Banderas. La celestina, Moctezuma II, Hello, Dolly!, Las Brujas de Salem, El vestidor, Enrique IV, La tempestad, El cartero, Un Picasso, Aeroplanos, Una vida en el teatro y por supuesto Macario, fueron algunas obras que hizo a lo largo de su carrera. Junto a su hijo Juan Ignacio Aranda, ha realizado con un equipo de video muy básico y desde su casa, siete obras de teatro que se hacen en un acto, que aseguró estaban muy buenas y que presentó vía streaming.

El año pasado Ignacio López Tarso volvió a trabajar en los teatros y comentó que fuera de lo que hace en estos recintos, no tenía más proyectos por el momento y una de las razones de que esto suceda era:

"La televisión y el cine me ha olvidado por completo, lo que estoy haciendo lo hago virtual, a través del internet, ese camino que he descubierto gracias al apoyo de Juan Ignacio, mi hijo, que conoce eso muy bien. No necesito hacer llamados (a los productores) ni nada, porque ya saben que pueden llamar, pero no lo hacen y eso quiere decir que no se ha interesado ninguno de ellos para que yo participe en algo. No me llaman ni en televisión, ni en cine, entonces voy a seguir en teatro".

Tampoco quería que hicieran una bioserie de su vida, porque no le gustaba repetir lo que ya se dijo en el libro Hablemos de teatro, que realizó su hija Susana López. Esta leyenda de la época de oro del cine nacional tenía muchos planes en puerta, sobre todo en televisión, algo que ya no será.

"Yo no quiero saber nada de la muerte todavía, me faltan muchos años según yo. Me faltan dos para cumplir cien y cumplirlos como estoy, que puedo valerme por mí mismo, no cualquiera", dijo López Tarso al final de la función de Macario del 2 de noviembre de 2022.